Juan Antonio Varese
SUMARIO: 1. El daguerrotipo llega al Uruguay – 2. La tecnología dice presente en Rocha – 3. Investigación histórica – 4. José D´Alto – 5. Protección a la industria nacional- 6. Bellezas rochenses – 7. Fotógrafos aficionados
1. El daguerrotipo llega al Uruguay
La fotografía, en realidad el daguerrotipo, fue exhibido por primera vez en Montevideo el 29 de febrero de 1840; toda una novedad a escasos 6 meses de su presentación oficial en París.
El invento causó furor en el mundo entero, la prensa hablaba de una epidemia de daguerrotipomanía. Mientras que algunos fotógrafos de espíritu aventurero salieron, cámara en mano, a recorrer lejanas geografías y registrar ignotos paisajes, los más, con lentes apropiados para la toma de retratos, se dedicaron a fotografiar personas, uno de los negocios más lucrativos de la época.
En Uruguay, más concretamente en Montevideo, las primeras galerías fotográficas comenzaron a instalarse a mediados de la década de 1850 y principios de la del sesenta. En el interior del país el desarrollo fue dispar puesto que la llegada de fotógrafos y su radicación, al principio en forma transitoria, dependía de la facilidad de las comunicaciones con la capital o ciudades importantes.
Por su parte las ciudades sobre el río Uruguay, desde Salto hasta Colonia, fueron visitadas por itinerantes desde Buenos Aires o el litoral entrerriano, gracias al temprano desarrollo de la navegación fluvial.
En cambio, las localidades del centro dependían del servicio de diligencias y luego del ferrocarril. No olvidemos que en tiempos del colodión húmedo (1860 a1885) el fotógrafo necesitaba de un voluminoso equipo para su labor: una máquina de madera con variedad de lentes, productos químicos en cantidad para conjugar en el momento de la toma y placas de vidrio de tamaño 18 por 24 cmts.; material pesado, frágil y de difícil transporte. [1]
2. La tecnología dice presente en Rocha
En el este del país, Maldonado y Rocha, el proceso se dio de forma eventual y azarosa, concretándose la radicación recién después de 1880, tras la importancia y prosperidad devenida de la segregación política y la inauguración del servicio de transporte marítimo con dos pequeñas embarcaciones, la “Elisa” y el “Prepotente”, que unían Montevideo con Piriápolis, Maldonado yLa Paloma.
Los primeros que realizaron una gira por la región fueron Macedonio Bustos, llegado desde Lavalleja en la década de 1860 y Héctor Ansoátegui que alternó entre San Carlos y Rocha desde mediados de 1870.
Pero el primero en radicarse en Rocha con estudio abierto en la calle San Miguel Nº 86 fue el italiano José D´Alto, quien llegó a la villa de Rocha en el año 1878 según una declaración aparecida en el periódico “La Democracia” hacia 1908: “30 años de residencia en Rocha y más de 40 de práctica en el arte fotográfico lo autorizaban para garantizar sus trabajos con toda perfección”.[2]
3. Investigación histórica
Para investigar el tema he debido recurrir a variadas fuentes, desde la consulta a familiares de descendientes de fotógrafos y viejos aficionados como el Arq. De Lizarza a quien tuve el honor de conocer, hasta los acervos documentales de los Museos Regionales de Rocha y San Carlos. La prensa me resultó útil en la compulsa de diarios y revistas para la preparación del libro “Historia de la Fotografía en el Uruguay”, publicado en el año 2007 por Ediciones de la Banda Oriental y fundamentalmente la requisa de mi propio archivo fotográfico, obtenido a través de años de búsqueda y compra de material antiguo en la feria de Tristán Narvaja, casas de antigüedades de Montevideo y Buenos Aires, librerías y el aporte de ciertas personas a quienes entrevisté en ocasión de recabar información para mis trabajos anteriores, en especial para el libro “Rocha, tierra de aventuras”.[3]
La consulta de fotos antiguas resulta esclarecedora, dado que las mismas están pegadas sobre un cartón en cuyo dorso luce el nombre del fotógrafo y el logo del establecimiento. A veces, con suerte, podemos encontrar en forma manuscrita el nombre del retratado y la fecha de la toma, aunque estos datos no siempre resultan confiables, según nuestra experiencia al respecto. Para datar y cotejar las fotos hay que estudiar la biografía del fotógrafo y conocer la vida del personaje retratado, por lo que resulta interesante preparar una cronología de acontecimientos históricos de la localidad.
4. José D´Alto
Como dijimos, el primer fotógrafo instalado en la ciudad de Rocha fue José D´Alto, un italiano nacido hacia el año 1845; fecha que no podemos precisar puesto que en el año1923, asu fallecimiento, uno de los obituarios en la prensa capitalina le adjudicaba 76 años y otro diario 86.
Llegó al Uruguay junto con dos hermanos, uno de los cuales quedó en Montevideo y el otro se radicó en Rocha conjuntamente con José (Miguel D´Alto fue el dueño de la confitería “del Oriente”).
José comenzó la práctica de la fotografía en la década de 1860 (seguramente en Italia). Como era soltero, vivió con la familia de su hermano Miguel, demostrando gran afinidad con sus sobrinos, especialmente con Herminia D´Alto, joven agraciada que tuvo el privilegio de ser compañera de estudios de Juana de Ibarborou durante la permanencia de la poeta en Rocha.[4]
Se radicó en la localidad por más de 35 años; su estudio fotográfico ocupó tres direcciones distintas a lo largo del tiempo: calles San Miguel Nº 86, Cabo Santa María Nº94 y José Pedro Ramírez, “al lado del consultorio del Dr. Martinez”.
En diciembre de 1880 lo encontramos en plena cobertura fotográfica del cabo Polonio y sus adyacencias. La curiosidad que despertó la construcción del faro, inaugurado al año siguiente, llevó a que emprendiera una recorrida por “el puerto e islas del Polonio” y también por el edificio del faro. A nuestro entender son las primeras vistas registradas del lugar y es una pena no haberlas podido localizar todavía.
En 1882 pasó a integrarla Comisiónencargada de celebrar los festejos en honor de Giuseppe Garibaldi y la recolección de fondos entre la colectividad italiana de Rocha para enviar socorros a los damnificados en las inundaciones que ese año habían causado estragos en la península itálica.
En 1884 procedió a la reforma de su estudio para adaptarlo a las mejoras que estaba experimentando la técnica fotográfica, lo que refleja su preocupación, siempre pendiente, de igualarlo a los mejores de la capital. Entre las novedades que ofrecía a través de la prensa podemos ver la realización de varias poses en una sola tarjeta, curiosidad que demandaba habilidad técnica y un considerable trabajo de laboratorio.
Se dedicó tanto a la toma de paisajes y acontecimientos de la localidad, como a la ejecución de retratos de personas y de grupos familiares. Tengamos en cuenta que por la época ya había comenzado la revolución del gelatino bromuro, lo que permitía tomar escenas en movimiento. Las máquinas fotográficas, por otra parte, se habían hecho más portables y era posible captar escenas al aire libre en situaciones de trabajo o diversión.
Los retratos, por su parte, se ofrecían en la modalidad de “carte de visite”, pegadas sobre cartones de 7 por10 centímetroso en el tamaño “portrait cabinet”, apto para colocarlos en marcos que se apoyaban sobre las cómodas o repisas. También era práctica común el retrato “de tamaño natural”, especial para ser colgado en las paredes de las espaciosas habitaciones de entonces.
En 1887 tomó una foto del pueblo reunido enla Plazadela Estivacon motivo de la celebración del 25 de mayo, en medio de los festejos de la fecha patria. Y también un retrato que causó revuelo entre la gente, puesto que se trataba de una buena señora dedicada a las actividades delictivas para lo cual solía vestirse con ropas de caballero. El diario “La Patria” del 28 de octubre de dicho año utiliza un lenguaje satírico para referirse a la retratada, al parecer incorregible en su comportamiento:
“Retratado. Lo ha sido por el fotógrafo señor D’Alto, la célebre prójima Angela B. De Puig, y con el mismo traje de hombre que vestía en su última aventura, la cual fue causa de que por milésima vez ingresara a la casa de poco trigo de esta Villa, donde permanece presa y a disposición del juzgado respectivo. ¡Si se habrá hecho célebre que tal distinción ha merecido! Lo que correspondería ahora es que se le haga la última id. remitiéndola a alguna casa de corrección seria, pues lo que es aquí no se la corrige.”
5. Protección a la industria nacional
El diario “El Progreso” del 12 de febrero de 1892 da cuenta de la interesante actitud de la prensa localista por defender la obra de sus fotógrafos, refiriéndose evidentemente a D´Alto, ante la presencia de un delegado argentino que ofrecía retratos en la localidad:
“Hemos visto los retratos que el Centro Artístico Argentino ha hecho de personas conocidas de la localidad y aunque nada tengamos que decir respecto a la conclusión y parecido de esos cuadros, sin embargo en presencia de la corriente de protección hacia industrias extranjeras, decimos dos palabras. Conceptuamos que en Rocha se confeccionan retratos bajo ese procedimiento, tan buenos o superiores a los que hemos visto exhibir en el Centro Artístico Argentino. Y dadas estas circunstancias, no nos explicamos cómo se deja a los industriales locales sin protección y sin horizontes para continuar su obra de aliento y obtener mejoras diarias.
Si mandáramos a Montevideo, donde se confeccionan tan bien o mejor que en Buenos Aires, no diríamos nada, en fin el dinero quedaría en el País; pero proteger industrias extranjeras cuando las nacionales y locales son tan buenas o mejores que ellas, creemos que es algo que llama la atención. Pedimos pues protección y concurso a nuestras industrias para que prosperen y se desarrollen en toda su perfección.”
6. Bellezas rochenses
Por el mismo año asistimos a una campaña periodística en favor de D´Alto, en su carácter de fotógrafo local, tanto que le dispensan una visita a su taller y describen las fotografías en exhibición, en especial las de las bellas señoritas de la localidad.
“La Democracia”, en su ejemplar del 15 de enero de 1892, publicó un artículo donde describía el taller y las referidas fotos:
“Taller de fotografía”
“En el taller fotográfico de nuestro amigo José D’Alto hay en exhibición numerosos retratos que, por cierto, honran al mencionado fotógrafo.
Entre ellos sobresale por su esmerada confección el de la malograda señora Caledonia C. de Brunet. No menos hermoso es el grupo de las niñas de la Escuela de segundo grado dirigida por la señorita Peregrina Balboa.
El Colegio de las Hermanas de “San José” forma otro grupo interesante, que revela las excelentes condiciones que adornan al fotógrafo D’Alto.
La Compañía Urbana, a cuyo frente están gallardamente colocados el capitán Olivera, el teniente de los Santos y el alférez Pensado, es una de las vistas mejores, si se tiene en cuenta las dificultades que ofrecen esas fotografías tomadas en medio del campo.
Otro grupo, no menos bien confeccionado que los anteriores, es el de las señoras del “Comité Católico”, sacado durante la estadía en esta ciudad de los que tomaron parte de la Velada del 25 de agosto.
Por sobre todo, donde se muestra como un verdadero artista el Sr. D’Alto, y donde más se notan sus cualidades fotográficas, es en las fotografías de las muchas señoritas que adornan las vidrieras de su taller. A las hermosas facciones de algunas de las fotografiadas, ha sabido con artística habilidad, darle toda la expresión que les anima. De la galería de bellezas rochenses, que lucen en el taller citado, entre sacamos varios nombres, que les damos aquí, siguiendo la sucesión de nuestras anotaciones de cartera: Celmira Graña –que pronto realizará la feliz idea que tanto la cautiva; Emilia Yarza, luciendo su simpática fisonomía; Florencia Anchol, siempre hermosa; Carlota Fernández, revelando en sus ojos negros y expresivos lo delicado de su espíritu; Adelina Cardoso, morocha atrayente y varias otras cuyos nombres muy a pesar nuestro se han borrado de la cartera.
Otra vez y con más tiempo, nos ocuparemos detenidamente del taller fotográfico del señor D’Alto; por hoy, sólo consignamos a la ligera nuestras impresiones, enviándole al excelente fotógrafo las felicitaciones que nos arrancan sus artísticos retratos.”
En 1895 dejó testimonio gráfico de la inauguración de la fuente que construyó Primitivo Pini enLa Paloma, por entonces farero del faro del cabo Santa María. Y al año siguiente D´Alto fotografió al grupo de alumnos y maestros dela Escuelade las Chacras.
En su larga trayectoria tuvo varios competidores, algunos instalados en la localidad y otros que pasaron en forma ocasional. Estos últimos llegaban al lugar, alquilaban en los hoteles una habitación con buena luz, ponían avisos en los muros, contrataban niños a los que colgaban letreros con el ofrecimiento de sus servicios y luego de un tiempo se marchaban. Entre los que se instalaron en el lugar destaca el joven Juan R. Junca, que bien pronto abandonó la fotografía en aras de una actividad ganadera y García Rodríguez de Fotografía “Luz y Sombra”.
Pero lo destacable de la actitud de D´Alto es que nunca planeó una campaña publicitaria agresiva ni negativa contra los otros fotógrafos. Era hombre de espíritu justo y considerado, lo que no supuso desinterés por los aspectos comerciales. Muy querido en la localidad, la prensa lo llamaba “Don Pepe” pero en ciertas ocasiones solía colocar las fotos de quienes no habían pago sus servicios en “la jaula”, una vitrina rayada sobre el frente del estudio, a la vista de los paseantes y comentarios del público.
D´Alto mantuvo una actitud política imparcial, dada su condición de extranjero. Vendía tanto colecciones de retratos de políticos nacionalistas y personajes de la revolución de 1897, como de los actos y manifestaciones del partido colorado que solían llevarse a cabo enla Plazoletade las Carretas.
Por la época, como casi todos los fotógrafos, se dedicó a tomar fotos de paisajes que luego imprimía sobre tarjetas postales, gran negocio del momento y gracias al cual se conservan multitud de fotografías de valor documental de todas las regiones del país.
7. Fotógrafos aficionados
Hacia 1905 registramos una novedad interesante en la prensa rochense, ya que aparece un aviso, colocado desde un comercio de Buenos Aires, para la venta de máquinas fotográficas de pequeño tamaño y fácil manejo, aptas para su utilización por aficionados. Este hecho significó el comienzo de la popularización de la fotografía y la posibilidad de que el propio interesado pudiera ser protagonista de la toma. El articulo, tomado de un polvoriento aviso del que sólo conseguimos ver el año, consigna lo siguiente:
“Todos fotógrafos
Aparatos completos para la fotografía, para vistas instantáneas siempre listas para el uso. Modelos los más modernos y de mayor perfección. Llevan diafragma. ….., y contador automático, obturadores, placas, contador de placas, visuales, etc.
Para 6 placas 9 x 12 centímetros, precio completo con accesorios $ 8 oro.
Para 12 placas 9 x 12 centímetros precio completo con accesorios $ 14 oro, franco de porte.
Pedidos con su importe a José Corti, San Martín 345 – Buenos Aires.
Útiles para la fotografía – Máquinas fotográficas con todos sus accesorios $ 3 oro (porte pago)”
En 1907 la prensa se solidarizó con el fotógrafo por la noticia de la pérdida de sus seres queridos, ya que fallecieron casi al mismo tiempo sus hermanos Francisco, que vivía en Montevideo, y Miguel, que como habíamos dicho vivía en Rocha y era el propietario de la confitería “de Oriente”.
En 1910 envió a su sobrina Hermina D´Alto, hija de Miguel y su colaboradora en el taller fotográfico, a perfeccionarse en Montevideo; había que actualizarse en una época de grandes adelantos en el material fotográfico y la comercialización de fotografías y postales. Herminia, de esta manera, debe ser considerada la primera mujer fotógrafa de Rocha.
Años después, en 1917 o 18, D´Alto se mudó a Montevideo.
Desconocemos el destino de su estudio fotografico, si fue continuado por Herminia o este fue cerrado definitivamente. Es este un detalle interesante que deberíamos esclarecer para completar la saga de este primer fotógrafo rochense a quien debemos centenares de imágenes de gran testimonio y valor documental. Muchas de esas fotos, con el logo al dorso, se encuentran entre la población. Bueno seria que no se perdieran sino que pasaran a engrosar el archivo del Museo Regional de Rocha para preservar un patrimonio inmaterial de gran valor para futuras investigaciones.
[1] Ver HISTORIA DELA FOTOGRAFÍA EN EL URUGUAY, Juan Antonio Varese, Ediciones dela Banda Oriental, 2007
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