Humberto Ochoa Sayanes
SUMARIO: 1. Prólogo – 2. Recordemos – 3. La idea comienza
a crecer – 4. Se instalan las dudas – 5. Se inician
las obras – 6. La inauguración – 7. La primera jornada – 8.
Situación paradójica – 9. Más incorporaciones al plantel de
funcionarios – 10. La Escuela Industrial, un baluarte cultural
– 11. Y llegamos al hoy
Prólogo
Este artículo que hoy encuentra su espacio en las páginas de la Revista Histórica Rochense, tiene dos propósitos bien definidos:
Primero, dar a conocer en forma amplia y documentada, una tarea formidable acometida hace más de sesenta años, por un grupo de vecinos de Castillos, ante la imperiosa necesidad de encontrar respuesta a inquietudes de la juventud de la ciudad y la zona, en lo que respecta a su formación educativa.
Segundo, reconocer el trabajo monográfico inédito realizado con motivo de la celebración de los 25 años de la creación de la Escuela Industrial, fecha conmemorada en 1981, por parte del Profesor Jesús Perdomo, docente de Historia en la Escuela Técnica de Castillos, heredera desde 1966 de aquella iniciativa popular al rescatar viejos archivos, publicaciones y grabaciones de época, más entrevistas a contemporáneos de aquel logro y partícipe como fundador y colaborador desde el primer día, de aquel emprendimiento. Y en ese rescate de la memoria, merece un reconocimiento el aporte de María Hilda González de Garrido (“Nena”)-“archivo viviente” al decir de Perdomo-, que le hizo posible reconstruir ciertos pasajes de los que se carecía de registros escritos.
En base a aquella investigación se elabora el presente artículo, destacando que en su mayoría, es el trabajo de ese inquieto docente lo que se rescata, para la comprensión, hoy, de aquella génesis tan sacrificadamente lograda.
Con esta salvedad, y agradeciendo al Prof. Perdomo el habernos proporcionado estos valiosos documentos es que presentamos esta crónica, con el convencimiento de que su conocimiento valorizará aún más el trabajo de aquellos visionarios y fijará en la memoria colectiva el sacrificio y la dedicación de tantos ciudadanos, en pro de una mejor esperanza formativa para la juventud de la comarca.
No otra cosa que justicia es el recordar que los sueños colectivos, -cuando se persiste en ellos- no pueden tener más que una consecuencia: la cristalización de esa idea en una efectiva realidad.
Eso fue lo que ocurrió, a partir del 15 de abril de 1956, con la inauguración de la ESCUELA INDUSTRIAL POPULAR DE CASTILLOS, andadura iniciada algunos años antes.
Recordemos
Algunas comunidades tienen el privilegiado mérito -en algún momento de su historia-, de haberse propuesto realizaciones destacadas, en beneficio de sus propios ciudadanos, necesidades que las autoridades nacionales no han sabido, no han podido o no han querido satisfacer.
Castillos es una de ellas. Y le cabe la honra de haber luchado por conseguir para una gran parte de su juventud un espacio educativo imprescindible para su realización personal.
Nos referimos, claro está al sueño de contar en Castillos y su zona de influencia con una Escuela Industrial, para brindar formación técnica a tantos jóvenes que necesitaban este instrumento educativo como preparación para insertarse en el campo laboral.
Se habían realizado algunos planteos a las autoridades de la Enseñanza Pública, pero las respuestas favorables a esa idea no fueron contempladas y se fue dilatando en el tiempo esta esperanza.
Surge así en 1954 un movimiento popular, que mediante la conformación de una Comisión de Apoyo a la Escuela Industrial, se prepara para realizar las tareas que contribuyan a concretar esta aspiración, tan esperada y deseada por los castillenses.
Varios factores se conjugaron favorablemente, como veremos, para que se pudiera iniciar este complejo proceso que devino en la creación de la Escuela Industrial Popular y su posterior transformación en la Escuela Técnica de Castillos, dependiente de la Universidad del Trabajo del Uruguay, historia que podemos imaginar como empieza:
El coche de ONDA se acerca a Castillos y desde la loma de ingreso se vislumbra la pintoresca ciudad, trepando y bajando las colinas sobre las cuales se asienta desde hace ya ochenta y ocho años y presentando su mansedumbre pueblerina a los ojos de los viajeros.
Es el mes de abril de 1954, y el conductor del coche, Marino Clavijo, acompañado por el guarda Alberto “Toto” Spadone realizan el turno Montevideo a Chuy y ahora se aprestan a detenerse en Castillos, para que los viajeros que se trasladan a este lugar puedan descender.
Entre ellos, un cura. El Padre Salvador Perdomo Bentancour, quien viene a hacerse cargo de la Parroquia San Vicente Mártir de Castillos, subrogando al entonces cura, Padre Bernasconi, según disposiciones de las autoridades eclesiásticas.
Este se encuentra, junto a otras personas representativas de la comunidad, esperando la llegada del nuevo párroco para darle la bienvenida.
Cuando descienden, comprueban que el padre Perdomo no viene solo. Lo acompaña su joven hermano Jesús, quien ha abandonado hace poco los estudios para formarse como sacerdote y a quien aquel invitó para radicarse junto a él en el nuevo destino que le asignaron.
Aquel día de abril de 1954 vería incorporarse a Castillos, a dos figuras que el tiempo iba a determinar cómo fundamentales en su historia, en el quehacer social, educativo y cultural del pueblo, cada uno desde distintos ámbitos de actividad y, en algunos casos, actuando juntos.
El destino habría de reservar a ambos una preponderante participación, junto a otros visionarios vecinos en la creación – muy poco tiempo después de su arribo a la ciudad – de un emprendimiento de enorme trascendencia para esta comunidad, y nada menos que el objeto de este artículo: la Escuela Industrial Popular de Castillos.
En 1944 por iniciativa de José Aldunate Ferreira se había fundado en Castillos el reclamado Liceo, dando respuesta a la necesidad de brindar a sus jóvenes la posibilidad de continuar sus estudios secundarios en la localidad. Y desde 1947 el padre Bernasconi, realizando ímprobos ahorros y pleno de optimismo, había logrado comprar el edificio y el predio donde se asentaría luego la Escuela Industrial con la esperanza de concretar el funcionamiento de un Colegio primario para varones, iniciativa que a pesar de transcurrir muchos años no logró cristalizar. Y la congregación salesiana a la que pertenecía el padre Bernasconi transfirió el predio a la Curia de Montevideo.
Entre las primeras visitas de cortesía que habría de realizar el flamante cura párroco, preocupado por el destino que habría de darse a dicha casa, se encontraba el entonces gerente de la sucursal local del Banco La Caja Obrera, Sr. Julio López Delgado.
Sus palabras fueron éstas:“Padre, hace 14 años que el pueblo de Castillos reclama de los poderes públicos una Escuela Industrial, porque la siente como una necesidad. ¿Por qué no destinar a este fin el amplio local que posee la Parroquia?”
“Tiene Ud. razón… – responde el párroco – ¡Castillos necesita una Escuela Industrial y yo le doy mi palabra de que la tendrá!”
La idea comienza a crecer
“Tiene Ud. razón… ¡Castillos necesita una Escuela Industrial y yo le doy mi palabra que la tendrá!”
Aquella afirmación, no exenta de audacia y atrevimiento, comenzó a tomar forma y en contactos con los diferentes actores de la localidad, más y más vecinos se fueron prendiendo a ella.
Consultas, reuniones, intercambio de enfoques y opiniones fueron dando espacio favorable para que la idea se extendiera en la comunidad, con el convencimiento que había que intentar su realización.
“El 14 de noviembre de 1954, – a pocos meses de su llegada a la localidad – día de la clausura del 1er. Paseo Triunfal de la Virgen, (evento multitudinario que muchos recuerdan aún en Castillos) el Cura Párroco, ante más de tres mil personas, lanzó oficialmente la idea de la creación de la Escuela Industrial.
La iniciativa contó de inmediato con la aprobación popular.
El 2 de diciembre de 1954 el Cura Párroco convoca a un grupo de vecinos de la ciudad para plantearles el proyecto y estudiar de común acuerdo la forma de realizarlo.
Esa noche ochenta y dos fervorosos vecinos de Castillos colman el Salón Parroquial y en democrática Asamblea, luego de cambiar ideas y discutir variados aspectos de la obra a encarar, votan la creación de la COMISIÓN POPULAR proESCUELA INDUSTRIAL en CASTILLOS.
La integración de esta Comisión fue la siguiente:
Presidente: CARLOS MA. RUBIO
Vice-Pte:JACINTO VIZCARRA
Secretario:ISRAEL URIARTE
Pro. Srio.: IRALDO VIERA
Tesorero: FRUCTUOSO CÉSPEDES
Pro-Tra.: EVA DEBAT
Vocales: NELSON FERREIRA, ESPERANZA GIMÉNEZ, CIRIACO GONZÁLEZ,
JOSÉ MA. GARMENDIA, ANGELITA VISCONTI DE MIRAGLIA
A partir de ese 2 de diciembre de 1954 el vecindario de Castillos representado en esta dinámica Comisión Popular, toma en sus manos la solución de un grave problema que venía aquejando al medio social. Ahora nadie lo duda: Castillos, como lo afirmara su Cura Párroco, tendrá Escuela Industrial. Y a muy breve plazo.”
Se instalan las dudas
No faltaron las preocupaciones acerca de la orientación educativa de la futura Escuela Industrial.
En muchos ciudadanos se plantearon las especulaciones sobre la inclinación que podía tener la educación a brindar en este esperado emprendimiento, teniendo en cuenta que su propulsor y virtual director era un religioso y la sede pertenecía a la Curia.
“La directa vinculación del Cura Párroco,¿no significará automáticamente la imposición de una dogmática religiosa católica en los alumnos y en las características de la proyectada Escuela Industrial?”
La respuesta del Padre Salvador Perdomo a esta razonable inquietud siempre fue muy clara: “Si bien tendrá orientación cristiana, los alumnos encontrarán la máxima libertad de su expresión religiosa.”
“Entendemos que tal Escuela Industrial no es de la ciudad de Castillos, sino de toda la zona y que deben inscribirse en sus cursos todos los hijos de Chuy, 18 de Julio, La Coronilla y las zonas rurales adyacentes, que quieran aprender un oficio.
Nuestro periódico hace esta exhortación fundado en la promesa de los organizadores de la Escuela, de que se trata de una Escuela Industrial Popular y no Católica: de que quienes concurran a ella no van a recibir ninguna clase de presión para que adopten esa religión: de que entre los alumnos internados no se va a tener en el “index” a aquel que no vaya a misa; de que mientras se trabaja se izará la bandera nacional al tope y en sus talleres la figura de Artigas presidirá la brega diaria, pero no se colgarán en sus paredes cuadros religiosos, ni se impondrá a nadie que lleve sobre sí insignias de tal carácter.”
Tal comentario lo realizaba el periódico chuiense “Pregón del Este”, meses después, al recoger en una nota la posición del futuro director del centro educativo proyectado.
Tan claro resultó el decidido propósito manifestado por el Padre Perdomo de mantener el respeto religioso a los alumnos que se inscribieran para recibir su formación en esta Escuela, que el diario “La Mañana” a través de una nota realizada por su cronista establecía, cinco años después de su creación:“Para quien no supiere de antemano que en ella hay sacerdotes, pensaría que está frente a una escuela laica.”
Así, desde sus inicios la Escuela Industrial de Castillos se transformó en un espacio plural, libre y sin condicionamientos religiosos o filosóficos, que se extendió en el tiempo hasta el momento actual.
Aclaradas estas dudas iniciales, la Comisión de apoyo a la iniciativa de formación del proyectado centro educativo, se reúne el 6 de diciembre a efectos de designar oficialmente el nombre de la misma, y se resolvió denominarla Comisión Popular Pro Escuela Industrial en Castillos.
Había que planificar las estrategias de trabajo para lograr los cometidos propuestos y el futuro director refiere detalladamente el plan proyectado:
“Propone en primer término montar una Oficina de Propaganda permanente a cargo de un secretario rentado, sugiriéndose para ocuparse de ella a la Srta. Ivone Dinegri y fijándose el sueldo de la misma en $ 40.oo mensuales.
Se sugiere la creación de una Sub Comisión de Propaganda, aceptándose la misma. Se designan para integrarla a Angela V. de Miraglia, Eva Debat, Jesús Perdomo e Israel Uriarte.
Se resuelve además crear un fondo de $ 500.oo que se obtendrá por préstamos bancarios, con el fin de hacer frente a los gastos que demande la propaganda. Se integran a la Sub Comisión de Propaganda voluntariamente para colaborar María Mercedes Ferrando de Cereceda, Lila Méndez Blanco, Ana Ma. González y Diego Shannon.
El Pbro. Perdomo ofrece asimismo la colaboración de los ciclistas del Club Liverpool de Castillos para el reparto de circulares y correspondencia, lo que se acepta. Se resuelve colocar carteles de propaganda, para lo que se tratará de obtener la colaboración de los Sres. Wilson Faget y Julio C. Gómez además de realizar propaganda por Difusora Rochense y periódico local “La Acción”. Finalmente se resuelve establecer como días de reuniones todos los lunes a las 21.30 horas.
Se constituyen varios equipos de recaudación encabezados por miembros de la Comisión secundados por vecinos que de inmediato se ponen a la labor.
Ya desde los primeros pasos los resultados son halagadores: abriendo la marcha en la columna de aportes aparece el hombre siempre generoso, don Isaac Ferreira, con $ 5.000.oo”
Se inician las obras
“Se había constituído también una Sub Comisión de Construcción, integrada por los Sres. Ciriaco González, Fructuoso Céspedes, Rodolfo Sosa y el Pbro. Salvador Perdomo. Su cometido era supervisar todo lo referente a la obra de reforma del edificio, para la cual se había contratado a la eficiente empresa constructora “Olivera y Pereyra”.
Se recibe la generosa colaboración de los camioneros Miraglia, Rocha y Dinegri con el traslado gratuito de los materiales necesarios para el amplio techado del edificio a reparar.
A fines de abril de 1955 la empresa “Olivera y Pereyra”empieza las reformas en la casona.
Asimismo informa el Padre Perdomo sobre la donación de libros por parte del Doctor Arias, Director de la Universidad del Trabajo, quien, al ser entrevistado por parte de nuestra Escuela, se puso en un todo a nuestras órdenes.
Está claro para todos que ahora la cosa va en serio. La Comisión trabaja con dedicación.
Se informa sobre la marcha de la Colecta Popular, la que es muy halagadora: se alcanza en estos momentos los $ 11.000.oo prometidos. El Sr. Rubio informa ampliamente sobre la constitución de una Comisión Delegada integrada en Chuy con hijos de esta ciudad. Se estudian las fichas correspondientes a los hacendados socios de la Cooperativa Agropecuaria de Castillos, a efectos de entrevistarlos el día 22, con motivo de la inauguración del edificio propio de dicha Cooperativa.
Y así, paso a paso, semana a semana, mes a mes, se reúnen pacientemente fondos, el local ajusta su imagen a la de un centro educativo, se instalan máquinas y herramientas, se va integrando el plantel docente, administrativo y de servicio, se consulta minuciosamente a gente experiente en enseñanza industrial, se reciben las primeras inscripciones de futuros alumnos.
Desde Fortaleza Santa Teresa llega un joven que ocupará la matrícula Nº1: se llama Denis Soria y ha optado por el Taller de Mecánica. Detrás de él, cerca de cuarenta jóvenes asumen el honor de ser los pioneros de este centro educacional que abrirá una nueva esperanza para la juventud de la zona.
Ahora sí, aquella “audaz y atrevida promesa” es una realidad: Castillos necesita una Escuela Industrial y… ¡ya la tiene!
Estamos a l5 de abril de 1956…
La ESCUELA INDUSTRIAL POPULAR DE CASTILLOS abre sus puertas para que por ellas entren alumnos, maestros, colaboradores y pueblo…”
La inauguración
En medio de la razonable expectativa que experimentaba la comunidad, luego de tan ardua tarea para materializar la soñada realidad de la Escuela Industrial, llegaba el día tan anhelado.
Finalmente se iba a inaugurar la escuela. Ese era el instante en el que tantos y tantos ciudadanos, – desde sus respectivos ámbitos y con la fuerza de que disponía cada uno – y que habían puesto su colaboración para esto, veían cristalizar el abnegado apoyo de una comunidad a un sueño compartido.
“Estaban presentes las autoridades oficiales,- delegación que aunque escasa era destacable – integrada por los Representantes Nacionales Sr. Antonio Gabito Barrios y Héctor Lorenzo y Losada, la Comisión de Apoyo, los colaboradores, los alumnos y sus familias, los funcionarios, profesores y el pueblo expectantes ante ese momento solemne y tan esperado.
Es el domingo 15 de abril de 1957 y se procede a la inauguración oficial de la Escuela Industrial Popular de Castillos.
Con el marco cariñoso del pueblo 34 jóvenes estudiantes se reúnen en torno a la Bandera de la Patria y suenan los acordes del Himno Nacional ejecutado por la Banda Municipal de Castillos, bajo la dirección del Maestro Imbert Faget.
Hizo uso de la palabra el Presidente de la Comisión de Apoyo Sr. Carlos Ma. Rubio, quien entre otros conceptos dijo:´Pueblo de Castillos: la Escuela Industrial será vuestra casa porque es vuestra obra. Es vuestra obra por vuestra generosidad, por el apoyo invalorable que le habéis prestado, por vuestro deseo de que ella subsista y crezca. Os invitamos a que no la olvidéis, luego de esta etapa que a todos nos llena de satisfacción, seguidla de cerca alentando sus primeros pasos, auscultad sus errores y, amorosos, perdonad sus yerros. Con el calor del cariño y vuestra ayuda material, hacedla crecer amplia, con amplios horizontes.”
Agradece después a todas las instituciones y personas que han cooperado en la primera etapa de la Escuela y agrega: “…Y merece una frase aparte y muy especial este incansable luchador, benemérito ciudadano que ya tanto ama a Castillos, el factótum de nuestra obra, ya adivinaréis que me refiero al Padre Salvador Perdomo. Mucho podría decir de su obra altruista, profunda y amorosa, pero no quiero herir su modestia con mis palabras.”
“A vosotros, personal docente y alumnos: amad esta casa con el mismo amor con que amáis la que os vió nacer. Aquí debe reinar la fraternidad y el compañerismo entre vosotros y vuestros superiores. Dadle todos vuestros esfuerzos, contribuid con vuestra constante superación a su engrandecimiento. Responded a la confianza que hoy depositamos en vosotros. Señores maestros: de ustedes depende fundamentalmente la marcha y el futuro de la escuela. Y vaya nuestra palabra de confianza en vuestros esfuerzos y en vuestra capacidad como técnicos y pedagogos.
La Comisión que me honro en presidir, entrega por mi intermedio a este querido pueblo de Castillos su primera Escuela Industrial Popular. En vuestras manos está su futuro. He dicho”.
Encontrándose presente la patriarcal figura del ex Cura Párroco P. Arnoldo Bernasconi, iniciador del movimiento hacia esta obra hoy inaugurada, con la anuencia de todos los presentes, procede a bendecir la flamante Escuela Industrial de Castillos.
A continuación hace uso de la palabra el joven estudiante Eliseo Servetto Laso, en representación de los alumnos: “Al instalarse en nuestro querido Castillos esta Escuela, se me ocurre que nosotros, los primeros en asentar nuestra planta en los Talleres que paternalmente nos esperan, estamos colocando la piedra fundamental del gran edificio de nuestra estabilidad económica y social. Miramos así con las ansias de aprender, para ser útiles, superándonos. En mi nombre y en el de todos los compañeros que, como una gran familia viviremos hermanados bajo el techo de este hogar, nos prometemos a nosotros y a vosotros, todos lo que nos habéis preparado este templo del trabajo que, fieles a vuestros anhelos y con profundo agradecimiento, os prometemos: ¡no seréis defraudados!”
Se escucha el “Himno a Rocha” por la Banda Municipal de Castillos y el Secretario de la Comisión Sr. Israel Uriarte, realiza la proclamación de los funcionarios que tendrán la responsabilidad de iniciar la puesta en marcha de la Escuela:
Director: Pbro. Salvador F. Perdomo.
Administradora: Hilda González de Garrido
Auxiliar: Jesús Perdomo
Jefe de Maestros y Maestro de Herrería: Beltrán Garrido
Maestro de Mecánica: Domingo Castellani
Maestro de Carpintería: José Cuadrado
Maestro de Imprenta: Liles N. Rocha.
Maestra de Encuadernación: Lola Viñoles de Dos Santos
Profesora de Idioma Español: Eva Debat
Profesor de Matemáticas: Enrique Olascoaga
Profesor de Moral: Pbro. Pedro Brian
Profesor de Dibujo: Dardo Saldain
Profesores de Tecnología: Orestes Dávila y Jesús Perdomo
Profesor de Seguridad e Higiene: Dr. Héctor Lucián Canzani
Profesores de Gimnasia: Mario Zelmar Vitabárez y Jesús Perdomo
En los Rubros de Servicio:
Cocina para personal y alumnos internados: Aída A. de Amaral
Ayudantes, Carmen y Natividad Bentancour
Limpieza: Alba Huelmo
El Padre Salvador Perdomo, como director cierra la parte oratoria agradeciendo los conceptos vertidos sobre su persona y la colaboraciónrecibida desde la Comisión que integra, en estos términos: “Yo dudo – y no creo equivocarme – que en Castillos haya una comisión tan unida, tan compañera, tan colaboradora y comprensiva, como esta Comisión de la Escuela Industrial Popular. Porque yo sé cuántas veces los he convocado para reunirse, y ellos han venido aquí, han venido siempre constantes para concretar esto hermoso que hoy estamos viviendo…”
Destaca además la gestión de la empresa constructora, patrones y obreros, en las obras de adaptación del viejo local, despertando un nutrido aplauso de los asistentes.
Agradece luego al Representante Nacional Sr. Antonio Gabito Barrios la gestión ante U.T.E., relacionada con la conexión de líneas especiales de energía eléctrica para habilitar los motores de los talleres y la promoción de esta obra de la Escuela Industrial en las cámaras legislativas.
Culminadas las palabras de los oradores, el público, acompañado por animadas marchas que ejecuta la Banda Municipal, recorre los remozados salones y talleres, que a partir de mañana “zumbarán como laboriosa colmena”.
Merece la pena recordar también palabras de Angelita Visconti de Miraglia,pronunciadas en este mismo acto y que en vibrante alocución decía:
“…Y llegarán en augurales devenires, de todos los puntos cardinales de este privilegiado solar, a este templo del trabajo, las juventudes que, a impulso de humanas aspiraciones, forjarán en el estudio y el trabajo, la estructura de su bienestar futuro. Y serán triunfadores, y triunfadores en la paz que se conquista cuando el alma y el cuerpo se complementan, templados en la disciplina del taller. Y habrá paz, y habrá salud, y habrá holgura económica, y se fundarán los hogares en la solidez material y moral de los que han forjado, con el esfuerzo intelectual y físico, su propia y definida personalidad. Y el horizonte de sus vidas se ensanchará, y será libre el vivir, porque el mañana será diáfano como nuestro cielo… Y como el bienestar, de por sí, irradia bondad y progreso, pues, progreso y bonanza se extenderán con cada uno de nuestros artesanos en nuestra tierra, que tanto necesita de ellos.”
No hay mejores palabras para definir el sueño de los pioneros de esta anhelada obra colectiva, la Escuela Industrial Popular de Castillos, germen generoso y fecundo que dio lugar a la actual Escuela Técnica de nuestra localidad.
La primera jornada
Lunes 16 de abril de 1956, hora 8.00, 34 jóvenes se encuentran formados frente a un mástil donde se ha izado la Bandera Nacional.
El Jefe de Maestros, Sr. Beltrán Garrido, da las instrucciones necesarias para que cada uno de los alumnos inicie las tareas correspondientes en los talleres elegidos.
Se responden las dudas que aquellos plantean y una vez equipados con las herramientas y útiles necesarios de dirigen a sus lugares de trabajo, donde bajo la guía de sus maestros iniciarán las tareas.
Esta jornada se interrumpe a mediodía, para el almuerzo y por la tarde, hasta las l7 horas se continúa el trabajo.
A esa hora, antes del aseo y el cambio de ropa, formarán nuevamente los alumnos y docentes, destacándose algún hecho positivo producido en el día, elogiándose al responsable o en caso contrario, se aclarará algún hecho enojoso y si es necesario se sancionará al culpable, todo ello considerado como si de una gran familia se tratara.
Luego, en silencio, desciende el Pabellón Nacional.
Concluye así la primera jornada de estudio y trabajo en la Escuela Industrial Popular de Castillos, ritual diario que se continuará repitiendo durante muchos años en el novel establecimiento educativo
Ha pasado el año. Como toda gran obra tiene algunas dificultades que vencer. Pero se cuenta con la inquebrantable firmeza de sus propulsores y la comprención del pueblo. De los 34 alumnos iniciales, 21 se inscriben para continuar su formación y se reciben 14 nuevos. De ellos 5 en carácter de internos.
Se estabiliza el funcionamiento del Taller de Mecánica, con mucha actividad en el ramo. Y para complementar su oferta se crea la Sección Chapa y Pintura.
También funciona auspiciosamente el Taller de Carpintería.
El año lectivo 1957 trae incremento de personal. Ingresa como Maestro de Carpintería Albérico Olivera; como maestro de Mecánica, Walter Turco; Ana Ma. González, Auxiliar de escritorio y Profesora de Teóricas, Erlinda O. de Inchausti, Profesora de Idioma Español; Pbro. Juan F. Yllarregui, Profesor de Moral; Obdulia Suárez como limpiadora.
Bajo la estricta supervisión de la Administradora de la Escuela, Sra. Ma. Hilda G. de Garrido funciona un pensionado para dar oportunidad a los alumnos de campaña y de sitios alejados a la localidad, a los que se les brinda alojamiento y comida, a cambio de una moderada cuota, atendiendo a que la enseñanza es totalmente gratuita.
A comienzos de 1958 ingresa como Maestro de Mecánica el Sr. Orsini Michelini.
El año 1959 ve incrementar la plantilla de funcionarios, lo que contribuye a la consolidación de la Escuela. Ingresa como Maestro de Carpintería José Ma. Vitancurt; Nelo Hernández, Maestro de Tornería; Nelis B. de del Cerro, Profesora de Matemáticas; Dra. Elsa Clivio de Briozzo, Profesora de Higiene y Seguridad y Olga López, como funcionaria de servicio.
También en 1959 se crea “A.S.A.P.E.I.” (Actividad Social Ayuda Pro Escuela Industrial), una experiencia que traería mucha ayuda en el aspecto económico para colaborar con el abultado presupuesto de la escuela.
Este emprendimiento industrial produce escobas, cepillos, trabajos en cestería, armado de cajas de cartón, etc. Todo elaborado por dedicadas operarias colaboradoras, que reciben en contrapartida, un porcentaje sobre lo producido. Ellas fueron: María Acosta, Agustina Amaral, Mirta E. Amaral, Natividad Bentancour, Elvira Cabrera, Olga Céspedes, Rosita Céspedes, Angelita Decena, María T. Molina, Petronila Molina, Irma Olid, María P. Techera, María R. Santos, Leopoldina San Martín y María I. Ventura. Todas ellas bajo la dirección, totalmente honoraria, de la maestra jubilada Angelita Camaño.
También en ese año la Escuela Industrial acondiciona e inaugura su Salón de Actos, posibilitando que Castillos cuente con un escenario imprescindible para las múltiples actividades culturales que se realizan en el medio.
1959 es el año en que egresa la primera tanda de alumnos de la Escuela que iniciaron su formación en 1956.
Nueve alumnos reciben, en un acto de gran trascendencia realizado en el flamante Salón de Actos, sus diplomas, que los consagran idóneos artesanos, luego de los exámenes rendidos tras cuatro años de estudio.
Egresan en las disciplinas Carpintería, Mecánica y Tornería. Ellos fueron:
En Carpintería: Herman Molina; en Mecánica y Tornería: Eliseo Servetto Lasso, Colón Pereyra, Viterbo Pereyra, Nelson Quintana, Luis Molina, Ivo Olivera, Luis Pereyra y Denis Soria.
Ese año de 1959, el 17 de junio se renueva la integración de la Comisión Supervisora, quedando ahora integrada por los siguientes miembros: Presidente: Dr. Hugo Rubio, Vice Pte. Héctor H. González, Secretario Rodolfo Sosa, Tesorero Manuel Fernández Saralegui. Vocales: Antonio Faraldo, Angelita Camaño y Adolfo Soba.
Teniendo en cuenta que la financiación de la escuela estaba basada en los trabajos que realizaban los alumnos supervisados por los maestros, (mientras aquellos realizaban las prácticas y afirmaban el sentido de responsabilidad que les serían indispensabales en su futura vida laboral), se encontraría muchas veces al borde del desequilibrio financiero.
El taller de imprenta, pese a contar con pocos alumnos también fue un firme proveedor de recursos para la escuela, considerando sus excelentes trabajos.
En algunos casos los presupuestos de los diferentes talleres eran considerado “altos” por los posibles clientes y las tareas no se realizaban, lo que hizo complejo su funcionamiento y motivó algunas reuniones extraordinarias para tratar esta delicada situación. El Jefe de Maestros Sr. Beltrán Garrido argumentaba que el tener que bajar los presupuestos tampoco era la causa de las dificultades económicas, había que tener en cuenta que a los alumnos no se les podía exigir el rendimiento que se le podría exigir a un empleado pago y que había gastos que pasaban desapercibidos, como pérdida de tiempo del maestro en explicaciones y directivas, la pérdida de materiales por la inexperiencia de los jóvenes, etc. etc.
Lo cierto es que, durante esos primeros años, a medida que crecían las exigencias vegetativas de la escuela crecían las deudas contraídas, las que frecuentemente llevaban a la institución al borde de la crisis.
Según acta de setiembre de 1960, en la cual se lee: ”El Director informa a los concurrentes sobre la marcha de la Escuela, informe que deja a los Socios Cooperadores una impresión optimista, si se toma en cuenta los momentos críticos por los que tenido que pasar nuestra Escuela.”
La otra fuente de recursos que se usó en aquellos años heroicos fue la que describe otra acta: “Se expone la necesidad de unificar las distintas deudas que habían sido contraídas en forma particular por dirigentes y asociados a efectos de poder financiar la adquisición de diversas maquinarias, las que se encontraban a nombre de los mismos para hacer posible la concesión de los créditos existentes. Fue necesario adoptar dicho procedimiento por carecer la institución de la Personería Jurídica necesaria para contraer esas obligaciones…”.
Por fin, el 29 de marzo de 1960, el Consejo Nacional de Gobierno “…aprueba los Estatutos de la Escuela Industrial Popular de Castillos, y le concede la Personería Jurídica que solicita a los fines determinados por el Art. 21 del Código Civil, con sujeción a todas las disposiciones legales y reglamentarias vigentes y que en lo sucesivo se dicten…”
Dichos Estatutos en forma de proyecto habían sido presentados a la Asamblea de Socios Cooperadores reunida el 6 de junio de 1959, logrando la plena aprobación de sus 44 artículos.
Situación paradójica
Habiendo la sociedad castillense bregado tanto para la habilitación de la escuela durante tanto tiempo y lograda la ansiada apertura, pasaron algunos años en los que la matrícula escolar no registraba aumento y esta situación paradójica la plantea claramente la recopilación realizada por el Profesor Perdomo, (base de este artículo), que resume en estas frases:
“Durante los primeros años, la relación entre Escuela Industrial y pueblo presenta una característica muy curiosa: el pueblo acompaña masivamente los actos públicos de la Escuela, contribuye económicamente con ella, pero…. ¡no se decide a confiarle sus hijos!
Las estadísticas son claras: de 1956 a 1966 el alumnado –masculino- oscila entre 30 y 40. Pasan diez años y esa cifra no se supera…¿Prejuicios contra la educación manual?, ¿sobrevaloración de la enseñanza liceal?”
En los períodos de inscripción se editaban y distribuían volantes para informar a la población sobre las oportunidades que ofrecía la escuela para la formación de los jóvenes e indicaban, como aliciente para propiciar las inscripciones, las siguientes consignas:
“No es deshonor concurrir a la Escuela Industrial, como no lo es ser obrero. Del trabajo del obrero depende la riqueza del país. Y cuando el obrero es un técnico,estamos frente a un hombre de respeto.”
“Todos los egresados de la Escuela están actualmente trabajando en el oficio que eligieron.”
“Al cabo de tres años para unos y de cuatro para otros, cada alumno de nuestra Escuela estará ganándose la vida por sus propios medios.”
“Los padres de los alumnos que concurren a la Escuela Industrial cobran Asignación Familiar, lo mismo que si estuvieran en Primaria o en el Liceo.”
“Un obrero formado en la Escuela Industrial, es, si se quiere, un pequeño ingeniero.”
Más incorporaciones al plantel de funcionarios
“En el año 1962 se producen nuevos ingresos al plantel de funcionarios de la institución: Maestro de Tornería Ercio Hugo Viera: Prof. de Idioma Español y Matemática Liria Rivero; Prof. de Higiene y Seguridad Dr. José Debat Garmendia y Ayudante de Cocina, Angela Decena
En 1963, por alejamiento del anterior asume la Dirección de la Escuela Industrial el Pbro. Manuel Hernández Rico.
Será secundado por una nueva Comisión integrada de la siguiente manera: Presidente Dr. Hugo Rubio; Vice Pte. Angelita Camaño, Secretario, Antonio Ma. Faraldo; Tesorero, Manuel Fernández Saralegui; Vocales, Francisco Pazos, Angelita V. de Miraglia y Héctor H. González.
Ingresan además ese año como funcionarios: Maestro de Chapa y Pintura, Julio C. Sanguinetti; Prof. de Higiene y Seguridad, Dr. Jesús Laborda.
En 1964, asume como Director el Pbro. Lauro Nogal – de destacada trayectoria en pro de esta Escuela Industrial – quién, junto con la Comisión Supervisora antes mencionada, tuvo la ardua responsabilidad de plantear, discutir y formalizar el traspaso de este instituto privado a la órbita oficial de la Universidad del Trabajo del Uruguay.”
La Escuela Industrial, un baluarte cultural
Al abrigo de las viejas paredes de la noble casona, surgieron tres actividades que constituyeron a la Escuela en un baluarte de la cultura castillense.
Sin tener dependencia expresa de la institución tenían sí una compenetración tan íntima con ella, que resultaría impensable su existir sin la vitalidad cobijadora de la escuela.
Ellas fueron: el Conjunto Folkórico “Vidalita”; el Conjunto Teatral “Candilejas” y el Semanario “Rumbos”.
Las dos primeras actividades tuvieron el marco adecuado para su lucimiento, en el flamante Salón de Actos de la Escuela Industrial inaugurado el 25 de agosto de 1959.
A partir de ese día el Salón de Actos fue escenario para charlas, conferencias, clases abiertas, festivales musicales, conciertos corales e instrumentales, funciones de circo, veladas teatrales, festivales de fin de cursos de centros educacionales, espectáculos de ballet y hasta quermeses bailables.
El Salón de Actos de la Escuela Industrial fue desde sus comienzos “La Sala del Pueblo”.
El Conjunto Folklórico “Vidalita”
Aún antes que estuvieran prontas las mejoras edilicias de la futura Escuela Industrial, y en medio del ajetreado movimiento de los albañiles, un grupo de voces y guitarras comenzaron sus ensayos, en horas de la noche, y las danzas, el canto y el recitado poblaron de una nueva actividad el renovado ámbito de la casona.
Con la manifiesta intención de revivir el tradicional folklore oriental y rioplatense, adecuándolo al momento actual, un grupo de inquietos cultores de la música, la danza y el recitado local se propusieron valorizar antiguas tradiciones, modernizando su enfoque.
Eligieron por nombre Conjunto Folklórico “Vidalita” que se integró en la parte musical y vocal con Manuel Pintos, Beltrán Garrido, Jesús Perdomo, Blanco Balao, Ariel, Leonel y Arias Olivera y Armando Lascano. En el grupo de danzas criollas estaban Guilmary Velázquez, Poupée López, Nela Cuadrado, Ivone Dinegri, Nelson González, Cacho Pereyra y Federico Rocha. En el recitado se desempeñaban Nelson González Acuña, Ricardo Olivera y Mirto Palarín.
“El Conjunto ‘Vidalita’ debutó públicamente el 12 de octubre de 1955 en el Teatro Municipal de la ciudad de Treinta y Tres, constituyéndose en el primer conjunto, en su modalidad , que funcionó en forma estable dentro del territorio nacional.”
Desde 1955 hasta 1961, en aquellos tiempos cuando decir ‘folklore’ equivalía a decir ‘argentino’, el castillense ‘Vidalita’ levantó bandera de orientalidad, recibiendo el elogio de artistas, estudiosos del folklore como Ayestarán y críticos de la prensa especializada de Montevideo.
Con la ‘Zambita de la Ausencia’ de la castillense María del Carmen Olivera, – cuya grabación en placa 78 revoluciones constituye hoy una rareza discográfica – el conjunto ‘Vidalita’ inició un difícil camino de afirmación localista, no bien comprendido por todos en aquel momento. Pero hoy, sin ninguna duda, se puede afirmar que la vigorosa eclosión nativista en el cancionero de la zona este – especialmente en Treinta y Tres – recibió el impulso germinal de la constante presencia musical del ‘Vidalita’ en los departamentos esteños.
Escenarios de teatros y cines, clubes sociales y fiestas criollas, emisoras de radio y televisión, tanto de capital como del interior, apreciaron y aplaudieron esta embajada cultural castillense que, al decir de uno de sus integrantes, ´al fin de cada gira volvía siempre al cálido refugio del hogar donde estuviera su cuna, es decir la querida Escuela Industrial.´”
El Conjunto Teatral “Candilejas”
En el ámbito acogedor del Salón de Actos, inaugurado en agosto del año 1959, más precisamente sobre su escenario tomó forma el Conjunto Teatral “Candilejas”, que fuera orgullo de la cultura castillense, bajo la dirección dinámica de doña Angelita Visconti de Miraglia.
“Barranca abajo”, “El león ciego”, “M’hijo el Dotor”, “La barca sin pescador”, “Los árboles mueren de pie”, “Las tres perfectas casadas”, “El alzao”,”En familia”, “La propia estimación”, “La voluntad del finado”,”La quiebra”, “Leonora”, “En un burro, tres baturros” fueron algunas de las obras llevadas a escena por el elenco del “Candilejas” que integraban entre otros: Ricardo Olivera, Mario Zelmar Vitabárez, Cosme Molina, Mirto Palarín, Silvio Olivera, Carlos Rocha y en recordados papeles a Nubya Puñales, Nelly Olivera, Veany Olivera, Elsa Silva Ledesma, Nubia Rodríguez, Silvia Olivera, Laura Fernández.
En 1975, “Año de la Orientalidad” la puesta en escena – quizás por primera vez – del notable poema dramático de Germán Vidal, “Los 33 orientales” – en el cual el elenco formaba en todo el espacio del escenario el célebre cuadro “Juramento de los 33 Orientales”, del pintor nacional Juan Manuel Blanes – logró un desusado y clamoroso éxito de críticas y público.
Doña Angelita Visconti de Miraglia, fue además de la Directora del Conjunto Teatral “Candilejas” el alma indiscutida del elenco, incluso en memorables interpretaciones – la abuela en “Los árboles mueren de pie”, por ejemplo- responsable de tantas jornadas de fiesta para la cultura castillense y, una de las personas “de la casa” para la Escuela Industrial, desde sus inicios.
Se recuerda aún aquellas épocas gloriosas del teatro castillense, con la evocación de las magníficas puestas en escena del añorado “Candilejas”, siempre presentados a sala llena bajo el fervoroso aplauso de su público.
Toda vez que se anunciaba la actuación del conjunto de teatro, el éxito de la función estaba asegurado y ante la masiva asistencia de público, más de una vez debieron repetirse funciones, para complacer el interés de sus fieles seguidores.
El semanario “RUMBOS”
“El jueves 5 de abril de 1962 sale a la luz el Semanario ‘Rumbos’, que se mantendrá en circulación durante cuatro años, teniendo como Director Responsable a Nelson González Acuña y como Secretario de Redacción a Jesús E. Perdomo.
No constituye un órgano oficial de la Escuela Industrial, pero en los hechos actúa como tal, sirviendo de caja de resonancia para sus realizaciones y problemas.
‘Rumbos’ sería impreso en los Talleres de Imprenta de la Escuela por el tipógrafo Ismael B. Páez, realizando su corte y armado Teresa Olivera de Perdomo y las cobranzas Mirto Palarín.
A través de sus breves cuatro años de vida, ‘Rumbos’ marca una personalidad periodística muy definida, constituyéndose en uno de los semanarios más completos de la ‘prensa chacarera’: enfoque certero de todo tipo de temas, inquietudes históricas y culturales, atención a la actividad social, lenguaje ágil, presentación moderna y llamativa.¿Como caracterizar el estilo propio de ‘Rumbos’?
Nada más típico del semanario que los sabrosísimos ‘Picotazos’, realización de su Director Nelson González. Salpicando aquí y allá las seis páginas habituales del periódico, aparecen – junto a la viñeta de un gallito – breves estrofas que, con implacable precisión, opinan, critican, comentan, estimulan…
Así, comentando subas de productos alimenticios:
‘Sobre platos voladores
dan cátedra en las esquinas
y no falta quién opina
que estos platos aviadores
son manjares tentadores
¡que el pobre ve y no cocina!”
(22 de julio de 1965)
A propósito de las riquezas de nuestra tierra:
‘Buscan petróleo en la tierra
uranio y otros mezclajes
de hierro su porcentaje
y otras cosas que ella encierra,
pero no encuentran en ella
los brazos que la trabajen’
(16 de julio de 1964)”
Con este estilo directo, de indudable comunicación popular, “Rumbos” encaró infinitas veces la problemática de la Escuela Industrial. Así como “Rumbos” respaldó la etapa privada de la Escuela, también apoyó calurosamente las gestiones tendientes a colocarla en la órbita de la Universidad del Trabajo del Uruguay, única solución que entonces se veía como viable.
Por ejemplo, así informaba a sus lectores sobre la exposición efectuada en Cámaras el 21 de setiembre de 1964:
“En la progresista localidad rochense de Castillos ha surgido, como resultado de un esfuerzo colectivo de la población, la existencia de una Escuela Industrial que desde hace nueve años viene capacitando un número importante de alumnos. Actualmente ese establecimiento tiene cincuenta alumnos, lo cual supone, además del Director y la Administradora, la existencia de ocho maestros que enseñan diversos oficios y capacitan de distinta manera a la juventud que pasa por sus aulas. Este esfuerzo que se realiza hace más de nueve años, cada vez es más difícil conservarlo con los solos recursos particulares que derivan de la acumulación espontánea de generosidad privada. De allí pues que haya surgido la idea de la oficialización para que sea la Universidad del Trabajo la que se haga cargo del mantenimiento y desarrollo de este instituto docente.
Esa solución, que debería hacerse naturalmente sobre la base de conservar el plantel de Director y Profesores actuales, permitirá ampliar considerablemente el número de alumnos y asegurar la estabilidad de la institución que se ve seriamente comprometida desde el momento en que su principal fuente de recursos son los que derivan de la explotación de sus trabajos.
Se trata de un instituto prestigioso que abre nuevos horizontes a la juventud de Castillos y que está rodeado de la más amplia solidaridad popular.
La oficialización por parte de la Universidad del Trabajo el Uruguay abriría la posibilidad de una necesaria armonización de los puntos de vista y de los esfuerzos privados que han tomado la iniciativa, con el respaldo público representado por el organismo estatal competente.
En consecuencia creemos que con esta oficialización no sólo se hará un bien a la ciudad de Castillos y a toda la zona cincundante, no sólo se permitirá sobrevivir un hermoso esfuerzo del idealismo de un grupo de hombres resueltos y voluntariosos, sino que se permitirá al organismo docente estatal mejorar el cumplimiento de sus servicios.”
A partir de ese momento se abre una etapa ardua y compleja de negociaciones entre los responsables de la Escuela Popular privada y las autoridades y técnicos de UTU. No resultó fácil conciliar puntos de vista y exigencias pero al fin se logró. Y gracias a todos esos empeñosos “negociadores” de ambas partes, hoy Castillos puede enorgullecerse de esa floreciente realidad que es su Escuela Técnica.
A partir de 1966 comienza la etapa oficial bajo la órbita de la Universidad del Trabajo del Uruguay.
Y llegamos a hoy
Heredera de aquel sueño, la ESCUELA TÉCNICA DE CASTILLOS continuó por el rumbo marcado por aquel puñado de idealistas que contra viento y marea lograron durante diez años, mantener viva la llama de la esperanza para tantos jóvenes que necesitaban recibir formación industrial para mejorar sus vidas.
Supo incrementar las posibilidades de estudio para gente de todas las edades y ofrecer multiplicidad de cursos y propuestas, que dieron respuesta a las inquietudes de los pobladores de esta zona de nuestro departamento.
Al habilitarse el Ciclo Básico permitió también el ingreso de alumnos que dejaban primaria para encaminarse a su formación secundaria, complementada en la Escuela con el aprendizaje simultáneo de algún taller y sembraba en ellos el deseo de realizar en el futuro otros cursos de formación técnica.
Tanto apreciaba la sociedad castillense el prestigio educativo que había logrado la Escuela Industrial, (devenida desde 1966 en Escuela Técnica), que el paseo obligado de fin de año era visitar la Muestra de Fin de Cursos. Centenares de personas se agolpaban frente a la puerta de entrada esperando la apertura de la misma para ingresar a presenciar los trabajos realizados por los alumnos y profesores durante el año lectivo.
Un imponente y caótico río humano ingresaba durante el sábado y domingo en que se celebraban las muestras, recorriendo, poco menos que impelida por la propia gente cada uno de los salones a “apreciar” las tareas expuestas.
Decimos “apreciar” entre comillas, pues era así. El primer día el impulso propio de la muchedumbre empujaba literalmente en una verdadera marea humana a los visitantes de tal modo, que recién el segundo día, ya un poco más calmado el flujo de visitantes se podía disfrutar más en detalle cada exhibición.
Durante muchísimos años (felizmente) esa era la impronta de la oferta educativa que brindaba la Escuela.
En los últimos años se aprecia un descenso en el alumnado y en la capacidad de dar respuesta a inquietudes de estudio para la comunidad castillense y su zona de influencia – consecuencia palpable de políticas educativas que desconocen muchas veces las necesidades y aspiraciones de cada región y su población – y que por lógica se ve reflejada en la muestra de fin de cursos.
De las autoridades actuales – nacionales y locales – depende potenciar las ofertas educativas a brindar a la población y continuar el legado de aquellos luchadores que plantaron la simiente de la educación industrial a partir de aquel sueño que se transformó, con dedicación, sacrificios y trabajo en aquella anhelada, añorada y siempre recordada Escuela Industria Popular de Castillos.
Está ese legado histórico que mantener, hay una gesta poco menos que heroica en sus comienzos, hay entre estas venerables paredes recuerdos de denodados esfuerzos colectivos y personales en pos de una concreción, que se deben valorar.
Así como la inicial Escuela Industrial tuvo sus altibajos en su devenir, también hoy se perciben, como desafíos agregados al quehacer educativo, otras vicisitudes.
Pero, inspirados en aquellos visionarios, la Escuela Técnica de Castillos, debe continuar con el destino que propició su puesta en marcha: la educación para los hijos de esta comarca.
Si es preciso, habrá que invocar los inquietos espíritus de los ciudadanos de ayer, que resueltos y voluntariosos lanzaron su ejemplo para hacer realidad su anhelado sueño.
No hay peor pecado que la apatía y la resignación no es el camino.
Una vez más, pueblo y autoridades tienen la palabra.
¡Porqué seguimos creyendo que educar es dar riqueza!
¡GRACIAS!
A los fundadores de la
Escuela Industrial de Castillos
Hubo un sueño lanzado a los vientos
con un rumbo brillante de auroras
que en el arduo trajín de las horas
trajo ricas cosechas sin cuento…
Esa siembra fecunda y constante
tuvo el premio que brinda el trabajo,
medio siglo después el badajo
de alborozo repica vibrante…
La enseñanza industrial tan querida
-arropada en el pueblo alumbró-
y en los oros de abril se encontró
apostando al trabajo y la vida…
¡Salve insigne gestor de esa idea!
¡Salve! dicen mil voces que cantan,
y en ofrenda sus manos levantan
cual pendones de gloria que ondean…
Ese sueño aún sigue presente
-lo asumimos cual digno preludio-
al constante apostar del estudio
que sembró, ha medio siglo, otra gente…
Hay un ¡Gracias!, en estas paredes
en los patios, las aulas, talleres…
Y el presente, con viejos ayeres
¡agradecen la lucha de ustedes!
H. Ochoa Sayanes (2006)
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