Ion Barros Knebel
SUMARIO: 1. Prólogo – 2. Antecedentes – 3. Juan Antonio Presa – 4. En las sierras del Alférez – 5. La fundación de Rocha – 6. Parentescos – 7. Descendencia – 8. Epílogo – 9. Bibliografía y fuentes
1. Prólogo
Hace una punta de años me tocó en suerte estar a cargo de una explotación agropecuaria en la zona de Puntas del Alférez. Esta posición, prolongada por bastante tiempo me permitió conocer bien la zona y su gente; tanto que se fue generando un particular afecto hacia el lugar. Tenía ya conocimiento de algunos datos de otras épocas de diversas fuentes, así que fue sólo tirar de la punta de la madeja para acabar tejiendo una pequeña gran historia, una que nos habla de gente común viviendo sus vidas como cualquiera de nosotros. Las historias nacional y universal cobran vital sentido cuando se entrelazan con la historia local, con la de las personas interactuando entre ellas, uniendo hechos, lugares y épocas.
El relato que sigue refiere a uno de esos personajes bastante anónimos, que no trascendieron como otros más conocidos, pero que hicieron su importante aporte a la sociedad en su medida y momento.
2. Antecedentes
El desarrollo de las colonias españolas en América del Sur tuvo su comienzo y mayor expansión en Centroamérica y la costa del Pacífico, al punto que el Virreinato del Perú estaba completamente establecido y organizado cuando la región del Río de la Plata, sin embargo, se encontraba prácticamente virgen. España había descuidado notoriamente su porción de conquista en el este del continente; con excepción de la introducción del ganado por Hernandarias en 1611 y 1617, no hubo intentos de poblar esta región hasta que se encontraron con el hecho consumado de la fundación de Colonia del Sacramento por los portugueses en 1680, hecho que obligó a los españoles a recuperarla por su evidente valor estratégico. A partir de ahí entonces, España asumió la necesidad de poblar el territorio para hacerlo suyo en los hechos más que en los papeles. Con el tratado de Madrid o de la Permuta, el límite de los imperios llegaba casi a Maldonado, y la realidad es que la pretensión portuguesa siempre fue de hacer llegar su límite hasta el mismo Río de la Plata. Denunciado dicho tratado, el Rey mandó al mariscal Pedro de Cevallos, entonces Gobernador de Buenos Aires, a recuperar territorios en manos de portugueses y poblarlos lo más prontamente posible.
Es en este contexto que Cevallos, de regreso de su exitosa campaña por el sur de Brasil, viajó con varias familias azorianas y tras una dificultosa travesía con carretas y sus pertenencias, llegando a un paraje entre los arroyos Maldonado Grande y Chico (Arroyo San Carlos) y procedió a la fundación de la ciudad de San Carlos en junio de 1763, cuando Maldonado llevaba ya ocho años de existencia. Los inmigrantes azorianos entre los que habían familias ya formadas, matrimonios e incluso personas solas, habían llegado al Brasil destinados a poblar territorios que son los hoy estados de Santa Catarina y Río Grande do Sul y buscaban como todo colono, una mejor vida para ellos y su gente. Así, adoptaron este lugar como su hogar, dándose el hecho curioso de un asentamiento poblacional de portugueses en la Banda Oriental.
San Carlos pasa a tener jurisdicción sobre los partidos de Mataojo, Aiguá, José Ignacio, Garzón, Rocha, Don Carlos y Chafalote, por lo que naturalmente los orígenes del departamento de Rocha tienen sus raíces en el de Maldonado en general, pero en particular en la población de San Carlos, ya que de ésta viene el primer núcleo poblacional de la futura ciudad de Rocha, además que entre San Carlos-Maldonado y la plaza fuerte de Santa Teresa no había población ninguna más que alguna Guardia Real.
3. Juan Antonio Presa
Por aquellos tiempos, Maldonado era fundamentalmente una plaza militar en la que efectivos de diversos orígenes eran destinados a tareas de defensa, vigilancia, construcción de fortificaciones y demás. Uno de ellos era Juan Antonio Presa, quien había nacido en el Obispado de Tui, pequeño poblado de Galicia a orillas del Río Miño en 1757 y era hijo de Antonio Presa e Inés Grandal. Tiempo después de fundada San Carlos, Presa fue destinado a la zona como Sargento de Caballería del Regimiento de Voluntarios de Maldonado.
Una de las primeras familias azorianas venidas con Cevallos a lo que sería la ciudad de San Carlos era la formada por el matrimonio de Manuel Lorenzo y Lucía de la Concepción Martínez, quienes obtuvieron tierras entre el arroyo José Ignacio y Cañada Bellaca en 1778. Una hija de ambos, Lucía Lorenzo Martínez casó con el soldado dragón Francisco Andrés Casales, y tuvieron una hija nacida en Maldonado en 1766 llamada María Francisca Cándida.
Por esos azares de la vida cuyos detalles desconocemos, Juan Antonio Presa Grandal y María Francisca Cándida Casales Lorenzo terminaron conociéndose y casaron en la Villa de San Carlos en 1780.
Era ésta la época cuando comenzaban a asentarse los primeros vecinos en los campos con el objetivo de dedicarse a la explotación agropecuaria, básicamente la cría de ganado vacuno en ese momento. Algún tiempo después vendrían también algunos cultivos y las primeras tahonas que además de procesar los mismos proveerían de insumos a los pobladores y más adelante aún los lanares y otros adelantos. Pero no avancemos más por ahora, quedemos en el tiempo en que Presa, ya casado y con una familia por venir buscaba un lugar donde establecerse haciendo lo que sabía y gustaba, viviendo del campo.
Circunstancialmente conoció a un español de nombre Antonio Ortas quien ocupaba un campo en el paraje hoy conocido como “Puntas del Alférez”, es decir del lado este de las nacientes del arroyo Alférez. Ortas, quien incluso había comenzado a levantar un rancho en el lugar, estaba por regresar a España definitivamente, por lo cual en un simple papel, cedió dicho campo a Presa. Ya en ese momento, desde por lo menos 1778, se encontraba establecido el vecino Matheo Rocha ocupando un campo que iba de lo de Ortas al actual Paso de la Cruz.
Recordemos que luego de la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 y el posterior tratado de San Ildefonso, el Rey se vio en la necesidad de poblar urgentemente la campaña, misma que ya tenía pero que ahora fue subsanando con la entrega de campos de las “Estancias del Rey” y otras tierras fiscales mediante los instrumentos de otorgar suertes de estancia por servicios realizados o por denuncia de campos realengos.
4. En las Sierras del Alférez
Es así que Juan Antonio Presa se encontró en posesión del campo tras lo cual terminó el rancho comenzado, hizo un corral y lo pobló con ganado y yeguas. Dadas la circunstancias en que llegó al lugar, resolvió presentarse a la Corona Española a denunciar esos campos realengos, trámite que presentó el 9 de mayo de 1787 ante el Intendente General de Ejército y Real Hacienda del Virreinato, Francisco de Paula Sanz y fue admitido el 25 de mayo. Al ser un proceso largo y engorroso nombró como apoderado a Gerónimo de Olloniego para que se encargara de la gestión del mismo. Olloniego fue luego yerno de Francisco Maroñas, gallego venido como soldado infante del Regimiento de Mallorca, que tuvo estancia en “India Muerta” además de otros parajes y diera con el tiempo nombre al conocido barrio del Hipódromo de Montevideo.
Como parte de los procedimientos se designó a José Francisco Umarán juez comisionado para realizar las diligencias de mensura, las que comenzaron efectivamente el 13 de febrero de 1789, declarando éste: “Entre las Cabezeras de los Arroyos nombrados Rocha y Alférez a trese de Febrero de mil setecientos ochenta y nueve, Yo Dn. José Francisco de Umaran, Juez Comisionado, para evaquar las diligencias que en el antecedente Despacho se me encargan, con audiencia y sitasion del Denunciador Dn. Juan Antonio Presa, y acompañado de los testigos de mi assistensia Don Faustino de Acosta y Don Antonio Morales, pasé a averiguar la calidad de realengo de el Terreno, que en la Denuncia consta, e informado de varias personas, hallé ver Realengo, y que en ellos principio á hacer un rancho Antonio de Ortas, que por casado regreso á España, y despues no ha tenido quien lo ocupe, hasta que de seis Meses a esta parte, lebantó en él Corral y Rancho Don Juan Antonio Presa ocupandolo tambien con algun Ganado y Yeguas, Cuya diligencia practicada en los terminos que arriba se manifiestan la firmé para que conste, junto con los testigos de mi assitencia=José Fco. Umaran – Faustino de Acosta.”
Umarán, con la presencia de Juan A. Presa, los testigos Faustino de Acosta y Antonio Morales, los peritos agrimensores Juan Martínez y Manuel Correa, de los vecinos linderos José Francisco de Acuña, Alexos Allones, Matheo de Rocha, José de Rocha, Francisco Silbeyra, Francisco Gómez y otras varias personas, entre ellas dos “vecinos estanciados”, Juan Balladares y Manuel Núñez dieron inicio al relevamiento el 19 de febrero.
En resumen y utilizando las referencias actualmente conocidas, la mensura comenzó en la punta sur de la Sierra de los Rocha hacia el norte por el arroyo del Oeste hasta “Siete Cerros”, unas dos y tres cuartos leguas, yendo aproximadamente por lo que hoy llamamos el Camino de la Sierra; de ahí hacia el oeste hasta llegar al arroyo Alférez, una y media legua; de allí por la costa del arroyo hacia el sur, es decir hacia sus nacientes hasta llegar al Cerro Negro unas tres leguas, y de este lugar hacia el este por un rumbo aproximado al que hoy tiene la ruta 109, una legua hasta llegar al lugar de inicio. Si bien la mensura no proporciona la superficie, cálculos posteriores nos hablan de 3,6 leguas cuadradas, unas 10.900 hectáreas aproximadamente. Luego de practicada la mensura, Umarán designó tasadores en las personas de Juan Balladares y Manuel Núñez, “sugetos Ydoneos y versados en esta materia, y tambien asendados en Jurisdicción de esta Villa de San Carlos”. Luego que les tomara juramento, procedieron a tasar el campo y ambos coincidieron respecto del valor del mismo es de sesenta pesos corrientes como justo precio.
La mensura también especifica sus vecinos linderos. Al norte José Francisco de Acuña; estos campos luego fueron de Tomás Corbo, algunos de cuyos descendientes aún están en la zona. Tomás Corbo, natural de Salamanca, vino con su esposa Isabel Sutil a San Carlos, y dos de sus hijos, Bernardo e Isidro, figuran años más tarde en planos de esos campos. Al este Matheo de Rocha, quien como vimos estaba desde antes. Al sur Alejo Allones, gallego casado con la azoriana María de las Candelas Olivera, fallecido en 1800. Y al oeste, del otro lado del Alférez, Silvestre de Sosa, casado con Catalina Páez quien adquirió su campo por denuncia hecha al Virreinato de Buenos Aires y cuyas tierras después de corridos los trámites de estilo le fueron concedidas en absoluta propiedad por el Marqués de Loreto, Virrey de las Provincias del Plata en octubre de 1789, teniendo el campo concedido según la referida denuncia los siguientes límites: por un frente al este, tierras de Juan Antonio Presa, arroyo del Alférez por medio por el sur, terrenos de Matías Machado, al oeste, terrenos de Gerónimo Muniz y al norte, arroyo Valdivia por medio con Antonio Graña.
Recordemos también que en la época además de no haber poblaciones, no había caminos ni alambrados ni diligencias y los ranchos en la campaña eran muy escasos aún. El transporte era sólo a caballo, eventualmente a pie para el que no tenía uno (situación bastante poco común por otra parte), y carretas para las cargas. Es un interesante ejercicio imaginarnos cómo se trasladaría Presa a esos campos en aquel tiempo. Por nuestra parte, imaginamos que saldría de San Carlos por lo que hoy es el camino de Cañada Bellaca, yendo por la sierra de Las Cañas al oeste del arroyo José Ignacio hacia sus nacientes y de ahí por lo que hoy es el camino de Los Cerrillos hasta el Cerro Negro; pero en fin, hay innumerables alternativas, sobre todo cuando a uno no lo paran ni alambres ni nada, tan sólo los accidentes naturales.
Siguiendo el proceso; en San Carlos, al no haber pregonero, las autoridades mandaron que se fijaran edictos en los pasajes públicos y acostumbrados de la villa, por lo que los pregones ordenados a Presa, fueron sustituidos por dos edictos con todos los detalles ya conocidos y fueron fijados “el uno en la Esquina de Plaza de esta Villa, viviendo en la casa que ocupa este lugar, Francisco Cancela, y el otro de igual tenor en la misma Plaza, Casa de Manuel Francisco Lopez” el 22 de abril de 1789, donde debían permanecer por espacio de treinta días.
No sabemos por qué demoraron tanto los trámites, lo que sí sabemos es que el 12 de Noviembre de 1810 es “expedido por el Gobernador de Montevideo Don Gaspar Vigodet el competente título de propiedad a favor de Juan Antonio Presa, expediente en veinte y dos foxas utiles de papel comun”.
En 1824 el hijo, José Antonio Presa Casales, reclama sobras linderas de su padre (la punta sudoeste), las que le fueron adjudicadas el 16 de abril de 1825 por Carlos Federico Lecor, Barón de la Laguna, “Capitán General, Superintendente de la Hacienda de este Estado Cisplatino” y que incorporadas figuran en el plano de Agr. Julio Grossy de 9 de septiembre de 1839 que se levantó luego de fallecido Juan Antonio Presa.
Aparentemente, a resultas del ambiente revolucionario de principios de siglo XIX algo aconteció que Presa se vio obligado a pedir copia de los títulos de sus campos. Es así que en marzo de 1822 apareció Presa con un escrito explicando todo el proceso adquisitivo, aparentemente para que le dieran copia de los títulos. Decía el escrito: “… En este estado quedó el expediente (luego de la tasación), y yo en posesión del citado terreno, hasta que llamados por edictos todos los vecinos de la Campaña que mandó fijar este Gobierno en 1810 para que concurriesen con los títulos de propiedad que tubieren para satisfacer a S.M. los respectivos derechos esto es, aquel que no lo tuviese verificado por una moderada composicion, fui yo uno de los que en cumplimiento de dicho mandato me presente con las expresadas diligencias a este Gobierno para adquirir pleno dominio de los referidos terrenos, lo que no verifiqué antes a causa de los infinitos trastornos que sufrí en mis intereses, y haviendose aprobado aquellas con audiencia fiscal y pagados los derechos respectivos, se me expidió el título competente con fecha de 12 de Noviembre de dicho año de 1810; mas como este se me haya estrabiado con motivo de la rebolucion de esta campaña en años anteriores y necesitando ahora documentarme en devida forma, y que en lo subcesivo tenga un documento feaciente que acredite la propiedad que obtengo a los expresados terrenos: que haviendome por presentado se sirva mandar por el Escrivano se me de testimonio integro del expediente que se obro sobre el particular y existe en el Archibo…”. Le fue suministrada la copia según lo solicitado con fecha 27 de marzo de 1822.
5. La fundación de Rocha
Continuando con la política de poblar los territorios el Virrey Nicolás de Arredondo ordenó en 1792 al Ministro de Real Hacienda de Maldonado Rafael Pérez del Puerto el establecimiento de una población en la región. Para resumir un proceso del cual hay mucho escrito y bien – por tanto no es ésta la ocasión de entrar en detalles – Pérez del Puerto fundó el 21 de noviembre de 1793 la Villa de Nuestra Señora de los Remedios de Rocha. Las familias fundadoras tenían diversos orígenes, y entre ellas se encontraban algunas del núcleo fundacional de San Carlos o sus descendientes. Es así que vemos en los inicios mismos de la ciudad de Rocha nombres ya mencionados como Matheo de Rocha, su hijo Manuel, Tomás Corbo, Félix de Sosa (hijo de Silvestre) y por supuesto nuestro personaje Juan Antonio Presa y su esposa María Francisca Casales.
Como parte de la evolución de la Villa, en 1801 se instauró la figura de Alcalde de la Hermandad como máxima autoridad administrativa del poblado quien era elegido periódicamente por los vecinos del mismo, siendo el primer alcalde Miguel Antonio Zelayeta. A Juan Antonio Presa le cupo ser uno de los primeros en desempeñar tal función; fue Alcalde de la Hermandad de la Villa de Nuestra Señora de los Remedios de Rocha durante los años 1806 y 1807, años de la invasiones inglesas.
El 27 de noviembre de 1806 Presa mandó que del producto de la venta de abasto de carne se pusiera a disposición, mensualmente, la suma de veinticinco pesos para el establecimiento de una Escuela Pública, uno de los primeros centros de enseñanza en la Banda Oriental de entonces y que contó como su primer maestro a Juan Antonio López, sustituido en 1808 por José Calabuig y a su vez en 1813 por Pedro Carrasco hasta 1815. Esto, véase, unos 70 años antes del establecimiento de escuelas públicas por José P. Varela.
Constan sus intervenciones en asuntos administrativos de la comunidad referente a la regulación del abasto de carne, resolución de discrepancias entre vecinos, mantenimiento del orden y cuestiones por el estilo. Si bien la vida era bastante “básica” diríamos hoy con nuestros parámetros, el alcalde se constituía en la autoridad principal y atendía asuntos de diversa índole, hacía las veces de intendente, juez y la realidad es que era llamado para prácticamente todo.
En el padrón general de vecinos (cabezas de familia) levantado en la campaña de Rocha de 1824 vemos a Juan Antonio Presa y al hijo Manuel Eugenio figurando en el partido de Alférez al norte y también constan ambos en el Censo de Rocha de 1830, ya en vida independiente del Uruguay, por el partido del Alférez.
6. Parentescos
Estudiando los primeros pobladores y sus familias, llegamos a encontrar interesantes nexos entre ellos. Considerando la extrema escasez de gente en aquellos tiempos, no es de extrañar que quienes comenzaron a poblar los campos, terminaran relacionándose una y otra vez por diferentes vías. En parte y salvando las diferencias es más o menos lo mismo que pasa hoy; aunque solemos pensar que la movilidad es mucho mayor actualmente, lo cual si bien es cierto, vemos que en aquella época también había un intenso movimiento migratorio, con la diferencia que había muy poca gente comparando con nuestros días.
Había familias con muchas relaciones, y una de éstas era precisamente la de la esposa de Juan Antonio Presa. Como ya hemos visto, la familia de María Francisca Cándida Casales Lorenzo fue de las fundadoras de San Carlos y además contaban con una parentela grande. Los abuelos de María Francisca, la pareja Lorenzo-Martínez vinieron con seis hijos, el primero nacido en las mismas Islas Azores, y los demás ya nacidos en Santa Catarina y Río Grande. Lucía, hija de ambos, madre de Maria Francisca y por tanto suegra de Presa, casó luego de enviudar de Casales con Antonio Olivera, tío del recordado héroe nacional Cnel. Leonardo Olivera, hijo de Manuel Olivera y Ana Teyxeyra. El Coronel Leonardo Olivera, de brillante carrera militar y nacido en la zona, fue oportuna y merecidamente homenajeado al ponerle su nombre a la Ruta Nacional No. 9.
También encontramos a María Lorenzo Huertas, prima de María Francisca Casales, ya que era hija de Isidoro, hermano de Lucía Lorenzo y casado con Antonia Huertas. María Lorenzo, viuda de Juan Pío Cal de la Cancela, casó en segundas nupcias con Genaro Reyles (hijo de Enrique Rayle), quien llegó a San Carlos procedente de Manchester. Un hijo de ambos, Carlos Genaro Reyles Lorenzo tuvo una vida sumamente interesante que merece una nota en sí: se relacionó comercialmente con el comendador Domingo Faustino Correa (conocido hacendado riograndense que poseía grandes extensiones en la zona de Castillos) y a lo largo de una intensa existencia, terminó poseyendo campos en varios lugares, siendo su estancia preferida la muy conocida “El Paraíso” ubicada en Molles, Durazno. Reyles fue una persona de avanzada, innovador en técnicas agropecuarias y muy considerado entre sus relaciones; todo un personaje, quien en su matrimonio con María del Carmen Gutiérrez tuvo un hijo llamado Carlos Claudio Reyles, destacado en las letras nacionales.
Otro de los fundadores de Rocha, Jaime Altez, casado con Elena Páez fue consuegro de Presa, ya que una hija llamada María Eugenia casó en 1805 con José Antonio Presa Casales. Altez tenía campo entre el Sarandí de la Paloma y la cuchilla de la Mulita, cerca de allí, desde 1785.
Asimismo, Isidro Corbo, hijo de Tomás Corbo (como vimos, vecino al norte de Presa), casado con Ana Suárez también fue consuegro de Presa y por partida doble, ya que su hija Margarita Corbo Suárez casó con Manuel Presa Casales y Ángela Corbo Suárez casó con Alberto Presa Casales.
Manuel Sosa Páez (hijo de Silvestre, vecino de Presa arroyo Alférez de por medio y hermano de Félix), casado con María Ferreyra fue a su vez consuegro de Presa, ya que su hija Matilde Sosa Ferreyra casó con Ramón Gavino Presa Casales.
Entre los fundadores de San Carlos se encontraba Manuel Espíndola, casado con Clara Rosa de Sosa. Una de sus hijas, María Espíndola Sosa casó con Francisco Maroñas Manteyga, personaje muy conocido, ya mencionado. Otra de sus hijas, Antonia Espíndola Sosa, luego de enviudar de Joaquín Pérez de Estrada, casó en segundas nupcias con Miguel Antonio Herrera Gómez. Así resultó ser consuegra de Presa, ya que el hijo de ambos, Antonio Ramón Herrera Espíndola casó con Catalina de los Remedios Presa Casales. Agregamos que en casa de su cuñada Luisa Catalina Herrera Espíndola casada con Francisco José de Silva nació y se crió el poco reconocido músico Cayetano Silva, autor de la mundialmente célebre pieza militar llamada “Marcha de San Lorenzo”.
7. Descendencia
Presa fue una persona de familia y de trabajo que cumplió con su comunidad cuando se le solicitó, sin estridencias y sin llamar la atención, pero dejando una huella profunda y una gran descendencia.
Juan Antonio Presa Grandal falleció el 21 de noviembre de 1832. El acta de defunción que consta en Libro 1 (1794 a 1838), Folio 200, Párrafo 1 de la Parroquia de Rocha dice textualmente: “En veinte y uno de noviembre de mil ochocientos treinta y dos murió Dn. Juan Antonio Preza oriundo de Galicia hy esposo de Da. Francisca Casales, edad setenta y cinco años, recivio todos los sacramentos en veinte y dos de dicho mes, el Presbítero Dn. Manuel Herrera teniente cura de esta Parroquia, sepultó su cadáver en el cementerio de ella con entierro mayor, tres posas, vigilia, oficio y misa de cuerpo presente siendo testigos Dn. Pedro Carrasco e Ignacio Quintián. Por verdad lo firmé. Fray Manuel Rivero”.
Unos años después el agrimensor Julio Grossy realizó el 9 de septiembre de 1839 un plano en el que constan las hijuelas de Alberto, Manuel, Petrona, Jacinta, Serafina, José, Catalina, Ramón e Inés, nueve fracciones en total que totalizaban 9.754 hás. Evidentemente, a ese momento ya se había llevado a cabo la sucesión de Presa y lo que consta en aquél es el resultado de los repartos que hubo entre los hermanos.
Según el material al que hemos accedido, y sujeto a confirmación de algunos datos, sus hijos fueron: José Antonio (S. Carlos, 1783), Inés Gregoria (S. Carlos, 1786), José Segundo (S. Carlos, 1788), María de la Cruz (S. Carlos, 1790), Manuel Eugenio (S. Carlos, 1792), Catalina de los Remedios (Rocha, 1794), Petrona (Rocha, 1797), Ramón Gavino (Rocha, 1799), Josefa Jacinta (Rocha, 1802), Serafina Ramona (Rocha, 1805) y Alberto (Rocha, 1810).
Nos consta que años más tarde, en plena Guerra Grande, Manuel, Ramón e Inés Presa de Olivera fueron hostigados políticamente al punto que sus bienes fueron embargados a causa de su condición de “salvajes unitarios” en 1845. Es el mismo año en que se desarrolló la segunda Batalla de India Muerta a escasas seis leguas de allí, en la que el rosista General Justo José de Urquiza venció hábilmente a Fructuoso Rivera, quien huyó a Brasil y este hecho dejó prácticamente la campaña toda bajo el mando del Brigadier General Manuel Oribe en el Gobierno del Cerrito.
Hemos accedido a material que permite llegar a la descendencia de los Presa Casales casi hasta nuestros días en algunas de sus ramas, pero evidentemente excede el propósito de este artículo, aunque pretendemos hacerlo en algún momento.
Sin perjuicio de ello, comentamos al pasar que la descendencia contemporánea de los Presa en Rocha es abundante, y nosotros personalmente conocemos a varios de ellos en la actualidad.
Recordamos que Dominga Presa Corbo, hija de Manuel nacida en 1829, tuvo una actuación destacada en la nueva Iglesia de Rocha: “Así, el 17 de febrero de 1860, construidos ya los cimientos de la nave mayor y asistiendo las autoridades y numeroso público, se colocó solemnemente la piedra fundamental de la Iglesia que se ve hoy, siendo padrinos del acto el entonces Presidente de la República, Gabriel Antonio Pereira y su esposa Dolores Vidal de Pereira, representados el primero por el Jefe Político y de Policía de Maldonado, Coronel Gervasio Burgueño y la segunda, por Dominga Presa de Antuñano, una de las damas más distinguidas de la sociedad rochense de su tiempo” (A. Urioste, op.cit.)
Otro de los recordados es Eulogia Presa Corbo, hermana de la anteriormente citada, nacida en 1838 y viuda del Coronel Enrique Yarza, muerto en acción en Masoller, quién fuera una persona altamente apreciada en la sociedad de su época. Asimismo Eliseo Presa Rodríguez, en su momento secretario de la Intendencia Municipal de Rocha, político, director de “Tribuna Rochense”, periódico cuyo lema era “Para servir al departamento”, en tiempos de la Primera Guerra Mundial.
Personalmente, quiero mencionar a mi viejo gran amigo, quien lamentablemente ya no está entre nosotros, Clodomiro De León Presa, “Cholo”, descendiente de Claro Presa por línea materna, con quien nos unía una filial amistad y que guardo entre mis mayores afectos.
8. Epílogo
Para la época en que se verificaron los grandes cambios en la campaña durante el gobierno de Lorenzo Latorre, ya pocos Presa quedaban en el lugar. Algunos se habían trasladado a otros lugares; a Rocha y algunos incluso a Montevideo. Habían vendido o arrendado sus campos y no nos consta que hubiera alguno de ellos allí a principios del siglo XX.
A modo de ejemplo: contra el Alférez, Alberto, quien había comprado a su hermano Manuel, vendió su fracción a Benjamín Pagola y éste vendió a Camilo Domingo Pérez. Candelaria Presa, casada con Manuel José Ramos enajenó a su vez también a Pérez la fracción que había heredado de Alberto. Camilo Domingo Pérez instaló comercio en la casa del establecimiento que luego sería llamado “Las Cañadas”, el que siguió siendo regenteado luego de su muerte en 1880 por su viuda Mercedes Cabrera (a una legua al norte del lugar conocido como Laguna Blanca en la Ruta 109). Ese mismo comercio funcionaría también en el siglo siguiente hasta 1937 en manos de la firma “Aguiar Hermanos” como sucursal del comercio de ramos generales que éstos tenían en el Paso Real de Garzón. En esas casas, nos contaba hace muchos años el “Tano” Olivar, por una circunstancia fortuita se armó improvisadamente una gran reunión de vecinos de la zona y más allá, que regresaban de las luchas que se desarrollaron en el ámbito de la revolución de 1904. Aconteció que una vez herido de muerte Aparicio Saravia en aquel desgraciado episodio en Masoller y ordenada la dispersión de las tropas ante la inminente firma de la paz, los hombres de lucha venían juntos de retorno a sus casas. Allí blancos y colorados de éste y otros parajes celebraron su propia paz y reconciliación, comieron un asado y se fueron cada uno a su rancho. Al fin, aquellos hombres, antes que nada, eran vecinos.
Las fracciones al este, del lado de la Sierra de Rocha, fueron también vendidas y nuevos nombres aparecieron en su lugar, los más conocidos y que aún suenan en los oídos de los más veteranos son Francisco Correa, Pedro Álvarez, Cantalicio Fernández, Marcelino Olivera, Honorato Sosa, Máximo Olivera; algo más acá en el tiempo, los Batista, Fonseca, Guerra, González, Olivar, Vega, Cardozo, Rodríguez, Fernández, Larrosa y tantos más. Algunos de sus descendientes aún residen en la zona o cerca; estos campos se ubican al este de los descriptos arriba, al sur de la conocida y prestigiosa Cabaña “El Peñasco”, al oeste del Camino de la Sierra y al norte de la Ruta 109.
Hoy la fisonomía de estos campos ha cambiado notablemente con la forestación; al recorrer no parece ser el mismo lugar que tanto conociéramos cuando realizábamos nuestro trabajo, de un modo no tan diferente a como lo hiciera aquella gente que acabamos de recordar.
Esta historia es claramente incompleta, ella crecerá en la medida que reciba nueva luz. Es dedicada a todos quienes hicieron del campo su vida y lucharon por esta tierra. A quienes amaron y sufrieron por este trozo del mundo, en el error o en el acierto, no los olvidemos. Demos el lugar que merecen a quienes nos antecedieron, ellos son los que lograron que nosotros hoy disfrutemos el legado. Prestemos atención a nuestra historia, ya que en ella reside nuestro futuro y cuidemos nuestra tierra madre, es la que recibirán los que nos siguen.
9. Bibliografía y fuentes
- Parroquia Nuestra Señora de los Remedios de Rocha – Archivo Parroquial
- Archivo General de la Nación – Archivo Judicial, Escribanía de Gobierno y Hacienda.
- Pagola, Brenda – “…Y ellos les dieron vida”
- Martínez Rovira, Eduardo – “A pie y a caballo por los campos de Maldonado”
- Martínez Rovira, Eduardo – “Entre el olvido y la memoria”
- Yacobazzo, Marlene – “Rocha – Testimonio de dos siglos”
- Urioste, Antero – Ensayo de una Bibliografía, Cartografía e Iconografía del depto. de Rocha 1516-1945
- Fajardo Terán, Florencia – “Historia de la Ciudad de Rocha”
- Domínguez, Raquel – “Don Felipe Teixeira, vecino fundador de San Carlos” (Revista del I.E.G.U. Nro. 22, año 2000)
- Velázquez, Víctor – India Muerta, 1845 (Revista Histórica Rochense, Nov. 2009)
- Araújo, Orestes – Diccionario Geográfico de Uruguay
- Romano García, Martín – www.martin.romano.org (Ana Varela, correspondencia)
- M.T.O.P. – Dirección de Topografía – Dirección de Hidrografía
- Intendencia Municipal de Rocha – Biblioteca – Museo Departamental
- Intendencia Municipal de Maldonado – Biblioteca (Casa de la Cultura)
- Documentaciones dominiales particulares.
- Entrevistas: Cayetano Olivar O’Brien, Perla Batista Correa de Nieves, Olga Aguiar Silvera, Carlos Aguiar Cotelo.
- Colaboración: Betty Cítera, Matilde Rodríguez, Estrella Izaguirre.
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