Carlos Julio Pereyra
SUMARIO: 1. Panorama político a mediados del S. XX – 2. La crisis de la década del ´60 – 3. Rotación de partidos – 4. La convocatoria – 5. El Congreso – 6. Declaraciones y resoluciones adoptadas por el Congreso – 7. El discurso de Javier Barrios Amorín – 8. Acción política y parlamentaria – 9. El Movimiento en las responsabilidades de gobierno
El amigo Dr. Alejo Umpiérrez ha tenido la amabilidad de solicitarme un trabajo sobre el Movimiento Nacional de Rocha, por entender que hoy forma parte de la historia del Partido Nacional, por lo tanto, de la vida política del País. Con la objetividad posible, para quien ha participado activamente en él, me dispongo a cumplir su reclamo. Agradezco el honor que significa escribir para esta importante publicación.
1. Panorama político a mediados del siglo XX
Para ubicar nuestra relación, es necesario describir el panorama que ofrecía el País, en la época que vamos a analizar.
La tragedia derivada de la Segunda Guerra Mundial, había creado condiciones favorables para la producción uruguaya cuyas exportaciones proveían de alimentos a algunas de las potencias enfrentadas. De ello derivó un auge económico nacional que tuvo su segunda etapa con motivo de la Guerra de Corea (1950-53). Los gobiernos uruguayos de entonces y los que le sucedieron inmediatamente, no utilizaron bien la riqueza, generada a costa del doloroso drama que el mundo había vivido. Gran parte de ella vino al País, en forma de compra por éste de varias empresas inglesas que ingresaron al patrimonio nacional, en condiciones de fuerte deterioro (ferrocarriles, tranvías, la futura OSE, etc.) El Estado no solo no recibió dinero, sino que tuvo que aportar fuertemente para ponerlas en condiciones medianamente aceptables. Si bien el proceso nacionalizador dio un paso (inseguro, pero paso al fin) de haberse recibido pago en efectivo se podría haber impulsado, modernizado y tecnificado al aparato productivo de la Nación.
La falta de ese efectivo y la crisis económica redujo el poder de compra de los países que habían sufrido las consecuencias de la guerra y trajo graves dificultades económico–financieras al Uruguay. El intento industrializador de Batlle Berres, terminó en un fracaso, así como la fuerte corriente estatizadora y monopólica de servicios que impulsaron los gobiernos de la época. El auge económico anterior y la ley de “propiedad horizontal” habían provocado un boom de la construcción en la capital, que se nutrió de trabajadores provenientes, principalmente, del interior. La población de Montevideo llegó al 48 % con respecto al total país, aumentando el desequilibrio demográfico que continúa hasta hoy, afectándolo económica y socialmente. Con la posterior crisis provocada por la caída de los precios de nuestras exportaciones, como consecuencia del deterioro del comercio internacional, se produjo una fuerte desocupación. Como consecuencia, se agudizó la crisis económica que afectó toda la década de 1960, lo que derivó en una agitación social que abarcó también los años siguientes.
Al mismo tiempo, por el temor que experimentaban las multinacionales por la suerte de sus capitales, en la medida que se producía la recuperación económica de las potencias envueltas en la gran guerra, el dinero comenzó a llegar con la proliferación de nuevos bancos, los que se lanzaron a colocarlo entre un empresariado fundamentalmente rural. Con la caída de los precios y el aumento del valor del dólar, el sobreendeudamiento del sector productivo constituyó un problema económico–social que golpeó duro a prácticamente toda la población. La agitación social fue en aumento. Al mismo tiempo, la llamada “Guerra Fría”, volcó sobre los países de Sud y Centro América sus acciones violentas: la Unión Soviética y países comunistas financiaron las guerrillas y Estados Unidos las dictaduras militares, pretendiendo oponerse a aquellas. Así estos pueblos recibieron golpes de los dos contendientes de una guerra en la que no tenían “arte ni parte”.
2. La crisis de la década del ‘60
La crisis de los años ’60 y comienzos de los ‘70, se precipitó por la caída de un sistema financiero, que floreció en el País, tras el sueño de hacer del Uruguay la plaza financiera de la región.
Los gobernantes dieron la espalda a la verdadera generación de riqueza, que es la producción de materias primas, su industrialización y su exportación. Las maniobras especulativas envolvieron y aplastaron la economía, sobreendeudaron al país interna y externamente. Entre las causas se destacan, además, las medidas de libertad absoluta en la fijación de las tasas de interés, que atrajo a los capitales extranacionales a este país, donde se pagaban los intereses más altos del mundo. La afluencia de dinero a los bancos hizo que estos salieran a colocarlo donde pudieran. Las personas o empresas no tenían que ir a la ventanilla del banco, pues el banquero o su emisario golpeaba la puerta de los hombres de industria, de trabajo, del comercio y del agro, para ofrecerles créditos a manos llenas.
Bastó poco tiempo, para mostrar el fracaso de esta política. Los valores de los campos y de los ganados cayeron y quien antes tenía un capital de 100 pasó a tener uno de 50. Quien antes se había endeudado en un 20% de su capital, pasó a deber un 60% o un 80% del mismo. Como consecuencia directa, la cadena de pagos se quebró y la crisis se generalizó.
Por su parte, al no cobrar, los bancos comenzaron a caer. Las quiebras de los bancos Trasatlántico y Mercantil, las instituciones más fuertes de entonces, acentuó la crisis nacional. Ello derivó, poco después, en la compra de carteras “sucias” o incobrables por parte del gobierno. Se adquirieron las de bancos nacionales, pero también de algunos de los más grandes bancos del mundo, de los que eran sucursales varias de las instaladas en el País. El estado uruguayo perdió en la aventura más de 1200 millones de dólares.
El endeudamiento del agro, la industria y los prestadores de servicios superó los tres mil millones de dólares – cifra sideral para la época – en tanto los precios en los rubros principales de la economía habían caído vertiginosamente. Entre otros efectos, la conflictividad social aumentó y aparecieron focos de violencia en los centros sindicales y estudiantiles, y no solo por ello, sino como “efecto dominó” de los movimientos violentos que aparecieron en Francia y otros países europeos, así como por la influencia de la Revolución Cubana. Una fuerte propaganda de origen soviético cayó sobre el país. La enseñanza superior del Uruguay fue “copada” por el extremismo de izquierda, en abierta actitud revolucionaria. De ese ambiente surgió el Movimiento Tupamaro. No se trató – como muestra la historia de otras épocas y lugares – de una reacción de oprimidos económica y socialmente, sino de jóvenes, casi todos de familias de clase media–alta, que bajo el influjo de aquella eclosión de violencia, creyeron que había llegado la hora de sustituir las elecciones democráticas por la “razón” de las armas. También influyeron resentimientos y frustraciones por fracasos en actividades profesionales y políticas. Luego se sumaron jóvenes soñadores o aleccionados por docentes que pagaba el estado para formar militantes del odio.
En este panorama político, social y económico de la década de los ’60, muchas veces nos vimos prisioneros de esta encrucijada histórica, donde golpeaban los extremismos de izquierda y de derecha y consecuentemente, los demócratas quedábamos aprisionados por esas tenazas, portadoras de intolerancia y crimen, de parte de la subversión y luego del terrorismo de estado.
3. Rotación de los partidos
Con las elecciones de 1958 resultó ganador el Partido Nacional, después de 93 años de haber perdido el poder y le tocó heredar las consecuencias de la situación descrita. Esos comicios se realizaron bajo el imperio de la Constitución de 1951 que establecía un Poder Ejecutivo Colegiado – el Consejo Nacional de Gobierno – integrado por 9 miembros: seis de la mayoría y tres del partido que le siguiera en número de votos. La lista ganadora era el fruto de un acuerdo entre el Herrerismo que lideraba el Dr. Luis Alberto de Herrera y el denominado Ruralismo que dirigía el Sr. Benito Nardone.
El liderazgo del Dr. Herrera era el resultado de la culminación de una vida de lucha, en las tribunas partidarias, en el Parlamento, en el periodismo y hasta en la Guerra Civil de 1904. Nardone, había elaborado el suyo a través de la radio, en audiciones donde comenzó como un desconocido y terminó con un gran respaldo, fundamentalmente en el interior, ya que sus charlas referían casi exclusivamente a los problemas de la producción agropecuaria y su comercialización. De pronto, se encontró dueño de un poder político que no había imaginado y menos aún sabría conducir. El choque entre los dos líderes no tardó en manifestarse. Luis Alberto de Herrera era un intelectual de nota y el otro un improvisado líder campesino, que no vivió nunca en el campo. Pronto, sin embargo, el viejo caudillo comprobó con amargura que los demás gobernantes de su sector, llegados al gobierno por su prestigio y su digitación, no respondían a su orientación. El uso y abuso de las prerrogativas del Poder, por parte de algunos, enojó al caudillo y ello contribuyó, en parte, a fuertes desencuentros entre los integrantes del gobierno Sin embargo, en el período se concretaron algunos hechos positivos, como la Reforma Cambiaria y Monetaria impulsada por el Cr. Azzini; se creó la CIDE que elaboró el primer gran diagnóstico sobre los problemas nacionales. Bajo este gobierno se firmó la primera carta de intención en el Fondo Monetario Internacional, para recibir los primeros grandes préstamos internacionales, destinados, principalmente, a la construcción de carreteras.
Sin embargo, la llegada del Partido al gobierno, después de casi un siglo de continuismo, había creado, en el espíritu de los blancos, la ansiedad por un profundo cambio de ideas y de conductas políticas. Las disidencias internas entre Consejeros de Gobierno que provenían de grupos distintos – uno con raíces políticas y el otro, gremiales – fueron complicando la gestión.
Terminada esa legislatura el Partido Nacional volvió a triunfar, esta vez mediante otro acuerdo que también creó dificultades en el momento de gobernar. Los círculos políticos denominaron a la nueva alianza con el nombre de Ubedoxia, en virtud de estar formada por parte de la UBD y el llamado Herrerismo ortodoxo.
El gobierno de la Ubedoxia afrontó las mismas dificultades provocadas por los matices de los grupos que la integraban. En la asunción misma, en el acto solemne del juramento constitucional ante la Asamblea General, solo se presentaron cinco de los seis consejeros de la mayoría. El hecho era la derivación del incumplimiento de un acuerdo, por el cual el sexto titular debía dejar su lugar al suplente, si no había obtenido determinado porcentaje de votos. El acuerdo en sí, ya era motivo de crítica, pero el episodio de la “silla vacía” pasó a integrar el humorismo del folklore político, en perjuicio del prestigio del gobierno que se iniciaba.
La puja por los cargos de la Administración derivó en la elaboración de un “planillado” que establecía – estricta y descarnadamente – el reparto de los cargos de gobierno entre los sectores. El documento trascendió a la prensa con las críticas del caso. No se iniciaba, por cierto, el nuevo gobierno bajo los mejores auspicios. Sin embargo, el esfuerzo de algunos consejeros y ministros fructificó en iniciativas de importancia. Se fortaleció, entre otras cosas, un proceso descentralizador, con la construcción de algunas importantes rutas nacionales como la 5 que une Montevideo con Rivera, la terminación de la ruta transversal 26, un plan de desarrollo de OSE, etc.
No bastaron, sin embargo, para que no se reiterara la crítica, por seguir vigentes ciertas prácticas políticas heredadas de las épocas de los gobiernos colorados. Muchos blancos seguían reclamando modificaciones profundas en las prácticas de gobierno que justificaran la razón de su larga lucha por alcanzarlo. Así se fue gestando la idea de una reunión de dirigentes para formular un llamado en el sentido expuesto.
El mencionado descontento, de muchos dirigentes nacionalistas, motivó el Congreso realizado en Rocha el 8 de marzo de 1964 – con presencia de representantes de todo el País –. La idea surgió en una reunión de amigos del Dr. Javier Barrios Amorín, realizada en una circunstancia especial. Después de seis legislaturas, como diputado y senador, el político se había jubilado, pero rechazando los privilegios del famoso artículo 383. Por eso, presentó ante la Caja de Jubilaciones solicitando que se le liquidaran sus haberes, por el régimen general existente durante su actuación, pero su solicitud fue rechazada, porque no se ajustaba a la nueva ley y – quizás – por no mostrar la excepción que prestigiaba, aún más, a un político destacado. Barrios Amorín retuvo, solo lo que entendía legítimo y ético y lo demás lo depositó en una cuenta bancaria con el propósito de devolverlo al Estado, en la esperanza que el cuestionado artículo 383 fuera derogado. A su muerte, los fondos fueron donados a MEVIR. No era hombre de fortuna, al punto que nunca tuvo casa propia y menos automóvil. Se negó a tenerlo por la ley de privilegio para los legisladores que lo importaban libre de impuestos, la que la opinión pública, con indignación, denominaba “ley de los colachatas”.
Por los motivos citados, en la oportunidad mencionada, un grupo de amigos concurrió a su domicilio para donarle un auto y ofrecerle un homenaje que él rechazó. Además de señalar que no creía merecerlo, porque entendía haber actuado como un deber ciudadano, esgrimió razones de salud. Un antiguo padecimiento cardíaco se había acentuado y señaló que su médico le recomendaba no correr riesgos que podrían derivar de la emoción de un homenaje. Agregó que – por el contrario – si querían realizar una reunión de análisis político, sobre la realidad nacional y partidaria, por ello sí, no mediría riesgos. De inmediato sus amigos comenzamos la organización. Barrios Amorín dirigió cartas a sus seguidores de todos los departamentos y recibió aceptación generalizada. El acto – más que destacar actitudes políticas de personas – debía poner el acento en la necesidad de terminar con prácticas de falta de ética, que hacía años – desde gobiernos anteriores – comprometía el prestigio de las instituciones democráticas, como los ya citados privilegios para legisladores y la corrupción que significaba el viejo vicio de gobernar bajo la rigurosa cuota política para el otorgamiento de jubilaciones, teléfonos y otros beneficios.
4. La convocatoria
Corrientemente se menciona que el Movimiento Nacional de Rocha nació del Congreso del 8 de marzo de 1964; sin embargo, de esa reunión no salió la conformación del Movimiento como sector político. Fueron los hechos subsiguientes, los que lo transformaron en un grupo político-electoral bajo ese nombre. Los asistentes se reunieron en aquella fecha, con la sola intención de expresar su preocupación por el desafío que implicaba la conquista del gobierno, haciendo un llamado público en el sentido indicado. Teniendo en cuenta el largo período de ostracismo se pensaba que habría un cambio radical de rumbos, una verdadera revolución en las prácticas políticas, como lo había reclamado largamente el Partido.
La reunión fue convocada mediante textos que llegaron a dirigentes nacionalistas de todo el País, redactados por el Dr. Alberto Gallinal Heber y por quién esto escribe. Entre otras cosas, se expresaba: “Tenga esta convocatoria el alcance de un llamado al País, a los gobernantes y dirigentes de todos los partidos; a los gobernantes y dirigentes de nuestro partido. Somos ciudadanos nacionalistas y no subestimamos las dificultades que han afrontado los correligionarios, en los cuadros de gobierno y lo que han podido realizar.”
Este texto prueba que no fue justa la crítica, que luego algunos dirigentes formularon a los organizadores del Congreso, de atacar al Partido Nacional. En cambio, es cierto, se señaló que se habían esperado otros cambios que el Partido había reclamado cuando fue oposición, fundamentalmente con relación a prácticas políticas corruptas de larga data, provenientes de gobiernos colorados.
Expresaba el Dr. Gallinal, en su discurso inaugural: “Al Partido Nacional, después de 100 años de constante lucha, se le presentó la oportunidad de aplicar los principios que lo caracterizaron. No se han alcanzado los resultados anhelados.”
Se trataba, no de negar los logros alcanzados, sino de la verdadera revolución, en paz, que justificara plenamente la lucha que había motivado casi un siglo de revoluciones sangrientas y muchas estafas electorales por parte de la soberbia y el exclusivismo colorados.
Recogiendo ese sentimiento, el Dr. Gallinal, continuaba: “Esta asamblea es un grito de angustia, pero no es un grito de desesperación. No es un grito de desesperación porque estamos amparados en la tradición del Partido, estamos amparados por la conducta de muchísimos dirigentes, estamos amparados por nuestros mártires, por la opinión pública que no ha sido atendida con la energía que nosotros deseábamos.”
5. El Congreso
La reunión, celebrada en el Teatro “25 de Mayo” de la ciudad de Rocha, contó con la asistencia de más de 300 dirigentes provenientes de los 19 departamentos. Concurrieron – o adhirieron por escrito –, los Diputados Esc. Luis Alberto Viera (Representante por Soriano), Antonio Durán Rubio (Representante por Paysandú), Orlando Arbiza (Representante por Artigas), Jorge Zeballos Salsamendi (Representante por Montevideo), Dr. Elbio Rivero (Representante por Maldonado) y Carlos Julio Pereyra (Representante por Rocha).
También manifestaron su adhesión ex legisladores: el Dr. Arturo Lussich – figura excepcional del Partido –, Ing. Agr. Arturo González Vidart, Dr. Héctor Fontes, Dr. Cecilio Arrarte Corbo, el Presidente y vicepresidente del Concejo Departamental de Rocha, Srs. Mario Amaral y Esc. Analio Amonte; Dr. Valentín Cossio (Treinta y Tres); el Presidente de la Junta Departamental de Lavalleja Sr. Ricardo Baranda; Ediles de Treinta y Tres, Maldonado, Florida, Canelones, Río Negro, Soriano, Rocha, Artigas, además de dirigentes nacionalistas de todos los departamentos.
La Mesa del Congreso que tuvo la responsabilidad de llevar adelante aquella asamblea estaba compuesta de la siguiente forma: Presidente Dr. Alberto Gallinal Heber (Florida) Secretarios Diputado Prof. Carlos Julio Pereyra (Rocha) – Diputado Dr. Elbio Rivero (Maldonado) – Dr. Carlos Omar Delírate (Canelones) – Sr. Jorge Zeballos (Montevideo) – Sr. Alfredo Silvera Iraola (Tacuarembó) – Sr. Antonio Zeballos Bastreri (Lavalleja) – Esc. Nepomuceno Modernell (Soriano) – Sr. Walter Vicente Mora (Maldonado) – Dr. Ernesto Amorín Larrañaga (Rocha)
6. Declaraciones y Resoluciones adoptadas por el Congreso
Al cierre del congreso se emitió la siguiente declaración como producto central de la reunión llevada a cabo:
“1º) Aprobar, en todos sus términos, el manifiesto-invitación de este Congreso.
2º) Ante la enorme responsabilidad que afronta el Partido, ejerciendo el Gobierno de la República, el Congreso Nacional de la Unión Blanca Democrática, consustanciado con el anhelo de todos los ciudadanos de fe nacionalista y considerando que se juega en esta difícil emergencia el destino del Partido Nacional junto con la suerte del País y de sus instituciones,
DECLARA:
A – Es impostergable un esfuerzo común de todos los sectores nacionalistas para enaltecer la gestión del gobierno, despojándose de intereses de grupos o personales y esforzándose por sumar, a este apoyo, el de los Partidos Democráticos.
B – Es necesario encauzar la acción del gobierno, dándosele un carácter nacional, seleccionando hombres por encima de los marcos partidarios, ya que se carece de las mayorías parlamentarias para hacer un gobierno exclusivamente nacionalista.
C – Es imprescindible una enérgica, planificada y amplia gestión de gobierno destinada a corregir los males financieros, económicos, administrativos, sociales y políticos heredados de los gobiernos anteriores y aún no superados.
D – Adecuar, mediante planes o reformas, la realidad nacional a las exigencias de la hora, procurando la justicia y la paz sociales por medio de modificaciones de estructuras y de métodos anticuados e injustos, que armonicen los reclamos sociales con la intensificación y tecnificación de la producción nacional [1].
3º) El Congreso Nacional, reunido en Rocha (…) Declara, además:
A – Una indeclinable adhesión a la legalidad. La norma del derecho debe ser cumplida por gobernantes y gobernados, poderosos y humildes. Solo así se podrá asegurar la vigencia de las instituciones republicanas prestigiándola ante la ciudadanía.
B – Gobernantes, agentes y funcionarios, deberán ajustar su conducta a la más severa moral, en lo público y en lo privado. La República necesita un reencauce moral, abatiendo privilegios, desterrando la politiquería menuda y el favoritismo político, enfrentando con energía la corrupción administrativa.
C – Luchar contra el encarecimiento de la vida, combatiendo severamente el acaparamiento, la especulación y el agio, conteniendo la inflación y evitando las desvalorizaciones monetarias que no sean con fines económicos.
D – Reorganizar los servicios públicos en vista de la función, evitando que se conviertan en elementos de proselitismo. Es imprescindible una reestructuración total de los Organismos de Previsión Social: la jubilación debe ser un derecho efectivamente reconocido y hay que erradicar las ventajas obtenidas frente a sucesivos ablandamientos legislativos y administrativos. Aspiramos a lograr la unidad integral del Partido Nacional con la garantía previa de adhesión a los principios democráticos en el orden nacional e internacional.”
7. Discurso del Dr. Javier Barrios Amorín
Tomamos algunos fragmentos para ilustrar al lector de lo que fue un discurso que merece ser recordado y cuyos enunciados establecen premisas permanentes y universales: “Mientras fui legislador lo fui de un Partido que estaba en la oposición; sigo manteniendo las mismas ideas ahora que mi Partido está en el gobierno. Las ideas que se defienden sinceramente cuando se está en la oposición hay que sostenerlas con más pasión cuando se está en el gobierno para lograr realizarlas (…)
El principio de la descentralización administrativa fue bandera del Partido Nacional, el Partido Nacional luchó por eso y la impuso en la reforma de 1917; pero buscaba con ello además de una mayor eficiencia separar la política de la administración: para que los servicios públicos no fueran arma electoral puesta en manos del Poder Ejecutivo se fue a la descentralización administrativa. Lo que se quería, pues, era administrar sin interferencias políticas, hoy en día estamos en todo lo contrario: se ha politizado a la Administración en grado tal que ya es urgencia adoptar remedios heroicos so peligro de que nuestra administración sea un verdadero desquicio y hunda a la República. Es necesario llevar a los cargos de dirección a los hombres más honrados y capaces, sin preocuparse de su militancia política, porque administrar un país no es hacer política menuda. Hay que adoptar protección para los funcionarios. Al empleado público debe elegirse no por méritos de comité, sino por capacidad, por talento o por virtud, que son los únicos distingos que entre los ciudadanos admite la Constitución de la República (…)
Es indispensable en materia económica estimular al que trabaja; el intervencionismo del Estado deseable no es el que pone obstáculos o trabas a la acción del hombre que se propone trabajar, sino que es el que está junto a ese hombre para ayudarlo, para estimularlo y permitirle su tarea. En materia social creo que es urgente que se cuide el destino y la suerte de la clase media (…)
Sólo habrá una democracia política efectiva, cuando se tenga una sólida y extendida clase media, sin riesgo de desaparecer, error que se está cometiendo y agravaremos si continuamos marchando por los caminos inflacionarios, por los que está marchando el país (…)
Es necesario conseguir que todos los órganos de Gobierno ajusten su conducta al Derecho; que cumplan con la ley los gobernantes y los gobernados, los poderosos y los humildes, todos, porque de otra manera el país marcha hacia el caos (…)
Una democracia es buena o mala según sea la calidad de sus ciudadanos; con malos ciudadanos el destino de la democracia fracasará; con buenos ciudadanos la democracia puede triunfar. Al ciudadano se le educa en los Centros de Enseñanza por obra del Maestro o el Profesor y en la vida publica con el ejemplo de los gobernantes. La Constitución de la República establece que los Centros de Enseñanza debe ser preocupación fundamental, antes que nada, formar el carácter cívico de los educandos. En la Escuela, en la Universidad, en el Liceo, lo más importante para la Constitución no es formar hombres muy ilustrados; es formar buenos ciudadanos, porque de eso depende la suerte de la República (…)
El buen ciudadano no es quien actúa en la vida pública pensando en sí mismo, en su interés o en el interés de su círculo; es buen ciudadano aquel que por ejemplo el día del voto, no lo hace por interés, ni siquiera por amor y mucho menos por odio; el buen ciudadano es el que en el acto de emitir su sufragio, sólo piensa en la República (…)”
El Congreso creó una Comisión Provisoria para difundir las ideas expuestas, presidida por el Dr. Alberto Gallinal, la que organizó reuniones que se realizaron en Montevideo, Lavalleja y Florida.
El fallecimiento, pocos meses después, del Dr. Barrios Amorín interrumpió estas giras y algunos pensaron que – desparecido el más representativo de sus gestores – el “Movimiento de Opinión Nacionalista” – como se le denominaba entonces – no continuaría su prédica.
Sin embargo el Dr. Alberto Gallinal se transformó en su principal impulsor y con los demás integrantes de la Mesa, continuó las giras por todo el País. La prensa y la gente comenzaron a referirse al Movimiento nacido en Rocha y sin que nadie lo propusiera quedó reducido en su denominación a Movimiento de Rocha.
Ya entonces, es reconocido como un sector organizado del Partido Nacional. Al aproximarse la fecha de las elecciones de 1966, el Movimiento y Reconstrucción Blanca (Lista 400) proclamaron al Dr. Alberto Gallinal candidato a la Presidencia de la República. Reunieron, entonces un importante caudal de votos, con lo que resultaron electos 5 senadores: el Dr. Felipe Gil, el Esc. Luis Alberto Viera y Carlos Julio Pereyra por la lista 504, número histórico de la lista del MNR, y Washington Beltrán y Wilson Ferreira Aldunate por la lista 400.
En la Cámara de Representantes por la lista 504 asumieron cuatro diputados por Montevideo, uno por Lavalleja, uno por Rocha, uno por Treinta y Tres y uno por Colonia. En total ocho diputados y tres senadores, constituían una muy buena votación. Como consecuencia el Movimiento recibió una importante suma de dinero que fue distribuido en instituciones de beneficencia social, caso único desde que el Estado financia a los partidos políticos para el acto electoral.
Con absoluta veracidad, se puede afirmar que el momento de mayor importancia para este sector político fue la campaña de 1971 acompañando la candidatura a la Presidencia de Wilson Ferreira Aldunate.
8. Acción Política y Parlamentaria
En la acción parlamentaria y en las manifestaciones políticas el Movimiento Nacional de Rocha ha condenado a todas las dictaduras, cualquiera sea su signo: las del comunismo y las del fascismo; las de Mussolini, Hitler y Franco, hasta las modernas de Perón, Fidel Castro y Chávez. Cuando nuestro país las padeció, estuvo en el frente de la resistencia a ella, trabajando al descubierto y en la clandestinidad, desde la autoridad de emergencia o Triunvirato, que se dio al Partido Nacional, cuando fue proscrito. El mensaje siniestro del vino envenenado es el testimonio claro de lo que significó la lucha del Partido Nacional a favor de la Democracia. La actitud de ciega criminalidad esgrimida por la guerrilla tupamara, mereció igualmente nuestro repudio. No es, por cierto, con nuestra complacencia que hoy está en el gobierno y en el camino de la intolerancia que está recorriendo hacia una dictadura marxista, si no hay una gran reacción democrática.
Bueno es consignar que el Movimiento Nacional de Rocha, frente a los sucesos del 9 de febrero de 1973, fue la primera agrupación política que públicamente – a través de su Bancada Parlamentaria – la condenó en conferencia de prensa, de la que transcribimos algunos párrafos[2]: “La Bancada de Legisladores del Movimiento Nacional de Rocha ha creído necesario realizar esta conferencia de prensa para fijar su posición frente al comunicado emitido por los Mandos de las FF.AA. el viernes 23 de marzo. (…)
Este Movimiento ha mantenido una acción constante, precisamente, contra los privilegios, contra las malas prácticas políticas, contra los vicios administrativos; tan larga esa militancia que empieza cuando nace el grupo político porque la razón de ser del Movimiento Nacional de Rocha su origen se centra en la necesidad de fortalecer a los Partidos Políticos para luchar contra esas cosas, que pueden conmover los pilares del régimen democrático.
Por ampararse en lo dispuesto por el entonces tristemente célebre artículo 383 que permitía jubilaciones privilegiadas para legisladores, fue expulsado un legislador del sector.
En el período 66-71 se expulsó de nuestras filas a un Edil por haber incurrido en abuso de la locomoción oficial, se tomaba medidas contra aquellos de sus afiliados que habían incurrido en incorrecciones, sin otra norma rectora que la observancia fiel de sus principios. (…)
Y a nivel parlamentario se libró una lucha por la moral y contra la corrupción. Prueba de ello fueron las interpelaciones realizadas por los senadores Ferreira Aldunate y Carlos Julio Pereyra quienes llevaron a cabo en el Parlamento una enérgica acción depuradora de políticos y gobernantes cuya gestión aparecía respondiendo a otros intereses distintos que los generales del País. (…)
Entremos ahora al estudio pormenorizado del documento. Se nos acusa a todos los parlamentarios de pasividad frente a los acontecimientos de febrero; y lo primero que debemos decir es que la crisis se desarrolló en el ámbito del Poder Ejecutivo y que si alguien no cumplió con su deber fue el Presidente de la República y sus subordinados, ya que sus resoluciones no fueron acatadas a tal punto que el ministro que designó no fue reconocido por las FF. AA., situación que el Presidente no solo aceptó, sino que se sumó a los golpistas. La fuerza material fue manejada por el Poder Ejecutivo y un grupo de militares que se apartaron de los cometidos que le asigna la Constitución y la Ley, para asumir otros en abierta subversión contra el orden establecido en la República. (…)
En carta que Ferreira Aldunate y quien esto escribe dirigieran al ex Presidente Bordaberry el 27 de mayo de 1972, cuando en el país entonces se hablaba del entendimiento nacional, en el último párrafo de la carta le decían lo siguiente: ‘como manifestación de este propósito de colaboración, reiteramos una vez más nuestra voluntad de otorgar las venias que el Poder Ejecutivo solicite para lo provisión de los directorios autónomos, siempre que concurran en los candidatos propuestos las condiciones de honestidad, capacidad y devoción por la defensa de los intereses nacionales. En ésta, como en toda situación de futuro el señor presidente podrá descontar nuestro apoyo si el mismo le significa liberación de mezquinas coacciones de minorías’. (…)
Se ejecutaron las medidas para erradicar la corrupción – acusación de carácter general – en el mensaje de los militares. Sobre esto, los hechos hablan: Acosta y Lara, Peirano Facio, Charlone, coronel Zina Fernández, el general Herrera, los directores del Banco Mercantil, todo esto fue denunciado y enjuiciado en el ámbito del Senado por el sector.”
9. El Movimiento en las responsabilidades de gobierno
Fueron electos diputados por el sector, entre otros, a lo largo de los años los siguientes ciudadanos: Jorge Zeballos Salsamendi – Carlos Rodríguez Labruna – Alvaro Lapido – Alberto Barrán – Alem García – Javier Barrios Anza – Matilde Rodríguez de Gutiérrez Ruíz – Ana Lía Piñeyrúa – Enzo Mascheroni Arnábal (Montevideo) – Wilson Elso Goñi (Treinta y Tres) – Edison Zunini (Salto) Salvador García Pintos – Antonio Zeballos – Alfredo Zaffaroni Ortiz (Lavalleja) – Juan Oxhacelay (San José) – Raúl Rosales (Soriano) – Ramiro J. Borrás – Leopoldo Pignataro – Carminillo Mederos (Colonia) – Eber da Rosa Márquez (Tacuarembó) – Agapito Álvarez (Paysandú) – Jorge Coronel (Cerro Largo) – Aldorio Silveira (Artigas)
Se obtuvieron en diferentes elecciones diversos gobiernos departamentales. Como consecuencia fueron electos: Eber da Rosa Márquez y Wilson Ezquerra (Tacuarembó) – Julio M. Quintela y Wilson Elso Goñi (Treinta y Tres) – Mario Amaral (Rocha) – Rodolfo Nin (Cerro Largo) – Jorge Lladó (Durazno) – Ing. Juan Carlos Curbelo y Raúl Bianchi (Colonia).
Como lo hemos consignado, en las elecciones de 1971 el Movimiento Nacional de Rocha acordó con “Por la Patria” la fórmula presidencial Wilson Ferreira Aldunate – Carlos Julio Pereyra. Posteriormente, se escindieron algunos militantes – encabezados por Rodolfo Nin – por no compartir la colaboración en el gobierno del Dr. Lacalle.
En las dos últimas elecciones se ha acordado con fórmulas electorales nacionales y departamentales. Por decisión del último Directorio que tuvo el Nacionalismo Independiente, le fue entregada al Movimiento Nacional de Rocha, para cuidado y usufructo, la “Casa de los Lamas”, sede que en la actualidad sigue ocupando y realizando actividades políticas y culturales.
Esto es en definitiva un breve resumen de una actividad política que se aproxima al medio siglo de vida.
[1] En su discurso, Barrios Amorín destacó las ideas y leyes propuestas por Wilson Ferreira Aldunate sobre la tierra y la producción agropecuaria.
[2] Conferencia de Prensa realizada por el Senador Carlos Julio Pereyra en nombre del Movimiento Nacional de Rocha frente a los problemas de actualidad nacional. 27/03/1973
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