Víctor Larrosa Moreira
“Toda obra humana es primero idea, después acción, constancia, voluntad, mucho esfuerzo y finalmente éxito”
Leonidas Larrosa
SUMARIO: 1. introducción – 2. La fundación del liceo – 3. El nacimiento del Club Social Velázquez – 4. Luces y sombras en los inicios – 5. El fin de una histórica gestión
1. Introducción
Aún no se habían acallado los ecos del “Maracanazo”. Era el 19 de julio de 1950 y quizás en ese ambiente festivo muy pocos se percataron del arribo al pueblo de un matrimonio de jóvenes maestros, llegados para hacer historia y marcar un hito en la hoy Capital Histórica de Rocha: Don Leonidas Larrosa Terra y Doña Manón Sopeña de Larrosa. [1]
El pueblo estaba entonces en franco desarrollo, pero se carecía de cosas esenciales sobre todo para la juventud y eso fue desde el principio la prioridad para ese maestro vocacional por excelencia y visionario por condición.
Pues bien, ¿qué carencia notaron los recién llegados? Dos centralmente. En primer lugar, un espacio de esparcimiento para la juventud y los adultos, encaminándo sus energías a la fundación de un club social. En segundo lugar; observaron como los niños más humildes salían del sexto año escolar y no proseguían sus estudios. A consecuencia de ello se inició la quijotada del Liceo.
Confieso que siempre sentí admiración por ese matrimonio de maestros, a pesar que cuando yo ingresé a la escuela ya se habían ido de Villa Velázquez. Mi madre contaba siempre que una vez no envió a mis hermanas, que eran mayores que yo, a la Escuela porque había lavado las túnicas y no se habían secado. Tenía miedo de ser irrespetuosa. Pues bien, en la tarde estaba Manón preguntando qué había ocurrido y al enterarse tomó las medidas de mis hermanas y les consiguió una túnica más de reserva para cada una. Esta pequeña anécdota personal es demostrativa de vocación y dedicación. Esto ocurría con todos los niños humildes del pueblo, ellos estaban allí siempre; viendo, escuchando y apoyando.
A lo largo del pasaje por la Villa tuvieron un trato muy fecundo con toda la población a tal punto que cuando se fueron, las múltiples manifestaciones de tristeza, generaron en el matrimonio un compromiso de retornar cada año en octubre a reunirse con ex alumnos, profesores fundadores y población en general en el mismo salón de la Escuela Nº 35 donde por primera vez se dictaron clases de secundaria.
Siempre quisimos con mi amigo e integrante de esta publicación, Víctor Velázquez, que Leonidas nos diera el testimonio de su pasaje por la Villa, en el entendido que las futuras generaciones deben conocerlo como una forma didáctica de agradecimiento.
Desde la creación de la Revista Histórica Rochense tuvimos en mente que sin dudas debería estar allí. Lo que el Maestro nos escribió tiempo atrás lo guardamos celosamente y hoy queremos exponerlo sin quitar un punto ni una coma pues no tiene desperdicio y expone en sus palabras cual era su sentir vital respecto a su obra en la localidad. El escribió entonces:
“Rocha, diciembre de 2004
Estimados amigos Víctor Larrosa y Víctor Velázquez:
Considero un alto honor, el hecho de que me inviten a colaborar con un tema en la publicación que han encarado.
Me dan una enorme alegría al poderme referir a la creación del Liceo de Velázquez que es sin duda alguna la obra que más quiero de cuantas haya encarado en mi vida. Aunque no conozco la orientación ni el contenido del libro que preparan, no tengo dudas de la bondad de la obra en función de la calidad personal que a ustedes los adorna y los buenos propósitos y capacidades que siempre han demostrado.
Con un fuerte abrazo.
Leonidas Larrosa”
2. La fundación del liceo
En este artículo, que no es otra cosa que un homenaje a Leonidas Larrosa, sobre este extremo central en su vida, dejemos que hablen sus palabras con meridiana claridad: “Está documentado en el periódico escolar ‘La Voz del Niño’, en noviembre de 1957, que el Liceo nació en la Escuela y es hijo de un sentimiento. La razón no podría concebir la organización y el funcionamiento de un liceo de Enseñanza Secundaria en aquel poblado y en aquel momento donde tal idea era sensatamente impensable. Sólo un fuerte sentimiento de cariño y de impotencia que me invadía cada año cuando egresaban mis alumnos del sexto escolar, pudo hacer que publicara en el periódico de los niños un recuerdo firmado MAESTROS, que decía así: ‘LICEO: Es sólo una idea: Estamos tendiendo los primeros hilos de una intrincada trama. Echando las primeras bases de una obra que cambiaría fundamentalmente la vida del pueblo. No prometemos nada pero avisamos que estamos trabajando. ¡LA VOZ DEL NIÑO, ha difundido otra idea! Eso es todo… por ahora. MAESTROS’.
El diarito escolar fue a todos los hogares de Velázquez pero, por supuesto, como era lógico, nadie creyó. Tampoco nadie asoció el hecho de que tres años antes habíamos fundado el Club Social que se concretó en forma vertiginosa y que serviría de apoyo para esta nueva locura del Liceo.
Nadie dijo nada: o por no importarles, o por generoso respeto, por ser muy buenos amigos. Nadie dijo nada. Sólo al final del curso escolar del ´57 algunas madres, buenas personas y mejores amigas, preguntaron algo sobre eso de un liceo para marzo en el Pueblo.
También preguntaron mis alumnos que egresaban y ellos sí creyeron, justamente por ser niños casi adolescentes o por ser adolescentes casi niños. Sólo en esos corazones juveniles había lugar para una tremenda fantasía. Con ellos, con los alumnos que egresaban surgió el compromiso que demandó un trabajo intenso durante los tres meses de vacaciones: Asesoramiento, múltiples gestiones, invitación a compañeros maestros y amigos para integrar un profesorado y una administración totalmente honorarios; gestiones por libros de estudios, por libros de administración, materiales de trabajo, materiales didácticos y libretas para profesores, mobiliario, pasajes gratuitos; redacción de un reglamento e integración de padres, alumnos y amigos de una Comisión de Apoyo.
Todas las cosas materiales tenían que ser gratuitas y todas las labores tenían que ser honorarias porque ningún alumno pagaría matrícula ni cuota mensual obligatoria por las clases.
Fue un verano de muchas decenas de cartas (prácticamente no había teléfonos) y todas, absolutamente todas, obtuvieron respuestas positivas. Decenas de cartas donde nadie dijo no.
Con cada respuesta afirmativa aumentaba el compromiso y se daba un paso más hacia la concreción de un sueño…
En marzo de 1958, comenzamos los cursos: Primaria nos concedió el uso de un quinto de salón comedor y la Escuela de Velázquez nos prestó una mesa, 12 sillas, un pizarrón y un armario. En lo administrativo y en lo docente, el Liceo de 12 alumnos ajustaba su funcionamiento exactamente igual al de un Liceo oficial. Todos los alumnos deberían dar exámenes libres en Lascano.
Así se cumplió el primer año.
Con excelentes resultados en los exámenes de primero solicitamos la calidad de Liceo Habilitado para primero y segundo año. Secundaria exigió entonces, tener un local independiente y todo el mobiliario y la utilería propios de un Liceo con primero y segundo año funcionando…
¡Y se logró! Con una casa prestada y muebles artesanales, fuimos habilitados para tomar exámenes y promover alumnos en Velázquez.
Siendo liceo popular, habilitado, particular, no oficial; creamos tercero en 1960, y cuarto año en 1961.
Fueron esos cuatro años de muy grandes esfuerzos, desvelos y preocupaciones pero también de muy grandes satisfacciones personales y colectivas cuando, en noviembre, cada grupo ascendía de grado y una nueva tanda ingresaba por primero.
No fue tarea hecha con mucha gente, pero sí con un grupo muy compacto de trabajo planificado, ordenado, constante y con una fe inquebrantable puesta de manifiesto por las madres, algunos padres, los alumnos, los profesores y algunos amigos.
Al comienzo de 1962 festejamos la oficialización y lo entregamos con los cuatro grupos y todo organizado a Enseñanza Secundaria. Ya había egresado el primer grupo de alumnos fundadores del ´58 que cursaron los cuatro años en un Liceo popular, habilitado, particular, gratuito y honorario. Aquel imposible de 1958, era una realidad en 1962. Un sueño concretado en realidad. Resulta de plena justicia publicar los nombres de quienes trabajaron conmigo y en forma totalmente honoraria en ese período de los cuatro años del Liceo no Oficial. Fueron las maestras: Herlinda Méndez de Larrosa, María Elena Carán, Gladys Silva Ledesma, Manón Sopeña de Larrosa, Otilia Segovia de Píriz, Martha Pagola de Rivero y Milka Silvera Toribio. Profesores: Ódila Rodríguez de Plá, Nelba Sosa Rodríguez, José Corbo Olivera, Julio Cítera Bonino, Dra. Nelly Corbo de Inchauspe, Justo Sosa, Sheila Canuto de Domínguez, Lilia Arce de Píriz Lima, Stella Sánchez de Zeballos, Pura Paciello Llanes y Asdrúbal Goitia Guerra.
Como auxiliar de servicio trabajó la Sra. Elia Olid de Nuñez. No puedo nombrar madres, padres ni amigos porque cometería muchas omisiones.
Tampoco puedo nombrar a muchos profesores amigos que ingresaron después, ya en el período oficial, y que gracias a su generoso esfuerzo el Liceo de Velázquez ha funcionado hasta hoy. No puedo publicar sus nombres porque también cometería muchas injustas omisiones: primero porque yo cesé en la Dirección y luego porque no viví en Velázquez. Conozco y recuerdo a muchos que en esa obra han tenido muy destacada actuación.
Como reflexión final, digamos que toda obra humana es primero idea, después acción, constancia, voluntad, mucho esfuerzo y finalmente éxito.
Pero siempre toda cosa digna de mención que haya podido hacer el hombre seguramente tuvo un toque pequeño o grande de amor y de pasión.
Leonidas Larrosa”
3. El nacimiento del Club Social Velázquez
Por la importancia de los temas a tratar alteramos la cronología de los sucesos y por ello si bien anterior al liceo en el tiempo tratamos ahora la otra obra señera de Larrosa Terra: el Club Social.
Contaba Leonidas que a fines de 1953 ya estaba la firme convicción que el año siguiente sería el de la creación del Club Social. El ánimo existía en la población y en las zonas aledañas rurales muchos productores apoyaban la idea: era algo necesario para la sociedad velazquense y debía darse el puntapié inicial. Allí estaba el Maestro con todo su empuje para llevarlo adelante.
Un año antes Velázquez había sido declarado Villa en base al aumento poblacional y al auge que tenía la localidad.
En marzo de 1954 el periódico “La Palabra” de Rocha publicaba: “ Según noticias que nos llegan desde Velázquez, vecinos compenetrados de la necesidad de elevar el nivel cultural y bregando siempre por todo aquello que signifique progreso y bienestar para sus moradores, están trabajando intensamente por formar un Club Social.
Luego de múltiples deliberaciones y reuniones, el viernes pasado quedó integrada en forma provisoria la Comisión que tendrá a su cargo la tarea de fundar dicho Club, quedando integrada con las siguientes personas:
Presidente: Benjamín Fernández Olivera
Vicepresidente: Alfredo Centurión
Secretario: Leonidas Larrosa Terra
Pro-secretario: Lucio Enio Machado
Tesorero: Felipe Sosa
Pro tesorero: Hortencio Terra
Vocales: José María Acosta
Hilario Gómez
Atahualpa Sanguinetti
Ramón Garaza
Walter Eguren
En estos momentos realizan una gran campaña pro socios, contando ya con la cantidad de 50 y una vez logrados los primeros 100, es propósito de la Comisión correr con los trámites pertinentes para lograr la personería jurídica a la vez que se estudia la posibilidad de adquirir un terreno pro sede propia.
Es desde todo punto de vista una simpática iniciativa y formulamos desde ya nuestros sinceros augurios, a fin de que a corto plazo se convierta ella en tangible realidad.”
Si bien la publicación es de marzo de 1954, la institución se dio a sí mismo como fecha fundacional el 26 de junio de 1954 y así figuraba en su papel membretado.
4. Luces y sombras en los inicios
Con fecha 17 de febrero de 1955 ingresó al entonces Ministerio de Instrucción Pública y Promoción Social, un trámite numerado con el Nº 1566/55 solicitando la personería jurídica para la institución, lo que se concretó el 3 de junio de 1955.
La Presidencia del Club Social recibió posteriormente la comunicación por parte del gestor encargado del trámite ante el Ministerio, Sr. José C. Riera, confirmando la obtención de la misma, generando un momento de gran satisfacción y estímulo.
Pero no todo fue color rosa para la novel Comisión. Al mes de ser formalmente fundado el Club, el 26 de julio de 1954, un grupo de socios fundadores presentaron renuncia indeclinable a la institución presidida por Don Benjamín Fernández Olivera en virtud de que “Hemos visto con profunda y no menos dolorosa sorpresa que nos ha causado asombro, como esa Directiva efectuaba el baile programado para el 17 del actual, vale decir, 24 horas después que habíamos depositado en el panteón Municipal de Rocha, el cuerpo inanimado del Dr. Mario Sobrero, de aquel que fuera en vida, vida ejemplar de abnegación y de dedicación a la Sociedad (principalmente a la nuestra, en su mayor parte profesional) por su condición de médico, hijo predilecto de esta Villa, a la que brindara lo mejor de su juventud con el caudal de excelsas virtudes que adornaban su eximia personalidad y que con generoso espíritu repartió haciendo el bien por el bien mismo, a veces sin más recompensa que la admiración, la estima y el reconocimiento sincero de los que supimos y tuvimos oportunidad de valorar con estricta justicia su gran dedicación, su inquebrantable voluntad y su sencillo sacrificio, como paradigma de abnegación…”
Firmaban la nota – que es bastante más abundante en elogios hacia el Doctor Mario Sobrero y en repudios hacia la realización del espectáculo – ciudadanos de distintas filiaciones políticas, demostrando el extendido afecto en la sociedad velazquense hacia el extinto político colorado. Algunos de ellos eran Checre Muse, Atanasio Cháves, Amado Pedro Rodríguez , Humberto Pereira, Mario Silva Graña, Hilario Gómez, Ali Chaban y Bolívar Graña .
El tiempo afirmó a esta iniciativa señera que si bien ha tenido sus altibajos, ha permanecido ya más de medio siglo como fruto imperecedero de la proficua labor de Leonidas Larrosa. La documentación así lo avala; es la correspondiente desde el acto de fundación en 1954 y hasta 1966 inclusive, doce años, seis Comisiones Directivas en que el maestro Leonidas Larrosa Terra desempeñó la Secretaria del Club.
Cincuenta años después, en junio de 2004, el maestro Larrosa pudo recopilar documentación gracias al material que conservaba el asociado y directivo Ovidio Olivera y entregado por su hija, Alba Olivera Terra para la mejor historia, colaborando en el ordenamiento de esta carpeta de materiales Marina Barrales, funcionaria de la Biblioteca Municipal de Rocha.
5. El fin de una histórica gestión
En diciembre de 1966 se cerraba el ciclo docente del matrimonio Larrosa–Sopeña en la localidad ya que continuarían su actividad en Rocha, donde además incursionó Leonidas en la política partidaria como militante nacionalista y tuvo una intensa actividad social hasta los últimos días de su vida.
En el acto de clausura de la Escuela Nº 35 de ese año, dio un histórico discurso varias veces cortado por lágrimas y aplausos, que reproducimos en forma textual: “Al dirigirme este año a la Comisión Fomento, alumnos, ex-alumnos, padres y vecinos de esta localidad, quizás lleven estas palabras un doble significado: sean una expresión de gratitud y una despedida.
Dieciséis años vividos en Velázquez no son 16 días; es un paso bien considerable de tiempo suficiente para que una persona llegada joven haya dejado aquí un buen pedazo de su vida. La nuestra aquí quedó.
Difícilmente podremos olvidar el lugar de donde hoy partimos llevando una hija con Enseñanza Secundaria terminada y que cuando llegamos el 19 de julio de 1950 todavía no integraba nuestro hogar.
Tras ella llegaron cinco más, algunas de las cuales pasaron por estas aulas recibiendo de todos sus maestros instrucción y educación; aprendizaje y formación; cariño y severidad cuando fue necesario.
Pasarán los años y al evocar recuerdos nuestras miradas se dirigirán hacia el lugar donde unidos trabajamos por el bienestar de la niñez, de la juventud y también de nuestros amigos mayores.
Al niño le entregamos toda nuestra Profesión, formada bajo la orientación de ese hombre que hoy es orgullo de nuestro departamento por sus altos conceptos vertidos en la Enseñanza Uruguaya: Rosalío Pereira.
Al joven adolescente le dejamos un pedazo nuestro, años de lucha y noches sin dormir encarnados en esa casa blanca que hoy pertenece a Secundaria.
Para los mayores nos empeñamos en dejarles un lugar de distracción que con el correr de los años será un edificio que ostentarán con orgullo sus pobladores.
A los niños les dejamos un pedido:
Cuiden esta casa, no la estropeen, miren que es el edificio escolar más hermoso del departamento de Rocha. También cuiden a vuestros maestros; tenéis un grupo de educadores que os dedican sus horas de descanso para que obtengáis una formación superior.
A los jóvenes y adolescentes les podemos decir mucho más: Cuando en las aulas recibáis el reproche severo del Profesor amigo molestado porque desperdiciáis el tiempo, porque no aprovecháis las enseñanzas, porque no dedicáis horas a cumplir con vuestras obligaciones, mirad hacia el pasado, recordad que esa casa se levantó con el sudor de la frente de vuestros padres, parientes, vecinos…y con horas, días y años quitados al sueño y a la atención de sus obligaciones de un grupo de profesores. Eso hoy es fácil, está todo hecho, pero años atrás era un mundo nuevo hacia donde se quería llegar pero no se sabía cuándo. Hoy llegas al aula y te sientas en un banco que antes pertenecía a otro Centro Educacional porque los ves usado, pero ignoras su historia.
Ese banco fue rehecho por el padre de un alumno que cuando soltaba la tijera con la que se ganaba el sustento tomaba con el mismo afán el cepillo con el cual iba a preparar el banco donde hoy tú te vas a sentar.
¿Verdad que si conocieras esto serías mejor estudiante? ¿Aprovecharías el tiempo pensando en ese hombre que se sacrificó por tí sin exigirte nada?
Yo te pido que medites, que pienses que esa casa nació en esta Escuela y que fue levantada con sacrificio y amor para que tú ex-alumno te superaras, te hicieras digno hijo de ella. Piensa que por años un grupo de Profesores diariamente recorría la carretera para recibir al final de su jornada como única recompensa el fruto del trabajo de sus alumnos.
A ustedes ex-alumnos de esta Escuela yo hoy les dejo una tarea: hacer conocer la Historia del Liceo de Velázquez a todas las generaciones que se sucederán. Es una verdad tan notable, certera y valedera como la historia de nuestros héroes, ésta está lejana, la otra está próxima vosotros la podéis ver y tocar.
Y a los amigos mayores les dejamos nuestra palabra de gratitud y también aquella casa tiene historia noble y digna; por ella pasaron hombres de avanzada edad manejando la pala y la carretilla hasta que el sudor mojaba sus frentes, por ella ha pasado también juventud ansiosa de ver su pueblo cada vez mejor. Por ella pasaron dignísimos dirigentes que hoy se han ido a la eternidad. Así que esa casa tiene historia que vosotros debéis conservar y engrandecer con el trabajo diario
Este año este Centro Docente ha tenido un gran colaborador en la persona del Profesor amigo Enrique Jorge Boronat quien en forma desinteresada ha puesto sus grandes conocimientos al servicio de la niñez de esta Escuela. Gracias a su esfuerzo un grupo de escolares salió de la población llevando sus canciones a otros Centros Docentes, a Difusora Rochense, a la televisión, recibiendo merecidos elogios y aplausos.
Así que para él vaya la palabra de sincera gratitud de la Comisión Fomento, alumnos y maestros.
Antes de dirigirme a los alumnos de sexto año y a los compañeros de labor debo expresar públicamente la gratitud que siento hacia las empleadas de servicio de esta Escuela. Encontré siempre en la persona de ellas no al funcionario dispuesto a cumplir su horario reglamentario sino a las personas amigas decididas a colaborar en forma desinteresada para llegar a un resultado efectivo de toda tarea emprendida.
Y a ustedes alumnos de sexto año quiero dejarles grabadas estas palabras: una jornada de vuestras vidas aquí quedó; la primera, la más fácil, la que lleva en sí menos problemas, pero no por ello deja de acarrearles una enorme responsabilidad frente a este grupo de maestros que les brindaron lo mejor de sus vidas con cariño y amor.
Hoy tomaréis distintos rumbos: unos se emplearán, otros se harán profesionales, habrá quienes aprenderán un oficio, pero no olvidéis que cualquier camino que sigáis la honradez, dignidad y superación serán siempre vuestro norte, así os convertiréis en dignos hijos de esta casa que se abrió un día para recibirlos niños vestidos de blanco y que estará abierta siempre para recibiros mayores coronados de triunfos.
Y para mis compañeros que me han circundado en la labor vaya mi expresión de gratitud sincera. Todo lo que la Escuela ha brindado a la población se lo debo a ese grupo de amigos que diariamente han trabajado con tesón para hacer posible la realización de la planificación anual de este Centro Docente.
Para ellos va una promesa: en cualquier Escuela que me toque actuar prestaré a mi Superior la más amplia colaboración recordando la que a mí me ofrecieron los Maestros que pasaron por la Escuela Nº 35 de Velázquez.
Vaya para todos, pequeños y mayores nuestro adiós y nuestra gratitud y recuerden que no existen distancias para todo aquello en lo que podamos serles útiles.”
En 2004 lo convocamos como jurado para seleccionar los símbolos de Velázquez, algo que iba quedando en el debe en cuanto a la identidad local y allí estuvo con las mismas ganas y espíritu que cuando arribó en 1950. Junto a los Profesores Alix Cardoso de González y Sergio Artigas Sosa, los periodistas Roberto Nelson Gutiérrez y Víctor Velázquez integró ese Jurado que nos dejó los símbolos que hoy nos representan.
Quizás para recordarlo nada mejor que la última estrofa del Himno ganador cuya letra es del Prof. Humberto Ochoa Sayanes: “Son tus hijos Velázquez que hoy te dicen, de su orgullo de nacer sobre este suelo, y no importan donde estén bajo que cielos, con cariño en este canto te bendicen…”
Confieso que me he emocionado mucho al recopilar toda la documentación del viejo y querido Maestro Leonidas, palpando allí los mejores momentos de mi pueblo y tengo guardado en mi memoria como prenda indeleble la satisfacción de haber integrado una Comisión que lo homenajeó en vida.
Su vida y labor son una lección a imitar y un compromiso para todos los velázquenses de generar una mejor y más grande villa de la que él nos legó.
AGRADECIMIENTOS: Sandra Larrosa Sopeña (aporte documental y fotos) e Iliana y Laura Larrosa Rodríguez de Oliveira (colaboración dactilográfica y corrección de textos)
[1] Leonidas Larrosa nació el 23 de julio de 1926 y falleció el 29 de setiembre de 2008. Manón Sopeña nació el 10 de diciembre de 1924 y falleció el 24 de octubre de 2009. Sus respectivos nacimientos y decesos ocurrieron en la ciudad de Rocha.
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