Uruguay R. Vega Castillos
SUMARIO: 1. Dos imperios y un territorio en litigio – 2. Rocha, parte de una tierra deshabitada – 3. Los pasos previos a la fundación – 4. Resolución de la Junta Superior de Hacienda – 5. El proceso de instalación de los pobladores –
6. Características de las familias fundadoras
Este artículo es un homenaje que los rochenses rendimos a quienes sorteando todo tipo de dificultades sentaron las bases de ésta nuestra ciudad, soñada y construida con sacrificio y mucha fe.
1. Dos imperios y un territorio en litigio
La pugna entre los imperios coloniales tuvo en la Banda Oriental en general y en el territorio rochense en particular un punto de quiebre.
El imperio lusitano aplicaba el principio de la búsqueda de las fronteras naturales. En consecuencia realizó una serie de movimientos para llevar efectivamente a la práctica este principio, originario de Francia. La proyección hacia el Río de la Plata se apoyaba en un concepto jurídico del “uti possidetis de facto”, es decir lo que se posee de hecho, la ocupación efectiva con gente afincada en los distintos lugares como medio para extender su paulatina expansión.
Esta visión geopolítica era conteste con la idea sustentada por los sucesivos monarcas reinantes. Recordemos que los lusitanos a lo largo de los tiempos pusieron en práctica distintas modalidades como por ejemplo la política del sigilo o del secreto, el estímulo de la aventura y la exploración. El historiador José Luis Busaniche, en su “Historia Argentina” reconstruye un diálogo que ejemplifica la situación anotada:
“Por imprevisión de los exploradores, internados algunos por demás en el mar y otros en la tierra firme, Lobo había navegado por el Río de la Plata sin ser sentido y sin que tuviera noticia el gobernador don José de Garro y así el portugués pudo sentar sus reales cómodamente en el sitio elegido para la fundación. Algunos traficantes en madera frecuentadores de la costa norte, trajeron la noticia al gobernador cuando ya se había efectuado el desembarco, y la alarma se esparció a todos los vientos. Garro formuló por escrito una protesta que fue contestada por Lobo invocando los derechos de su rey y aún tuvo la audacia don Manuel, pasados algunos días, de enviar a Buenos Aires con carácter de embajada un mensajero para solicitar bastimentos. El Cabildo manifestó al tal embajador entre otras cosas ´que se fuera con Dios y le dijese a don Manuel que aquellas tierras habían costado a los españoles más sangre que hierbas había en ellas, que el refresco se lo irían a llevar al campo´.
El Gobernador había despachado comunicaciones a España y al Virrey del Perú, en Lima, superior jerárquico y a Santa Fe, y al superior de las Misiones Jesuíticas que podía facilitar indios para la defensa. Seguía sosteniendo don Manuel que el Príncipe su Señor le había ordenado embarcarse con la gente que fuese posible ´buscando parte conveniente para les fazer nuevas situaçoes´ y que si se había determinado a poner los pies en esa tierra ´foicom a infalibilidade que assim esta como outras muitas estâo dentro dos limites de Coroa de Portugal e sâo do dominio do Príncipe nosso Senhor.’
Todavía don José de Garro hizo nuevo requerimiento por intermedio de don Juan Sebastián de Velasco y de don Juan del Pozo y Silva, á quienes acompañaban el capitán José Gómez Jurado, ‘piloto examinado de la carrera de Indias’ y el escribano don Tomás Gavoso. Pero reiteró el jefe portugués su propósito de no retroceder un ápice en la empresa comenzada y al querer retirarse los comisionados ´nos detuvo cortésmente don Manuel Lobo –dice el escribano español- por ser ya hora de mediodía para que comiésemos en su mesa, puesto que no había tiempo para volvernos a la ciudad con cuya detención se movió segunda vez la conversación sobre las tierras e islas que pretendía poblar. Y estando fijos los dichos disputados en que eran todas del Rey nuestro señor, que Dios guarde, respondió [el general Lobo] que él se holgara mucho que hubiera en Buenos Aires persona que entendiese algo de la Matemática y del globo terráqueo. Manifestamos [nosotros] para el caso al capitán José Gómez Jurado, piloto examinado en la carrera de Indias y que si gustaba de ello el general lo podía poner en ejecución. Dicho general que se hiciese muy enhorabuena y el capitán y piloto le dijo: “Me holgara que V.S. me dijera los fundamentos principales que tiene por justificados de que esta tierra y otra más adelante es de la corona de Portugal.” Respondió Lobo que así lo decían libros y cartas portuguesas. A lo que replicó Gómez Jurado: ‘Pues, señor general aunque mi gobierno me pudiera enviar con libros, autores y cartas españolas, no quiso, estando tan cierta de la mucha justicia de nuestro Rey, sino que trajera libro y autor portugués y, por neutral, otra carta de globo holandesa, (…) y probaré lo contrario de lo que V.S. dice y, dándome licencia las haré subir del bajel.’Accedió voluntario don Manuel y a poco regresó Gómez Jurado con sus libros y mapas y probó como el P. Vasconcellos, portugués, decía que la línea de Alejandro VI fue de cien leguas contadas desde la isla de San Antonio, una de las de Cabo Verde, hacia occidente, y en tiempos de don Juan II se aumentó a doscientas setenta leguas. Abrió después un mapa holandés y dijo: ´Busquemos en esta carta holandesa, de globo, la línea transversal de norte a sur a la mental de las trescientas setenta leguas. Y con los compases en las manos le sacó el dicho piloto la tal línea y vino justamente a dar en la costa de la mar, antes de entrar en la boca de este río, en el paraje que llaman de los Castillos.´
Arguyó don Manuel que sus mapas eran los verdaderos, que las cartas de Gómez Jurado eran de las viejas, ´que él traía cartas hechas nuevamente´ y las puso también sobre la mesa, pero más le hubiera valido no hacerlo, porque el piloto español, compás en mano, le probó que aún con esa carta, hecha de intento (que había probado ser falsa), la línea divisoria corría muy al oriente de la Colonia. Corrido al fin el fachedoso general, exclamó en tono más o menos airado:
-¡Señor Capitán! … ¡Yo vengo a poblar!
Y allí fue cuando el piloto español, quitándose el ancho sombrero y con ademán cortés, le dijo: ´Acabáramos ya. Hubiera vuestra señoría dicho eso en dos horas ha, y con tanta resolución, y se hubiera excusado esta conferencia.”
Aparte de la excelente reconstrucción que se realiza, importa destacar la decisión que manifestó Manuel Lobo, que no hacía sino seguir al pie de la letra las instrucciones emanadas de Lisboa, en un claro ejemplo que se trataba de una idea pergeñada por la corona lusitana. Esa es una explicitación de los lineamientos impartidos por la corona perfectamente entendidos y aplicados para beneficio de su patria y su rey.
Por su parte, oponiéndose al imperio lusitano se encontraba el imperio español con posesiones de las que no tenía la menor idea y en consecuencia no supieron actuar. Los intereses españoles estaban direccionados al papel que deseaban ocupar en Europa, entre las pugnas por beneficios en el concierto europeo, impulsados por la ambición y la falta de capacidad para comprender cuales eran los verdaderos intereses a los que atender como potencia de primera magnitud. Era necesario conciliar los objetivos españoles con los de otras naciones negociando con inteligencia y practicidad.
Esa visión hemipléjica fue nefasta para el continente americano y se tradujo en una lentitud, falta de ejecutividad y desinterés. Fray Bartolomé de las Casas sentenció: “Iban con una cruz en la mano y una sed insaciable de oro en el corazón”y resulta una verdad absoluta. El hombre que arribaba no se caracterizaba por una actitud tendiente a civilizar y construir una nueva realidad continental. El español que llegó lo hizo con una espada en la mano, en calidad de conquistador no en condiciones de un verdadero representante de una civilización que técnicamente se siente en condiciones de tener un encuentro en igualdad y no avasallando al interlocutor. Lamentablemente el español que pisó el continente americano lo hizo con una carga de agresividad destructora y pletórico de ambición. Esta actitud retardará las posibilidades de que se realizase un proceso civilizador y explica porque la colonización de zonas como el Río de la Plata fueron de las últimas en concretarse. Si recordamos la calificación que se aplicaba en España veremos zonas del oro y de la plata, tierras de algún provecho, zonas de ningún provecho y por último zonas del desierto y de la muerte.
Ello no ocurrió hasta la presencia del Gobernador Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias) quien deberá insistir para lograr que las autoridades avalaran su inquietud relacionada con la calidad de las posibilidades que ofrecía este territorio hasta entonces ignorado.
2. Rocha, parte de una extensa zona deshabitada
Se trataba de una zona muy amplia, donde la naturaleza se manifestaba con toda su fuerza vital. Allí vivían todo tipo de animales salvajes habituados a satisfacer sus necesidades y saciar su voraz hambre cazando lo que la naturaleza les ofrecía. No tenía las características de una selva pero, sin alcanzar la peligrosidad propia de tal hábitat, exigía mucha audacia y valor para atreverse a cruzarla. La mejor manera de viajar era en grupos o cuerpos armados y llevando una marcha sostenida en las horas del día, no apartándose del grupo para no quedar expuestos a los ataques.
Rocha forma parte de una extensa zona que va desde los alrededores de San Carlos y se extiende por lo menos hasta el Taim, en territorio brasileño. Una región donde se aprecian múltiples lagunas y cursos de agua. Ofrecía por entonces abundantes posibilidades que debían de ser aprovechadas. Era necesario iniciar un proceso poblacional, como forma de consolidar el dominio del territorio valiéndose de la efectiva ocupación del mismo.
Ya se mencionó que la iniciativa siempre fue lusitana. El territorio rochense era el campo de prueba fehaciente de las intenciones portuguesas y así fue en los casos de Montevideo, San Miguel y Santa Teresa. Los lusitanos consideraron necesario consolidar el control y dominio de la ruta tanto marítima como terrestre. Mientras tanto los intentos españoles para defender sus propiedades fueron muy timoratos y sin alejarse demasiado del centro poblado más importante, es decir Maldonado. Así se fundó San Carlos primero y después Rocha. Evidentemente que las autoridades españolas no demostraban poseer una cabal idea sobre la importancia del espacio que debían preservar. No advirtieron lo peligroso de la situación. Únicamente a impulsos e iniciativas individuales se funcionaba. Lo extenso del territorio a controlar hacía necesario el establecimiento de núcleos poblacionales como forma de asegurar el terreno y dotar de los apoyos logísticos adecuados para facilitar el pasaje de cuerpos armados, contando con puntos de referencia para la iniciación de operaciones y no como hasta entonces que todo ejército que iniciara una marcha lo hacía librado a su suerte y a la capacidad de sus mandos para disponer las medidas para sortear las dificultades que espontáneamente planteaba el terreno.
El territorio rochense presentaba una serie de particularidades que al momento de elegir un lugar para instalar una población obligan a observar con detenimiento cada zona. La configuración del terreno ofrecía una cadena de lagunas y cursos de agua, una zona relativamente descampada con árboles en las cercanías de los arroyos que desaguan en las referidas lagunas. El paisaje se revela en todo su esplendor con grandes extensiones con baja vegetación, que obligaban a viajar durante el día y poder elegir lugar para hacer noche en forma segura.
El libro donde el capellán de Santa Teresa asentaba las defunciones consignó casos de personas atacadas por fieras, con resultado fatal.
A partir de la presencia de Rafael Pérez del Puerto comenzará el proceso fundacional.
3. Los pasos previos a la fundación
3.1 Los reconocimientos de la zona a poblar
En 1792 Rafael Pérez del Puerto procedió a practicar el reconocimiento de la región con el objetivo de determinar lugares aptos para la instalación de centros poblados. El 5 de enero de 1792 el Virrey Nicolás Arredondo le remitió un decreto, por el cual, de acuerdo con lo informado por Pérez del Puerto, reconocía la necesidad de instalar tres pueblos y que era prioritario determinar probables lugares para los asentamientos. Las disposiciones fueron ratificadas por una Instrucción del Virrey Arredondo de fecha 24 de enero del mismo año. En el mencionado documento a lo largo de sus once artículos instruyó convenientemente, comenzando por establecer que se practicasen reconocimientos del terreno en el territorio que iba desde Solís Grande hasta la Fortaleza de Santa Teresa “haciendo frente por el mar y fondos al Cebollatí y Cabecera en el Santa Lucía a cuyo efecto nombraré un ingeniero para que con los instrumentos correspondientes acompañe a vuestra merced.”
Una empresa de este tenor debería contar con los servicios de un ingeniero y personal que lo secundara en la tarea. En cumplimiento de lo dispuesto en la Instrucción el 17 de abril de 1792 se nombró al Ingeniero José Pérez Brito para concurrir a dichos reconocimientos.
Este Oficial nació en La Coruña en 1753. En 1772, el 23 de mayo, siendo cadete del arma de infantería fue ascendido a subteniente y ayudante de ingeniero. Dos días después fue destinado a Cataluña, donde permaneció hasta agosto de 1773 en que por Real Orden de fecha 10 de agosto fue trasladado a Cartagena.
“Formó parte de la expedición de Cevallos al Río de la Plata en 1776 y el 26 de octubre de 1777, con motivo de los felices sucesos de la conquista de la isla de Santa Catalina y de la Colonia del Sacramento, fue ascendido a Teniente conservando el empleo de Ayudante de Ingenieros. Al regreso de la expedición quedó en Montevideo.”
En junio de 1778 fue promovido a ingeniero extraordinario. En junio de 1780 se le designó para desempeñarse en la población de Carmen de Patagones en el Río Negro (Patagonia, Argentina) con el encargo de dirigir la construcción del fuerte, hospital, almacén y casas para los pobladores. Al respecto el Padre Furlong publicó los planos de la población de Nueva Murcia, en la Patagonia, levantados por el Ingeniero Pérez Britos. Por gestión de su padre, quien entonces era el Gobernador de Orán le fue concedido el regreso a España.
“Una vez en la península, solicitó una licencia de cuatro meses para pasar a Vicálvaro (Madrid). Pero el Ministro de Guerra Juan Cavallero informó negativamente y se le destinó a Andalucía el 17 de agosto de 1785. Encontrándose en Cádiz, en diciembre de 1785, volvió a solicitar su regreso a Buenos Aires. Nuevamente el Informe del Ministro Cavallero se pronunciaba negativamente. Pérez Brito debió esperar dos años pero el 27 de setiembre de 1787 se le destinó nuevamente a Buenos Aires, embarcándose en Cádiz en noviembre de 1787. El 1º de abril de 1792 se le asignó la comisión de acompañar a Pérez del Puerto para practicar los reconocimientos. A tales efectos se le otorgó una retribución extraordinaria de treinta pesos mensuales.”
En cumplimiento de lo dispuesto por el Virrey Nicolás Antonio de Arredondo, Rafael Pérez del Puerto con una partida integrada por el Ingeniero José Pérez Brito, el baqueano Juan Martínez y los peones Mariano Navarro, Francisco Julián y Ricardo Texeira el 18 de setiembre salieron desde Maldonado en dirección Este. La partida en su marcha procuró dar cumplimiento a la Instrucción Virreinal regresando a Maldonado el 4 de octubre. El resultado no se estimó favorable, pues los lugares reconocidos no ofrecían los elementos imprescindibles para la instalación de una población. Se constató que en ciertas zonas existían fuentes de abastecimiento que no eran permanentes, especialmente de agua y leña.
“Ahora bien, siguiendo las directivas emanadas de la citada Instrucción Virreinal se puso énfasis en la observación de puntos situados a distancia entre sí, a los efectos de la formación de poblaciones con sus respectivas jurisdicciones. En este primer reconocimiento, llegan a la conclusión que en el arroyo de Rocha se podría instalar una población. Ante esta primera observación se entendió oportuno volver a inspeccionar la zona.
“En consequencia me dirijí otra vez al expresado Destino y en efecto hallé en la parte oriental de dho. Arroyo, junto al mismo camino rl. qe. cosechas de trigo van de esta ciudad (Maldonado) hasta Santa Tereza, un Terreno qe. me pareció tener buena disposición para un Pueblo regular. Sus inmediaciones hazia el mismo Arroyo, y costados ofrecen algunos retazos también regulares pa. sementeras, qe. aunque dicen no ser en lo general pa. Cosechas de Trigo de la producción, qe. en otros parages exponen así mismoson bastante regulares, el Arroyo es permanente y abundante de muy buena agua, bastante leña y alguna madera pa. los edificios techados de paja.”
3.2 Descripción y posibilidades que ofrecía el lugar
El oficio citado aporta datos sobre el lugar considerado estableciendo:
“Según las leguas qe. se conocen aquí se halla dho. Parage por el camino Rl. a distancia de veinte y tres leguas de Sta.Tereza hacia oriente, por la parte opuesta quince de la Villa de San Carlos, diez y siete de esta Ciudad, y quarenta y siete de Montevideo, por el Norho. te no muy distante de los Arroyos de Iguada (Aiguá) y Alférez, India Muerta y demás qe por su lado desembocan en Cebollatí, y hazia el Sur como cinco leguas del mar, y dos de la laguna de bastante capacidad, donde termina dho. Arroyo qe. desemboca en el propio Mar por la Barra de su nombre la qe. por lo regular siempre está cerrada. En dho. Parage se presenta un pedazo de terreno bastante capaz formado entre el mismo Arroyo y el de las Conchitas qe. puede servir pa. desaogo del Pueblo y sus pastos comunes, y por la parte opuesta y sus costados, según la disposición de la Tierra, podrán formarse sobre quarenta chacras regulares compuesta cada una de diez quadras de frente y veinte de fondo de cien varas cada quadra, qe. aunque todo el terreno no es igual tiene pedazos pa. sementeras, qe. pueden distribuirse según su disposición pa. qe. todos logren una porción regular pa. ellos, cuyo parage según lo qe. se ha visto y lo qe. exponen las gentes qe. se suponen con algún conocimiento del expresado campo es el mejor qe. en toda carrera ofrece disposición pa. la formación de Pueblo, cuya situación con respecto a las distancias qe. dejo indicadas es bastante acomodada para suministración de auxilios espirituales y temporales del Territorio qe. se comprende por sus frentes, costados y fondos, de qe. ahora se carece en mucha parte.”
En el caso que existieran ocupantes en la zona, se previó su redistribución sin afectar sus derechos pero atendiendo a intereses superiores otorgándoles chacras.
Ahora bien, el reconocimiento no se agotaba en este punto. Existía otro lugar a ser reconocido, se trataba de la zona de Chafalote.
El resultado de este reconocimiento es informado por Oficio de 8 de diciembre de 1792, consignándose en el mismo:
“Me diriji a dho. Parage por si allí habría disposición para otro Pueblo o servir preferente al qe. trataba de Rocha, y según lo qe. se manifiesta, y exponen algunos qe. se creen inteligentes no son aquellas tierras las mejores propiedades pa. sementeras ni para la formación de Pueblo, a lo menos hasta los Cerros inmediatos al Camino Rl. qe. sigue hta. Santa Tereza desconfiando por nuevos informes de la primera diligencia y desde el Arroyo del Marquéz, hasta dho. Fuerte y Rincón del Palmar se hallan ya los terrenos de mayor disposición, y entre ellos pedazos muy buenos pa. sementeras, aunque los Arroyos del Camino desde Dn. Carloshta. Dcho. Fuerte exponen con variedad su permanencia de azur en los veranos, unos dicen que solo quedan ciertos pozos con escasez algunos, y otros qe. con bastante abundancia, donde, también se hallan varios manantiales y Cachimbas de las Quebradas de la Sierra qe. son permanentes también con más o menos abundancia, y hacia la Costa del Mar, Camino Rl. hay también algunas Lagunas permanentes de agua dulce.”
Escudo de Armas del Virrey Nicolás de Arredondo
(Tomado de Alejandro Pomar en Página Web
“Heráldica en la Argentina”)
La información obtenida por la partida que practicó el reconocimiento resultó muy beneficiosa y se consideró que lo informado era muy favorable para el establecimiento de un centro poblado. No se les ocultó a las autoridades que una empresa de esa magnitud requería del apoyo con todos los medios a su alcance. Si bien era muy factible disponer de los probables pobladores, además de los medios que ofrecía la naturaleza, se requería – por lo menos en los primeros tiempos – una ayuda hasta que los pobladores lograsen sustentarse por sí solos.
El conocimiento y la experiencia de don Rafael quedan de manifiesto al analizar las posibilidades que los lugares reconocidos ofrecían así mismo al considerar quienes irían a poblar tomando en cuenta su forma de vida, su actitud, etc.
Arredondo nació en Madrid en 1740. Inició muy joven la carrera militar alcanzando la jerarquía de brigadier participando con destacada actuación en las guerras de Italia. Su prestigio llevó a que fuera designado Gobernador de Cuba durante el período 1780 a 1785. Posteriormente ocupó la Gobernación de la Plata (Bolivia). El 4 de diciembre de 1789 fue nombrado Virrey del Río de la Plata. En 1795 renunció a su cargo regresando a España, donde se desempeñó como Capitán General de Valencia. Falleció en 1802.
Virrey Nicolás de Arredondo
(Tomado de Jorge Carlos Muniz Cuello, “Desde Vergara y la región” Blog)
4.- Resolución de la Junta Superior de Real Hacienda
Conforme con lo establecido en los informes elevados por Don Rafael, la Junta Superior de Real Hacienda efectuó un análisis detallado de lo actuado, dando por satisfactorios los informes y recomendaciones que realizó Pérez del Puerto y en consecuencia dispuso:
“Procédase inmediatamente, y sin pérdida de tiempo a aplicar a los Pueblos de Maldonado y San Carlos las familias pobladoras qe. permitan aquellos Pueblos y sus Terrenos, a quienes distribuirá con proporción y equidad, según mejor se proporcione a cada interesado y combenga a aquellos habitantes.”
Después de abundar en consideraciones sobre las características de artesanos y labradores que llegarían a instalarse en Maldonado y San Carlos, así como las medidas que adoptaría la Real Hacienda para apoyarlos. El documento prosigue:
“De los demás qe. resulten quedando pr. ahora sin destino las cinquenta familias qe. previene el Auto de cinco de Eno. Y ha manifestado su Exa. Tener dado cuenta a su Magestad cuia decisión es preciso esperar se formará una Población de quarenta familias poco más o menos en el sitio qe. llaman de Rocha pr. su buena proporción y distancia regular de Maldonado en disposición de ser observada pr. el Gobierno segn. ha manifestado su Excelencia ser intención pues así por sus informes como el Plano, se reconoce hay tierras suficientes, volviéndose a reconocer pr. el mismo comisionado para afianzar más el asiento y que represente lo oportuno en caso de un grave inconveniente, quien para no detener la operación en consultas, informes y relaciones qe. dilatan, tendrá entendido lo que debe observar arreglándose en todo a las LL. de los Títulos 4º de los Municipales, y a la Instrucción qe. le ha dado el Exmo. Señor Virrey qe. corre a foxas setenta y ocho con las demás que le comunicaré procediendo a la formación y disposición de Pueblo (excepto en el caso dho.) quanto antes, repartiendo las Tierras solares en la forma qe. permite la situación local con igualdad entre todos a fin de qe. no tengan motivo de queja, señalándoseles su jurisdicción Territorial, ejidos, Terreno para propios, pastos comunes, chacras para sementeras, Plaza, Iglesia y demás detallado en las LL. del Reyno.”
El Decreto emitido por la Junta Superior de Real Hacienda fue seguido por un oficio que le envió el Virrey Nicolás de Arredondo a don Rafael Pérez del Puerto. En el mismo, se le recomendó que una vez que tomara conocimiento de lo establecido por la Junta Superior, pusiera especial diligencia para solucionar la situación de Maldonado y San Carlos. En tal sentido se hacía necesario contemplar ambas poblaciones que requerían aumentar su población. En esta línea de reforzar dice:
“Tratará V.M. también de ponerles bajo el arreglo que permitan y puedan tener según las circunstancias locales de su situación señalando a cada uno de dhos. Pueblos territorial jurisdicción, uso de las Aguas, Caminos, Pastos comunes, tierras pa. Propios, con el medio que pueda proporcionarse el producto de ellos, separación y designación de sus calles, y que los repartimientos de solares para casas sea con la devida moderación y respeto a la cantidad que cada uno pueda necesitar y edificar para que por este medio estén más reunidas las casas y el Pueblo en la mejor proporción, seguridad y hermosura que sea posible procediendo en el asunto con el método y arreglo que pueda ser aplicable según su actual estado y el que ofrezca tener en lo sucesivo, por las circunstancias de su situación y comercio…”
Luego de recibidas estas disposiciones, Pérez del Puerto el 13 de diciembre de 1793 dio cuenta de los pasos dados en Rocha. En este sentido indicó que con fecha 22 de noviembre de 1793 quedó delineada la población y se ha participado en los trabajos para levantar los ranchos para capilla provisoria y habitación del Capellán y Cuerpo de Guardia. Así mismo se continúa adelantando en las restantes obras necesarias para este establecimiento.
“Estando prevenido en el Auto expedido sobre este particular por la Junta Superior en 31 del último julio el que las casas de pobladores se hagan por Asiento, ó por partes en los materiales de ellas según tenga más cuenta, por ahora con respecto a Rocha me parece esta última circunstancia, pues para la primera necesitan los Licitadores calcular clase y variedad de materiales, conocimiento del parage, distancias y proporción de aquellas, su construcción etc. en lo que hay precisión de invertirse mucho tiempo, el cual es necesario aprovechar porque mientras tanto esté sufriendo la Real Hacienda el costo de mantención de dichas familias.”
Ya se ha probado la responsabilidad y diligencia puestas de manifiesto por don Rafael. En esa modalidad de trabajo consideró adecuado disponer la construcción de una vivienda modelo a los efectos de calcular con precisión los materiales necesarios para levantar una vivienda para poblador. Esta construcción debería tener cimientos de piedra, así como paredes de piedra y divisorias de medio ladrillo y las paredes exteriores de ladrillo entero.
5. El proceso de instalación de los pobladores
Los pobladores fundadores procedían un cierto número de San Carlos y otro grupo provino de Maldonado, siendo su origen peninsular.
Vinieron de San Carlos: “Don Toribio del Barrio (Barrios, actual) fue uno de los primeros vecinos de la Villa de Rocha, Antonio Prieto, Domingo González, Eustaquio Benito, Ventura Chavarría, Juan Fabre, Sebastián Herrera, Francisco Pérez Brañas, Miguel González, Manuel Durán, Pedro Corbo, José Brañas, y Alonso Rodríguez”
Por su parte procedían de San Fernando de Maldonado: “Pedro González, Lázaro Caballero, Juana Buceta, Francisco de Vega, Pablo Aguilar, Manuel Caballero, Manuel Botana y Antonio García.”
Marlene Yacobazzo, en su obra “Rocha Testimonio de dos siglos” incluye un cuadro donde reúne la información que se posee de los pobladores fundadores. A los efectos de completar la información que ya había logrado Florencia Fajardo, se expone a continuación, sin establecer el Partido donde se instalaron.
Familia pobladora Procedencia
José Acuña Portugal
María Antonia de la Rosa Río Grande
Sebastián Acosta Santa Fe
Rafaela Arayú Pueblo de Yapeyú, Misiones
Antonio Agraña (Graña) Obispado de Mondoñedo, Galicia
Feliciana Rodríguez Río Grande
Liborio de Acuña
Francisca Núñez
Jaime Altez Villa Febro, Cataluña
Elena Páez Río Grande
Miguel Balao
Toribio del Barrio (Barrios) Piedra Alba, León
María Pérez Brañas Obispado de Astorga, Castilla
Francisco José Cabral Río Grande
Antonia de Sosa San Carlos
Alberto Camino
Tomás Corbo Forfoleda de Salamanca, Castilla
Juana Ramos Maldonado
Vicente Fernández
María Hernández Río Grande
José Fernández Río Grande
Antonio García Villaviciosa, Asturias
Antonia García
Juan Bonifacio García San Isidro, Buenos Aires
Dámasa López de los Ríos San Carlos
Francisco García
María del Carmen Texeyra
Francisco Insaurralde Paraguay
Rosa Prudente Maldonado
Simón de La Rosa (Larrosa)
Antonia Páez
Francisco López de los Ríos Soano, Arzobispado de Burgos
Eugenia Texeyra Río Grande
Mathías Machado Arzobispado de Burgos, Castilla
Manuela María Suárez
(alias Lanza) Río Grande
Francisco Maroñas Santiago, Galicia
Laureano Meneses Río de Janeiro
Clara Díaz Río Grande
Antonio Noguera
Antonia Pichoto (Peixoto)
Manuel Núñez Río Grande
Josefa Pérez Natural de la Villa
José Núñez da Silva San Pablo
Ana de Sosa Río Grande
Matheo José de Olivera Río Grande
María Manuela Prudente Santiago del Estero
Manuel de Olivera Isla de Santa Catalina
Ana Texeyra Natural de la Villa
Jorge de Olivera
María García
Santiago Orrego
Ángela María López
Juan A. Pérez Brañas Obispado de Astorga
Francisca Alonso La Coruña, Galicia
Joaquín Pereyra de la Luz Villa del Viamonte, Río Grande
Ana María Núñez Natural de la Villa
Joaquín Pereyra Río Grande
Marciana Álvarez Natural de la Villa
Hipólito Mariano Pereyra
Rafaela de La Rosa
Manuel Píriz de La Rosa Isla del Pico
Antonia Rodríguez Isla del Fayal
Juan Antonio Presa Galicia
María Francisca Casales
Antonio Prieto
Cayetana de Paula Obispado de Astorga, Castilla
Ignacio Prudente Santiago, Misiones
Isabel Umarán Río Grande
Christobal Ravero Reino de Granada
María Ledesma Buenos Aires
Matheo de Rocha Río Grande
Antonia del Carmen
Manuel de Rocha Río Grande
María Antonia Fabra Montevideo
José de Rocha
Luisa Pereyra
Francisco de los Santos Río Grande
María Pichoto (Peixoto) San Carlos
Manuel de los Santos Río Grande
Teresa Peyxoto San Carlos
Antonio de Sosa
María Núñez
Félix de Sosa
Teresa Teyxera
Lucas de Sosa
Margarita Silveyra
María Josefa Terra (1809) Isla del Fayal, Azores
Antonio Terra Isla del Fayal, Azores
María Páez San Carlos
Juan Trillo Galicia
Ignacio Uriarte Santa Fe
Domingo de Veiga
Juana Olivera
José Teyxera (Techera) Caballero Río Grande
Juana Olivera (segundas nupcias)
José Velázquez Santa Fe
Francisca Pereyra Río Grande
Miguel de Yarza Valle de Orozco, Vizcaya
María Núñez (segundas nupcias) Río Grande
Miguel Antonio Zelayeta Vizcaya
María Núñez Río Grande
Reconstrucción del damero original tomado de Marlene Yacobazzo,
“Rocha Testimonio de dos siglos”
6. Características de las familias fundadoras
Hemos considerado el proceso que culmina con la fundación de Rocha.
Ahora vamos a detenernos en los distintos aspectos concernientes al establecimiento de un centro poblado, comenzando por sus pobladores y la logística necesaria.
¿Quiénes fueron esos primeros pobladores?
De acuerdo con lo dispuesto se dio ubicación a un conjunto de familias que habiendo ingresado a América en el marco del denominado “Operativo Patagonia” fueron quedando en depósito primero en Montevideo y luego en Maldonado y posteriormente en San Carlos.
Se trataba de inmigrantes que no deseaban ir al Fuerte del Carmen de Patagones. La mayoría de profesión labradores. Estas familias sortearon todas las dificultades, empezando por tomar la decisión de emigrar dejando todo lo conocido teniendo como único refugio a la familia. Después la experiencia del viaje en barco, donde desafiaban con cáscaras de nuez la inmensidad del océano Atlántico en una travesía a veces llena de penurias y privaciones. Hacinados en un reducido espacio, y cuando lograban acostumbrarse, debían ser capaces de sustraerse de todos los comentarios y actitudes temerosos y pesimistas que en ese reducido microclima inevitablemente hacía mella en su ánimo. Esa industria del rumor supo angustiar y mucho, ya sea por la expectativa o las dudas que provocaban sobre un futuro incierto.
No todos los que vinieron lo hicieron con el propósito de mantenerse dentro del sistema utilizado para trasladarse. Muchos inmigrantes lograron eludir el destino establecido y se desenganchaban permaneciendo en Montevideo, realizando otras actividades no tan sacrificadas. Para los que se mantuvieron en el sistema organizado por las autoridades, surgió entonces la opción de ser destinados en depósito provisorio primero en Maldonado y luego a San Carlos. Es de hacer notar que estos pobladores al aceptar la opción que se les ofrecía realizaban un esfuerzo muy grande. En este sentido cabe señalar que se iban a instalar en un lugar desconocido y cuyas posibilidades se desconocían. Se puede emplear la manida frase “todo estaba por hacerse” en su verdadera dimensión, pues ese núcleo inicial debía solucionar todas las dificultades y problemas que la vida cotidiana ofrece, con la salvedad que todo lo que se requiriera para obtener una mínima calidad de vida tenían que hacerlo con sus propias manos. Ni pensar en que les llegarán artículos o enseres para iniciar la vida familiar en el lugar y, por si fuera poco, depender del celo que las autoridades pusieran en ayudarlos.
Entre los pobladores fundadores los hubo de diferentes oficios: carpinteros, labradores, albañiles, estancieros, etc. .
La vida familiar no fue fácil, había que trabajar, no siempre disponiendo de las ayudas adecuadas, a veces con herramientas precarias, sin contar con el ganado para efectuar las tareas de labranza o personal para cosechar.
Este conjunto de pobladores con mucho sacrificio comenzó a crear las condiciones para desarrollar una forma de vida muy humilde. Ello explica porqué la incipiente población creció tan lentamente dado que no existían alicientes para prevenir que a corto plazo se obtuviesen buenos resultados. El cuadro que se presentaba solo exhibía que era necesario trabajar arduamente para sobrevivir y en este sentido los más aptos son los que poseían una voluntad inquebrantable para superar los desafíos que la naturaleza les presentaba. Es decir, ser capaces de preparar la tierra para la siembra, luego sembrar y por último cosechar.
Esta situación explica la muy lenta evolución del número de pobladores que se instalaron en los primeros años en Rocha. Cerramos este tema consignando que estos pobladores fundadores adquirieron los denominados “fueros de poblador”.
7. Conclusión
Hemos señalado que el proceso de colonización de la Banda Oriental fue tardío, y que de no haberse constatado la presencia del lusitano intentando consolidar su dominio en tierras que no le pertenecían y de no mediar la actuación de militares que tenían muy claro que el objetivo a perseguir era la defensa de los territorios de su corona, no se hubiesen instalado poblaciones que como Rocha se consideraron un elemento defensivo y disuasivo.
De alguna manera se pretendió vincular, en una suerte de cadena, estas incipientes poblaciones con la Fortaleza de Santa Teresa y el vetusto Fuerte de San Miguel, puntos a todas luces significativos para enfrentar la inmensidad de espacio hacia los dominios portugueses y el devenir histórico confirmó que el abandono sistemático practicado por la corona española se cambiaría muy lentamente.
Bajo estas claves nació Rocha y en ése ámbito y bajo esas condiciones contra todas las dificultades sobrevivió y paulatinamente a fuerza de trabajo y sacrificio logró crecer para convertirse en una población próspera, tan próspera que cimentó casi un siglo más tarde la escisión de su territorio circundante para constituir una nueva entidad territorial que llevaría su nombre.
Para esos rochenses, los pioneros, vaya desde esta nuestra Revista Histórica Rochense la admiración y respeto. Ellos sentaron las bases del presente.
Como reza la segunda parte de la primera estrofa del “Himno a Rocha” que escribiera el insigne José A. Ribot, con música del Maestro José Agustín Peri:
“hoy tus hijos sus cantos elevan
inspirados en luz de belleza
y proclaman tu propia grandeza
con laureles orlando tu sien”
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