Julio Dornel
“Rumano de trote largo
Don Samuel de la frontera,
aprisionaste el destino
con fuerte mano sincera…”
SUMARIO: 1. A modo de introducción – 2. Samuel: el hombre – 3. El nacimiento del mito – 4. Samuel y el deporte – 5. Samuel: el benefactor del departamento
1. A modo de introducción
Cuando transitamos por los caminos de la investigación histórica pretendiendo recuperar datos y documentos de la identidad local nos encontramos con varios personajes que se han ganado por derecho propio un lugar destacado en la cultura popular de esta frontera.
Nadie duda que nuestros antepasados dejaron huellas muy profundas en este enclave fronterizo que fue tierra natal para algunos y de adopción para otros, que llegaron un día con sus valijas llenas de ilusiones en procura de mejores horizontes.
Todo comenzó cuando don José Rodríguez fue facilitando la construcción de los primeros ranchos fraccionando campos y dando facilidades para la compra de los terrenos. Para los historiadores locales fueron estos ranchos de adobe y paja brava los que le fueron otorgando a Chuy una fisonomía de núcleo poblado, donde se fueron instalando los primeros comercios y oficinas públicas entre las que se destacaban la comisaría y la administración de aduanas.
Han transcurrido más de 100 años desde el momento que la comisión vecinal integrada por los hombres más representativos tomó a su cargo la administración del rancherío en una especie de Junta Local, sin imaginar que algún día se podría transformar en el mayor centro turístico-comercial del departamento.
Según consta en los documentos de la época “el 31 de enero del año 1888 reunidas las personas nombradas por la Honorable Junta Económico Administrativa del Departamento para desempeñar la comisión de esta localidad, resolvieron proceder al nombramiento de los respectivos cargos; Presidente Antonio Fossati, secretario León Ventura y vocales Francisco Olivera, Juan Rodríguez y Ezequiel Silveira.”
Chuy-Chui enclave estratégico de nuestros límites con Brasil ha soportado durante un siglo la gravitación impuesta por las variantes económicas de ambos países, alternando su desarrollo de ambos lados de la línea divisoria. Sus folclóricas costumbres se fueron arraigando a través de varias generaciones otorgándole un sello propio basado en el consumismo y gravitando en forma solapada, detrás de su aldeana modestia, en el concierto turístico y comercial del departamento. Es fácil advertir además que su entorno geográfico benigno y acogedor ha facilitado el crecimiento de un tumultuoso mosaico de nacionalidades y un desordenado crecimiento demográfico. Esta frontera ha tenido siempre un encanto muy especial derivado fundamentalmente de esa mezcla de nacionalidades que se fueron afincando en la zona a partir de las primeras décadas del siglo pasado. Ese entorno atrapante estuvo relacionado desde el primer momento en el “yeitiño” que se encontraba siempre para ir dribleando con mucha cintura las dificultades que se iban presentando. Por aquellos años la frontera comenzaba a recorrer un largo y difícil camino para ir ocupando lentamente un lugar de relevancia en el departamento. Sin contar con el apoyo oficial que siempre se necesita para promover el desarrollo zonal, la aldea fue creciendo en torno a ese poder irresistible que ha ejercido siempre su línea divisoria tendida entre los arroyos Chuy y San Miguel. Costumbres tradicionales donde se mezclaba la alegría y la “saudade” fueron cimentando la unificación de dos pueblos hermanos que se negaban a validar la limitación geográfica establecida en los tratados internacionales. La tranquilidad y la alegría se alternaban durante algunos meses cuando las pocas familias del rancherío inicial debían soportar las largas ausencias de sus “bagayeros” y contrabandistas.
Sin embargo el esfuerzo y el espíritu progresista de sus habitantes fue generando una convivencia muy especial y determinando un crecimiento desordenado. En ese conglomerado de razas fue surgiendo simultáneamente un mosaico de idiomas, costumbres y tradiciones que se unían en el trabajo, en el mate amargo y en las reuniones familiares para ir construyendo una sola nacionalidad por encima de la línea divisoria. En principio se mantuvieron algunos grupos representativos que luego fueron desapareciendo con el paso de los años.
Era fácil identificar al hombre del pueblo, al del campo y también a quienes sobrevivían en la costa atlántica. Por un lado la mezcla idiomática de los “baisanos”, en el litoral atlántico los hombres de piel curtida por el aire del mar y por otro lado los gauchos manteniendo intacta la tradición y el apego a los asados, el carretero, y el charque.
Posteriormente la febril actividad comercial de algunas décadas (60-70-80) fueron creando generosamente un bienestar que pensamos eterno. Sin embargo los nuevos tiempos nos fueron demostrando otra realidad que nunca hubiéramos imaginado. De todas maneras corresponde destacar el auge experimentado en aquella oportunidad y la participación que pueden haber tenido nuestros antepasados en el desarrollo de esta frontera, superando las dificultades y luchando contra viento y marea para vencer el aislamiento y la falta de comunicaciones.
Fueron llegando luego los primeros soñadores con ganas de comerciar, instalando sus “lojas” y boliches sobre la línea divisoria. Es fácil imaginar la partida desde su tierra natal embarcándose en pequeños navíos para cruzar el Atlántico en su primer desafío como integrantes de una tripulación sin destino. El rancherío inicial contó desde el primer momento con la presencia de algunas personas que por distintas circunstancias se fueron destacando entre el vecindario, sin que por ello se pudiera desentrañar el misterio que los hacía ocupar un lugar de relevancia en la sociedad que comenzaba a surgir sobre la línea divisoria. Junto a la historia de estos hombres y sus respectivas familias podemos escribir también la historia de los primeros ranchos, de los caminos polvorientos y de las oficinas públicas representadas por la aduana y la comisaría. Fueron años marcados por las carencias, las adversidades, el trabajo duro y el sacrificio al máximo para ir modelando su perfil ciudadano.
2. Samuel: el hombre
Muchos hombres han participado de distinta manera en esta cruzada, apuntando al desarrollo zonal sin tener en cuenta su propio bienestar. Uno de ellos, fue sin ninguna duda un joven rumano llamado Samuel Priliac, nacido el 16 de enero del año 1909 en una pequeña ciudad de la antigua Moldavia, que llegara accidentalmente a nuestra frontera en el año 1931, teniendo como punto de destino el puerto de Santos donde se embarcaría para su tierra natal al haber fracasado su aventura americana en busca de nuevos horizontes. Con 22 años había llegado al puerto de Buenos Aires en el vapor “Asturias” de la Compañía Inglesaque traía en sus bodegas algunos inmigrantes que también soñaban con la “tierra prometida”. Se aloja por algunos meses en forma gratuita en un hotel destinado a los inmigrantes, mientras realiza algunos trabajos en el puerto. Posteriormente y por recomendación de un “paisano” consigue trabajo en el frigorífico “La Negra” de Avellaneda, donde comienza a descubrir el fútbol acompañando al equipo de Racing por las canchas de Buenos Aires.
Sin embargo el brillante porvenir con que sueñan los inmigrantes no aparecía por ningún lado y al cabo de un año resuelve volver a su patria. De esta manera y considerando una situación bastante apremiante, planifica un itinerario muy original para el retorno, viajando por tierra hasta el puerto de Santos en Brasil donde se embarcaría hacia Europa. Sin embargo este viaje nunca se realizaría completamente, pues el amor sellaría definitivamente el destino del inmigrante al tratar de cruzar la frontera.
Eran los tiempos heroicos de las diligencias pero Samuel había elegido el caballo para su última etapa en tierras rochenses, siendo acompañado por un inmigrante alemán que se dirigía a la ciudad de Lascano. Si bien su próximo destino era Santos al cruzar la frontera conoció a Dominga Hernández y los planes del regreso conjuntamente con el pasaporte fueron cambiados por la libreta de matrimonio.
3. El nacimiento del mito
En forma simultanea a su matrimonio instaló su boliche en el bajo de la calle principal, que zigzagueando entre los desniveles del terreno pretendía sin éxito demarcar los limites entre ambos países. Comerciante de mente clara y poseedor de una rica imaginación tenía un don muy especial para vender “regalando”. Hacía gala de una memoria extraordinaria para recordar a sus clientes que invariablemente se hacían acreedores a sus sombreros, ticholos, rapaduras o alguna caña “Para Ti”.
La generosidad fue el rasgo predominante de su vida y estamos seguros que pasó por ella pensando en los niños, en los ancianos, en las escuelas y en los hospitales. Era demasiado conocido para pasar desapercibido ante las multitudes que llegaban anualmente a la frontera. Fue durante muchos años la máxima atracción comercial de la frontera, punto obligado del turismo de compras y complemento ideal para que los veraneantes de la costa atlántica y los parques nacionales de Santa Teresa y San Miguel se largaran hasta la línea divisoria para abastecerse en el boliche de “Casa SAMUEL”. Una construcción tan antigua como modesta donde el turista encontraba los más variados artículos de almacén, tienda y bazar al que le faltaba solamente el nombre de “ramos generales” que solían ostentar los comercios de nuestra campaña.
La popularidad del negocio estaba centralizada en la personalidad de Samuel – un verdadero icono – que nunca se preocupó por la mala ubicación del comercio sobre los últimos metros de la zona urbana, teniendo que pasar previamente por otros negocios similares entre los que recordamos a “Estrella Hermanos”, Casa “Brasilia”, “Maracaná”, “Santa Elena”, “Casa Paris” y alguna otra que pudiera significar una competencia comercial.
Un periodista de la época, Luis Ferreira señalaba en su crónica publicada en la revista “REPORTER” que “el espectáculo comenzaba cuando se ingresaba al comercio. Cerca de la puerta, seguido de una urbe de exigentes compradores que piden más regalos estaba el hombre; bajo, gordo, cuello corto, ojos negros rasgados, en perpetuo movimiento, sonrisa permanente, camisa a cuadros y gorra de vasco. Desde su llegada y antes de que los turistas compraran nada ya estaban recibiendo regalos que Samuel sacaba de sus bolsillos como si fueran las alforjas de un mago. Todo es rápido, al paso, como un ballet bien ensayado. Difícilmente se detenga para hablar con alguien y si lo hace no será por más de 20 segundos. Es toda una técnica, Samuel no enfrenta a su clientes, los soslaya”. De esa manera iban saliendo de sus bolsillos las baratijas más variadas; llaveros, cuchillos, patas de conejo y alguna pieza de porcelana que lograban entretener a los clientes mientras recargaban las pilas para ingresar como autómatas al mundo fantástico de las compras.
La verdadera popularidad le llega a partir del año 1950 cuando las grandes compañías del transporte nacional comienzan a organizar sus excursiones a la frontera. Encuestas realizadas en aquellos años señalaban que el 85 % del turismo que llegaba a Rocha pasaba invariablemente por lo de Samuel.
4. Samuel y el deporte
A lo largo de la historia, el fútbol ha tenido siempre un capítulo reservado para los grandes dirigentes y para los hombres que como Samuel ocupan todos los cargos de una institución y que van desde la presidencia hasta el último vocal o desde el director técnico hasta el utilero. El deporte de esta frontera ha tenido en el fútbol su mayor exponente y por imperio del trabajo realizado por los dirigentes, técnicos y jugadores se han alcanzado títulos de relevancia zonal, departamental y nacional.
Para que el Club Nacional se transformara en la máxima expresión del fútbol local había mediado una circunstancia muy especial; la presencia de Samuel, protagonista inolvidable de las grandes hazañas tricolores. Esta institución fundada en el año 1933 comenzó con Samuel una extraordinaria aventura deportiva escribiendo juntos las páginas más hermosas de su historial deportivo. Desde el primer momento Samuel estuvo directamente vinculado al Club Nacional de Fútbol que fue en definitiva el cuadro de sus grandes satisfacciones y también de sus grandes desvelos.
En 1946 Nacional de Montevideo Campeón Uruguayo bajo la batuta de Aníbal Paz, el “Mono” Gambeta, Eusebio Tejera, Walter Gómez y Atilio García, organiza un torneo especial con la participación de todos los tricolores del país, lo que representaba una cita obligada para la gente de Samuel que mediante algunos jugadores en préstamo logró conformar un equipo respetable. Era una cita de honor para los campeones fronterizos que pasearon su señorío por el Parque Central, Palermo y el Franzini. Sin embargo una confusa reglamentación del torneo les quitó la máxima consagración al perder por un corner ante la representación de Fray Bentos. Defendieron a Nacional en esa oportunidad Paulino Gamón, Ariel Lasa, Darcy Techera, Ariel Decuadra, Andrés Moreno, Guillermo Clavero, Edgar Pérez, Ecino Pereira, Raúl Decuadra, el “Zorro” Ledesma, Rovera, Cavadini y Soria. Pero al margen de esta formación circunstancial, fueron muchos los jugadores asociados al Nacional de Samuel que llegaron hasta la frontera para ofrecer espectáculo, mejorar el nivel futbolístico y salir campeones con los tricolores. En breve repaso vamos recordando a José Pedro Silva de Treinta y Tres, Bartolomé Correa, Raúl Pérez – un argentino procedente de San Lorenzo-, Elbio Pellejero, Nino González, “Pototo” Cardoso, Mauregui, el brasileño “Filco”, el “Cambao” Rocha y muchos otros que vistieron la casaca tricolor. En el ámbito local el complemento ideal para forjar las grandes conquistas tricolores; el “Pelotilla” Da Costa, el “Beto” Viojo, el “Negro” Mario, Olid Pereira, “Landeco” Alvez, Wilson Priliac, Julio Veró y mil más que se han escapado de nuestra memoria.
Con el tiempo se haría justicia con su amor al deporte y a su trayectoria en el mundo futbolístico bautizando al estadio principal de Chuy con su nombre.
Por su comercio pasaron siempre las personalidades más ilustres de la política y el deporte. Allí nos encontrábamos con Aníbal Ciocca, el “Mono” Gambetta, Julio Pérez, Orlando Virgili y el inolvidable Atilio García. Por allí pasó para realizar las compras tradicionales el Presidente General Aviador Oscar Gestido cuando al ganar las elecciones del 66 se refugió por algunos días en el Histórico Parador de San Miguel. También llegaba anualmente el Presidente Luis Batlle para realizar solamente su compra habitual: una docena de latas ovaladas de sardinas “Coqueiro”.
5. Samuel : el benefactor del departamento
Falleció en 1974 con 65 años de edad, sabiendo que las reglas de juego estaban cambiando para el comercio fronterizo y que quizás la vida le estaba siendo muy generosa al evitarle sorpresas mayores.
Dos años antes el Rotary Club de la ciudad de Castillos le había otorgado el título de “BENEFACTOR DEL DEPARTAMENTO” haciéndole entrega de una medalla y el pergamino correspondiente. De esta manera el Rotary castillense otorgaba su primer premio, instituido con el objeto de homenajear a los hombres y mujeres del departamento que hubieran dedicado parte de su vida a servir a la comunidad. Se destacaba en las bases del certamen que “en la actualidad es más necesario que nunca exaltar en forma pública estos valores que con su ejemplo templan el alma y nos dan la seguridad de un mundo mejor, pretendiendo hacer justicia y dando de sí antes de pensar en sí. La medalla de oro, grabada especialmente para esta ocasión, con dos palmas en su anverso que simbolizaban la confraternidad y en el reverso la siguiente grabación: “PREMIO ROTARY CLUB DE CASTILLOS A SAMUEL PRILIAC. BENEFACTOR DEL DEPARTAMENTO DE ROCHA”. Se le entregó además un pergamino con palabras alusivas a la obra realizada y firmada por los cinco clubes rotarios del departamento.
El escribano Justo Plá Viera, perteneciente al Rotary Club de Chuy, fue el encargado de resaltar la personalidad de Samuel manifestando en una parte de su alocución: “Don Samuel significa algo muy importante para el Rotary Club de Chuy, porque fue uno de aquellos hombres que hace más de 40 años tuvieron la quijotada de fundar esta institución. Conozco desde niño a Samuel y puedo asegurar sin ninguna duda que el rasgo predominante de su carácter es precisamente su generosidad y dentro de ella vive pensando en los niños, en los ancianos en las escuelas, en los liceos, en los hospitales y en todas las obras que necesitan ayuda. Samuel es un símbolo y estamos seguros que cuando transcurran los años y el espíritu se desprenda de la materia, el mito de Samuel se convertirá en leyenda”.
El escritor y psiquiatra uruguayo Isidro Más de Ayala, definió en forma magistral los limites de nuestro país con el país norteño: “La Laguna Merín, el arroyo San Miguel, una línea divisoria hasta lo de SAMUEL y el arroyo Chuy hasta su desembocadura en el Atlántico”.
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