Por Néstor Sabattino Dossi
SUMARIO: 1. Último día – 2. En principio fue la oscuridad – 3. A la búsqueda del farolero – 4. Un rosario de quejas – 5. El duro oficio de cobrar – 6. A modo de fin
1. Último día
Los gurises jugaban ruidosamente en el gran charco que se había formado en la esquina. Una esquina como cualquiera otra en el Barrio de las Ranas. Hacía dos días que llovía y recién antes del mediodía cesó el diluvio. Un diluvio de verano, luego del cual, el sol de diciembre llenaba la tarde de humedad y calor.
Posiblemente esa sensación pegajosa, había hecho que la siesta de Riera, se prolongara más de lo acostumbrado.
A esa altura de la tarde, despierto desde hacia rato, él y su catre eran una sola cosa. Había dormido mal, había tenido pesadillas, las moscas lo molestaron permanentemente, y aún así, le costaba despegar. Con un repentino impulso, se sentó en el catre, miró hacia afuera por una rendija junto al hueco de la ventana, y se dio cuenta que ya era tarde. Bajó las piernas con parsimonia y sus pies buscaron con desgano las alpargatas. Quedó de pie y por un momento le costó orientarse. Todo él era una extraña sensación de pereza. La voluntad le abandonaba y, a decir verdad, hubiese querido que aquella tardecita no llegara nunca.
Salió al patio y la higuera lo recibió con una hospitalaria sensación de frescura. Aprovechó el agua de la palangana, y se lavó la cara. Mientras se secaba, miró de reojo los higos y se dijo:
-Una semana más y están prontos. Sino los pájaros…
Echó al perro de adentro, arrimó la puerta del rancho y salió hacia la calle; con paso ágil, no demoraría más que algunos minutos en llegar hasta la Plaza Progreso.
Riera no empezaba una jornada más. Esta era la última vez que saldría, al ponerse el sol, a cumplir con su tarea de prender los faroles de la ciudad.
Ahora, al llegar a la calle Cebollatí, se sorprendió de la casi nula actividad en la Fonda de Burnia, y al doblar por esta, apuró el paso y reflexionó:
-No hay farolero sin faroles…- y lanzó un escupitajo que llegó al medio de la calle.
Poco antes de llegar a la Plaza, se divisaba el cartel de latón azul, con letras blancas, en la hojalatería de Francisco Paciello. Mientras se acercaba se dio cuenta que, a pesar de los años, realmente nunca había reparado mucho en él.
“Hojalatería del Nuevo Cariño”. Nombre raro si los hay para una hojalatería.
En realidad nunca le pasó por la mente preguntarle a su patrón, por que le puso así.
-¿Cual habrá sido el “nuevo cariño” de Don Francisco? -pensó con ironía.
El “Gordo” Fontes y “Perico” Rodríguez, hacía rato que lo estaban esperando en el galpón. Minutos después, los tres saldrían, bolsos al hombro, con destino a sus respectivas zonas, para proceder a la “prendida” de los faroles.
Por última vez. Era el 14 de diciembre de 1909.
2. En principio fue la oscuridad.
A finales del siglo XVIII, la primitiva San Felipe y Santiago de Montevideo contaba con 15.000 habitantes.
Como la mayoría de las urbes españolas de la época, carecían por completo de alumbrado público, y recién al final de la centuria comenzaron a aparecer los primeros faroles en las zonas más pobladas de la ciudad.
Las calles – que se hallaban llenas de obstáculos, baches, zanjas, aguas servidas y acechadas por múltiples peligros – permanecían vacías durante la noche, y solamente en casos de extrema necesidad, algunos se animaban a transitarlas, orientándose entre la penumbra con su propia luz.
El 6 de abril de 1783 “El Cabildo resuelve penar con 4 pesos de multa, o en su defecto 15 días de trabajo forzado en las obras de la fortificación o en las de la Iglesia , a todo aquel, fuese blanco o negro, que anduviese sin luz por las calles de la ciudad después de pasado el toque de cajas”.
Si estas cosas sucedían en Montevideo, imaginemos cual sería el panorama en la remota, aislada y recién establecida Villa Nuestra Señora de los Remedios de Rocha. Poca documentación tenemos al respecto, así que solo nos resta la tarea de hacer un esfuerzo para imaginarnos las vicisitudes que, en materia de iluminación, tuvieron que superar los primeros rochenses.
Obviamente, no fueron estas distintas a las que pasaron todos los pueblos orientales por esa época.
La vida se desarrollaba con el ritmo de la naturaleza: levantarse con la salida del sol, para aprovechar la jornada y con el devenir de las estaciones, refugiarse en los hogares cuando ya no había claridad para trabajo alguno. Luego del alimento y las oraciones, todos sin excepción se entregaban al descanso nocturno.
Los primeros recursos empleados para alumbrarse, consistían en “candilejas” hechas en base a sebo derretido o “chicharrones”, donde se introducía una mecha de trapo retorcido.
Las posteriores luchas por la Independencia y el período negro de la Guerra Grande no permitieron muchos adelantos en la materia.
La carencia de recursos y dificultades en las comunicaciones y, por lo tanto, en el comercio no ayudaban a mejorar una situación, apenas mitigada por la introducción de las velas de sebo.
Otras candilejas vinieron después, consistentes en una vasija de barro con sebo y mecha, suplantadas más tarde por unas rudimentarias lámparas alimentadas con aceite de potro, de insoportable olor.
De todos modos, estos aparatos eran escasos en la Villa y aportaban, como es de imaginarse, unos escasos metros de luz a su alrededor. Solo frente a algún acontecimiento o visita especial, ya fuere de carácter social, político o religioso, la iluminación era atendida en forma especial.
El alumbrado en base a faroles con los sucesivos adelantos que introdujeron ingleses y portugueses en materia de vidrios, mechas, etc. y, sobre todo, con la introducción del kerosene al país en 1861 fue paulatinamente imponiéndose.
Los vecinos, en sus domicilios, enfrentaban la oscuridad con los recursos que disponían, mientras que las autoridades, poco a poco fueron atendiendo un elemental servicio de alumbrado público para las calles.
El mismo iba evolucionando lentamente con la preocupación de la Comisión Auxiliar local. Con la autonomía Departamental y la instalación de la respectiva Junta Económico Administrativa aparecen los empresarios de alumbrado público, contratados luego de un llamado público.
Las tímidas experiencias con la utilización del gas acetileno – que producían entre la población gran recelo en cuanto a su seguridad – no perturbaron el predominio de los faroles a kerosene, hasta el fin del primer decenio del siglo XX. A partir de allí, esos viejos faroles se archivaron definitivamente. Los rochenses empezaron a hablar de “lámparas incandescentes” y “arcos voltaicos” y Rocha se convirtió en una de las primeras ciudades del interior en contar con un servicio de energía eléctrica.
3. A la búsqueda del farolero.
3.1 Pequeño introito:
Periódicamente la Junta Económica Administrativa llamaba a interesados para efectuar el Servicio de Alumbrado Público, por un período que no excediera su mandato y en base a un pliego de condiciones que el oferente declaraba conocer y aceptar.
Diremos que por esos tiempos la ciudad de Rocha estaba alumbrada por faroles a kerosene; que se encontraban diseminados por las zonas más pobladas, dentro de las siguientes cuatro calles perimetrales: Ituzaingó, Colón, Solís y del Consejo, llamada luego, Zabala.
Los mismos eran de propiedad municipal y estaban colocados, los más, en pescantes de hierro amurados en las paredes de las casas, generalmente en las esquinas y los menos, sobre columnas de hierro o algún poste de madera como en el caso de la plazas y algún otro sitio público.
El número fue variando a medida que aumentaba la densidad de la población urbana pero se puede decir que partiendo de un número de 100 faroles en 1909 se llegó a un total de 205.
Veamos un Pliego de Condiciones tipo de la época, para entender en qué consistía el trabajo del Empresario de Alumbrado Público y a qué condiciones estaba obligado el mismo.
3.2 El pliego de condiciones:
El pliego al cual debían sujetarse los oferentes era el siguiente:
“ Llamado a propuestas para el Servicio de Alumbrado Público
Art. 1.- El servicio de Alumbrado se hará todas las noches, y solo con el consentimiento del Director del Ramo, podrá dejar de efectuarse en las noches de luna, que lo crea innecesario por demasiada claridad de ésta.
Art. 2.- La prendida empezará indefectiblemente una hora después de ponerse el sol, debiendo estar terminada dentro de la hora subsiguiente, quedando obligado el contratista a dar como mínimo tres cuartos de luz de la máxima de las lámparas empleadas. Se apagarán a las 12 p.m. y no antes.
Art.3.-Los faroles y tubos, serán limpiados, por lo menos, un día sí y otro no.
Art.4.- El kerosén que se emplee, que será blanco y de primera calidad, así como los tubos, depósitos, boquillas, vidrios, colocación, composturas en general y demás gastos que demande el servicio, serán de cuenta del contratista, sobreentendiéndose que toda reparación ha de ser hecha inmediatamente.
Art. 5.- Al terminar el contrato, entregará todo en perfecto estado, en condiciones de continuar el servicio.
Art. 6.- El contratista establecerá la cantidad que cobra por cada farol para serle abonado el pago en esa forma, quedando sujeto al aumento o disminución de ellos, no pudiendo en caso de aumento, cobrar más cantidad que la ya propuesta y aceptada.
Art. 7- El contratista se hará cargo de la cobranza mensual del Impuesto, sin recibir remuneración de ningún género y desempeñando con todo celo y actividad las funciones de Recaudador, sin excusa de ningún género y con las obligaciones legales.
Art.8.- La falta de cumplimiento a lo dispuesto en este contrato será penado de la forma siguiente:
a.- La deficiencia en la luz apreciada por el Director encargado del servicio, cincuenta centésimos por cada farol.
b.- Por falta de limpieza en los faroles y tubos, derrame en los depósitos, falta de vidrios y tubos rotos, cincuenta centésimos por cada farol.
c.- Por dejar de cumplir con lo establecido en el Art. 2, veinticinco pesos por cada vez.
d.- Por no llenar las obligaciones impuestas en los Art. 4 y 7, diez pesos por cada vez.
e.- Por no cumplir lo establecido en el art.5 con el costo de las reparaciones que hubiere que hacer.
Art. 9.- Este contrato durará todo el período de la actual Junta, salvo el caso que se refiere en el art. 10, y empezará a contarse desde el día que se acepte su propuesta, y para responder a las estipulaciones que contiene el contrato presentará garantía de persona abonada a satisfacción de la Municipalidad.
Art.10.- En caso que la Junta tenga conveniencia en adoptar en cualquier momento otro sistema de Alumbrado Público, caducará el contrato a que se refiere el presente pliego de condiciones, no teniendo el contratista derecho a indemnización alguna y debiendo ser avisado con un mes de anticipación.
Rocha, enero 23 de 1908.
Cirilo Poissò – Secretario”
Con muy pequeñas modificaciones, sin importancia, estas fueron las bases que siempre se utilizaban para los llamados a interesados en el servicio.
En cuanto a las propuestas que respondían a estos llamados, hemos optado por ofrecer las presentadas frente a dos de ellas, en distintas épocas, lo cual tiene como objeto conocer algunos de los contratistas de esos tiempos, muchos de los cuales repiten sus aspiraciones de obtener el contrato. A menudo se presentan en franca competencia, y otras veces, sus propuestas van acompañadas de ideas o sugerencias hacia la Municipalidad, con el fin de mejorar el servicio.
3.3 Las Propuestas de 1902
La primera reza así (sic):
“Sr. Presidente de la Junta Económica Adm. del Departamento:
Francisco P. Paciello, domiciliado en la Ciudad, en la calle Florida esq. Chuy, ante esta Hon. Corp. que V.S. preside, se presenta y expone:
Que habiéndose llamado por medio de la prensa para licitación el Servicio de Alumbrado Público de esta ciudad, cuyas propuestas deberán presentase hantes del 18 de corriente mes, vengo a presentar propuesta en tiempo y en la forma siguiente:
Art. 1. Me comprometo desempeñar el servicio de Alumbrado Público de esta ciudad todas las noches con arreglo al Pliego de condiciones impuesto que existe de manifiesto en la Secretaría de esa Corporación, y que se determina en los art. del 1ro. al 7mo.inclusive, lo mismo que sujeto a las penas determinadas en dicho pliego.
Art. 2. Exijo como remuneración de mis servicios la suma de setentiuno centésimos por cada farol, que esa Junta deberá abonarme mensualmente.
Art.3. Me comprometo desempeñar este servicio por el término de un año a contar de la fecha que me fuera aceptada. O bien sea por el tiempo que permanezca esta Junta desempeñando su función, o sea hasta 1905.
Art.4 Impongo como condición expresa, que, en el caso de producirse algún huracán de tempestad de viento en alguna noche que se considere de fuerza mayor, a juicio de esa Honorable, se me exonere de responsabilidad; no obstante de hacer todo lo posible para conservar los faroles con luz.
Art.5. Si durante el tiempo que esa Honorable señale para la duración de este contrato, en el caso de ser aceptada mi propuesta, alguna empresa proporcionara a esa Honorable el servicio de Alumbrado Público de esta Ciudad, a Gas o Luz Eléctrica, y que a esa Junta le conviniere optar por ese nuevo servicio, quedaría desde ese momento nulo o terminaría el presente contrato.
Art.6. Ofrezco como garantía para el cumplimiento de este contrato a mi Sr. Padre Luis Paciello persona de arraygo y domiciliado en esta ciudad, con casa de comercio, quien de conformidad firma conmigo en la ciudad de Rocha, 17 de junio de 1902. Francisco P. Paciello – Luis Paciello”
Otra propuesta es la siguiente:
“Señor Presidente de la Junta Económico Administrativo
Señor Don Ventura Silva y Barrios
Ilustrísimo Señor:
Luis Baranzano, de nacionalidad italiano, y vecino de esta ciudad, enterándome por el diario de esta localidad, que llaman para propuesta del Servicio de alumbrado público de esta ciudad, vengo por medio de la presente a ofrecerme para dicho servicio, por espacio de uno a tres años, por lo que expone:
Primero. Debo continuar con la reforma de los faroles que están en mal estado y mejorando la luz diariamente.
Segundo. El servicio será efectuado por medio de hombres prácticos que sepan lidiar con ese trabajo y pagarles como corresponde.
Tercero. Los depósitos que contienen el kerosene se deben reformar todos de nuevo para no tener desperdicio y hacerlos de otra forma como están reformados la mayor parte de ellos, que mande hacer en este poco tiempo por mi cuenta. La limpieza será de todos los días.
Cuarto. Los faroles serán pintados, por lo menos una vez al año.
Quinto. La cobranza será hecha con toda la actividad posible.
Sexto. Cualquier huracán que haya y que haga estragos en los faroles, estos serán reformados o se harán de nuevo por cuenta del empresario, comprometiéndome entregarlos en buen estado.
Séptimo. Sujetándome al Pliego de Condiciones que existe en esta Secretaria, y reservándome solamente de alguna noche que pueda haber una fuerza mayor de lluvia o de viento que pueda quedar algún farol apagado, tomaré el empeño necesario y no se dejara de atender hasta última hora.
El precio por cada farol será de $ 0,75(setenta y cinco centésimos ) mensuales.
Como fianza presento al Sr. propietario y comerciante de esa plaza, Don Francisco Virginio que firmará junto conmigo.
Rocha, 18 de junio de 1902.
Luis Baranzano Francisco Virginio.
Ese año la Junta Económica Administrativa resolvió lo siguiente:
“Rocha, setiembre de 1902.
La Honorable Junta resolvió en sesión de anoche:
Considerando que, si bien la propuesta del Sr. Baranzano es más alta encuatro centésimos por farol que la del Sr. Paciello, el primero se compromete a efectuar reformas en los depósitos de kerosene, así como la compostura de los faroles que se encuentran en mal estado, o hacer nuevo los que se deterioren por fuerza mayor, y demás condiciones, fuera de las que trata el pliego respectivo, lo cual redunda en beneficio de la Junta y del mejor servicio público, acéptase la propuesta del Sr. Baranzano con la garantía ofrecida.
Cirilo Poisò- Secr. Victor Silva y Barrios. Pres.
3.4 Las propuestas de 1908 (la última licitación)
“Honorable Junta Eco. Administrativa del Departamento de Rocha:
Francisco P. Paciello, domiciliado en esta ciudad, se presenta ante esta H. Junta, al llamado a licitación para el servicio de alumbrado público de esta ciudad.
Propone hacer el servicio de alumbrado público con arreglo al pliego de condiciones que a disposición de los interesados está en esta Secretaría, por la cantidad de 0,65 centésimos mensuales por cada farol.
También se compromete a pintar todos los faroles una vez por año para su mayor duración y vista.
Las experiencias adquiridas durante el tiempo que vengo haciendo ese servicio, me induce a llamar la atención de esta H.J. sobre la conveniencia que habría en modificar el pliego de condiciones, en lo relativo al tiempo, en que debe efectuarse la prendida de luces.
La alternativa adoptada hasta el presente, de hacer el servicio en las noches que no haya luna, trae como consecuencia deficiencias en el servicio por más empeño que el contratista ponga en subsanarlas.
El servicio de tener luz todas las noches es el más conveniente, y al efecto ofrezco hacer el servicio dando luz todas las noches, por el precio de 90 centésimos mensuales por farol.
Al hacer esta oferta me guía el interés de dar un servicio de alumbrado lo más perfecto con arreglo al sistema.
Como garantía del fiel cumplimiento de la presente propuesta, ofrezco al Señor Aquiles Paciello el cual firma conmigo de conformidad.
Rocha, febrero10 de 1908
Francisco Paciello Aquiles Paciello
Además de la propuesta de Paciello, formalmente se presentaron dos propuestas más para ese llamado, una de Andrés Bossi y otra de José Mileo. El primero ofrecerá $ 0,64 por farol y el segundo $ 0,69 por farol. Presentaban las garantías respectivas de José Guruchaga y Luis Baranzano, viejo contratista este último.
3.5 La Resolución del Intendente.
El 22 de febrero de 1908 se oficializó la resolución del intendente bajo la firma del primer Intendente de Rocha, don Eliseo Marzol. Por ella se adjudicó el servicio a Bossi.
3.6 El “arreglo” final.
Por nota presentada al día siguiente Andrés Bossi cedió los derechos de la concesión a Francisco Paciello, comprometiéndose este ante la administración en iguales términos que Bossi.
De todo esto, se puede ver claramente el manejo que existía en este tipo de llamados, donde Paciello, a través de dos propuestas – una mediante testaferro – logró dejar afuera a su archienemigo Baranzano, que a la vez, se había presentado indirectamente, “como garantía” del testaferro Mileo.
Como corolario de todo esto, a Don Francisco Paciello Latrucello, le correspondió así el honor de ser el último farolero de la ciudad de Rocha.
4. Un rosario de quejas
Tenemos pues instalado en su función de farolero a Don Francisco Paciello, italiano, originario de Potenza, de oficio hojalatero, quien había llegado a esta ciudad con la importante oleada migratoria del último tercio del siglo XIX. Venido conjuntamente con su hermano Aquiles y sus padres, Luis Paciello y Teresa Latrucello, se incorporaron rápidamente a la nueva sociedad, formando familia y ganándose un lugar a fuerza de trabajo e ingenio.
Las características del Servicio de Alumbrado Público, brindado a través de los instrumentos y procedimientos que hemos visto, ocasionaban, como es de imaginarse, múltiples quejas de los vecinos.
En todas las épocas y de todos los sectores de la sociedad aparecían en la prensa local, casi con una frecuencia diaria, reclamos y calificaciones, que reflejaban el descontento de la población.
Las elementales instalaciones, las inclemencias del tiempo, las pequeñas tropelías que se consumaban a diario – especialmente por la noche (hurto de kerosene, rotura de tubos, etc.) -, los ocasionales descuidos de los empleados afectados a la tarea de la prendida y mantenimiento de los faroles, y por qué no, las consabidas artimañas de los contratistas en la búsqueda permanente de minimizar sus costos operativos. Todo ello se conjuntaba para que el servicio fuese siempre deficitario, y originasen enojosas reacciones de la vecindad.
Veamos algunas de ellas.
“Varias respetables personas se nos han apersonado quejándose del mal servicio de alumbrado, y pidiendo lo hagamos público, solicitando su remedio. (….) No se desoiga la voz del pueblo que paga para que se le sirva bien!” (“La Libertad”, 18 de agosto de 1881)
“…muchos faroles solo se encienden hasta la mitad, otros permanecen apagados durante toda la noche….” (“La Libertad”, 29 de setiembre de 1881)
El martes 9 de noviembre de 1881, se produjo una gran granizada con fortísimos vientos que destrozó en su mayoría los faroles del alumbrado de la ciudad. Los lamentos en la población fueron generalizados.
“Ensayos de nuevos sistemas de alumbrado: El que dio mayor resultado fue el “de Rocker”. Al respecto se colocaron en la plaza Independencia 4 lámparas de esa clase, el resto será dotado de boquillas de doble luz. Y remataba la nota: “También es necesario que se le aprieten las clavijas al Empresario”. (“El Nacionalista”, 8 de febrero de 1887)
“Esos faroles: hemos notado que en estos últimos tiempos, el alumbrado público anda bastante mal. Estas últimas noches brillaban por la ausencia, y otros que apenas daban unos escasísimos reflejos. ¡¡Sres. Faroleros, alúmbrennos un poquitito mejor!!“ (“El Nacionalista”, 5 de junio de 1888)
“Sr. Iluminador público: ¿no sería posible conseguir que siquiera en este último resto de su vida de Contratista, librara al vetusto sistema de la maldición que arranca cada tropezón que los humanos se dan por estas calles, donde se encuentran faroles apagados con harta frecuencia en las mejores horas de la noche?“
“Es un deseo nomás, que bien sabemos que ese mal no tiene cura hasta que llegue la eléctrica”.
“Salvo que el Sr. Intendente disponga otra cosa, más en armonía con las exigencias justas del pueblo pagano”. (“La Democracia”, 17 de febrero de 1909)
“Esa Luz.- Los vecinos de la calle Sierra esq. Chuy, se quejan no sin razón de la oscuridad allí reinante”.
“Con motivo de las reformas practicadas en el frente de la casa donde se destacaba una candileja -vulgo farol-, ésta fue sacada hace tres meses, y ni miras parece haber de que lo vuelvan a colocar” (“La Democracia”, 12 de junio de 1909)
4.1 El Intendente se enoja.
Veamos estos otros expedientes que reflejan otras tantas escaramuzas entre la autoridad y el contratista producto de los incumplimientos en el servicio.
“Sr. Jefe de Sección Alumbrado.
Sírvase intimar al Contratista del servicio de Alumbrado Público, Don Francisco Paciello, el pago de una multa de diez pesos por insuficiencia de luz en las lámparas y falta de limpieza en los faroles.
Hará presente al Sr. Contratista, que después de las varias observaciones que se le han hecho, con referencia al buen servicio que corre a su cargo, esta Intendencia le impone como correctivo la pena antes indicada, bajo apercibimiento de que, si a pesar de esto, continua el mismo mal servicio, se le aplicará la pena máxima que establece el contrato.
Lo que comunico al Sr. Jefe de Sección para su debido cumplimento y demás efectos.-
Rocha, marzo 11 de 1909
E. Marzol Intendente. Dinegri Costa Secretario
Pero Paciello desconoció lisa y llanamente la sanción y así lo consignó el notificador diciendo que este “manifestó que no consignaba el importe de la multa impuesta, por no conocer las causas que motivaron la aplicación de la misma, y por creer que el servicio está perfectamente atendido y de acuerdo con lo que al respecto establece el Pliego de Condiciones”.
Eliseo Marzol contestó tajantemente que “El que suscribe ha evidenciado personalmente la falta en que ha incurrido el Sr. Contratista” y que “ debe abonar la multa que se le ha impuesto”. Además Marzol en igual resolución lo apercibió: “ y que de persistir en no dar a las lámparas la luz que indica el expresado art. 2, se le aplicará la multa que señala el inc. B del art. 8 del contrato.”
Finalmente ante el peligro de sanciones mayores Paciello pagó la multa que le fuera impuesta.
4.2 El Intendente ataca de nuevo
Los conflictos con el servicio de alumbrado fueron frecuentes en el último año del servicio. Obviamente Paciello sabía que su trabajo se terminaba ante el arribo de la luz eléctrica y no ponía la debida dedicación a la función.
Ello ocasionó nuevos desencuentros con la municipalidad:
“Habiendo informado a la Intendencia el Director de Alumbrado, que en la noche del diez del corriente permanecieron apagados durante las horas reglamentarias los faroles de las calles Gral. Artigas, Polonio, San Luis, Uruguay, San Miguel y Santa Teresa; de las casas de las Srtas. Macías, Jefatura Política, Benito Domínguez, Aníbal Sosa, Pío Costa, Víctor González y Juan López, y dos además, en la Plaza Progreso; lo que revela la desidia y abuso en que incurre el Señor contratista de aquel servicio, faltando abiertamente a lo contratado con la H. Junta, y a fin de frenar esa falta y ver si así dicho Señor se ajusta más estrictamente al cumplimiento de sus obligaciones, Se Resuelve:
Que la Secretaría le intime el pago de la multa de diez pesos, por esta vez, bajo apercibimiento de aplicarle el máximo que señala el Pliego de Condiciones si reincide en las mismas faltas apuntadas.
Rocha, agosto 11 de 1909
Eliseo Marzol. Intendente
4.3 Paciello se defiende y esta vez no paga.
Paciello presentó los descargos en dicha ocasión y con éxito. Estos fueron aceptados quedando la multa sin efecto.
5. El duro oficio de cobrar
Como ya vimos, los contratistas de alumbrado público tenían la obligación contractual de cobrar a los vecinos, puerta por puerta, el impuesto correspondiente. Cobro que a su vez les permitía cobrar su servicio.
Si difícil era el servicio de alumbrar la ciudad; si abundantes eran las quejas al respecto, fácil es comprender que esta cobranza tuviere también sus problemas.
La relación directa entre quien prestaba el servicio y el vecino, en su papel de contribuyente, a menudo desconforme con el mismo podría generar mil diferencias y disputas. Resulta pues interesante ver alguna de ellas, en muchos casos reflejando los climas recelosos y tirantes de determinadas circunstancias históricas.
5.1 El “Impuesto de Luces”
Creado por Ley del 12 de setiembre de 1887, el Impuesto de Alumbrado Público llamado comúnmente de “Luces”, era un gravamen de carácter nacional que estaba destinado a solventar los gastos del alumbrado público, en todas las ciudades, villas y pueblos del país.
Las Juntas Económicas Administrativas, no estaban constitucionalmente facultadas para crear impuestos, por lo tanto simplemente cobraban el mismo, empleando la figura del Contratista respectivo para que realizara esa tarea.
Mensualmente se le entregaban a éste las “papeletas”, con el nombre de los contribuyentes y el importe respectivo. Realizada la tarea, el Contratista entregaba, dentro de un plazo estipulado, el dinero, devolviendo las papeletas que no había podido cobrar.
A menudo, se daba el caso que las listas o nóminas de los contribuyentes no eran completas o no identificaban claramente a quien correspondía, creándose entonces, confusiones.
5.2 Dificultades para el cobro.
En diversos documentos aparecen “escrachados” los morosos:
“Rocha, marzo 7 de 1906
Sr. Presidente de la Junta Ec. Administrativa
Dr. Don Julio Bonnet
Tengo el honor de remitir a V., 19 boletas de Alumbrado Público, correspondientes a los Sres. Claudio Croucieé, (5), José Galcerán (5), Manuel Lugaro (5), y Anastacio Bengoechea (4)
Dichos Señores, se han negado a satisfacer el Impuesto al Alumbrado Público, protestando que no están legalmente obligados a pagarlo.
Saludo al Sr. Presidente con toda consideración.-
Francisco Paciello- Contr.
Muchas veces los omisos fundamentaban el porqué del no pago: “por negarse a abonar el impuesto las personas a quienes corresponden las papeletas, manifestando no hacerlo por carecer de faroles en sus respectivas calles.”, informaba Paciello al municipio.
5.3 El empresario Paciello da sus explicaciones.
Hemos querido aquí, incluir una nota de las tantas que intercambiaba el empresario Paciello con la Municipalidad, tratando cosas afines a su relación con la misma.
Generalmente eran redactadas, a pedido de este, por su hermano Aquiles, o por otros funcionarios que accedían a ello. En este caso, se trata de una de las pocas redactadas por él mismo, donde Don Francisco, no puede ocultar su personalidad, expresada a través de su dialecto natal.
Dice en forma textual:
“Sr. Presidente de la Junta Económico Administrativa.
Don Eliseo Marzol
Cumpliendo por lo resuelto por Vuestra Honorabilidad en seción de fecha 16 de octubre ppdo., expongo:
Que con fecha 1º. de octubre, cambie el farole que esestia en la calle Don Carlos y Polonio, para la calle Chuy esq. Minas como seme abia indicado;
Y que el Sre. José Vasquez dise que no se incendia el farole desde el mes de marzo ppdo. y no cobrarcelo el impuesto respectivo, es infundada; pues si el Sre. Vasque abitaba esa casa desde esa epoca que menciona, porque no denuncio el hecho mucho tiempo antes haciendolo recien a los quince dias de aberle sido trasladado el farole de la referencia á otro sitio?
Porque el Sr. Vazquez no se presento diciendo que no se le cobraba el impuesto respetivo y que no sele encendia el farole; esta comprendido que entonces no esestia deficencia por parte del Contratista ni en él cobro y mucho menos en darle luz; pues el impuesto de la referencia lo pagaba Pedro Rubert.
En lo que á la calle Gral. Artigas que la noche 15 del mismo mes a las ocho de la noche no se habia encendido mas que tres faroles es tambien incierto pués á esa hora estaban todos los faroles prendido en dicha calle.
Dejando evacuado el informe solicitado, saludo a Ud. muy atte. á quien Dios guarde muchos años.
Francisco Paciello
5.4 Cirilo Poisò, solo contra el mundo, decide consultar al Sr.Ministro.
Tal como había sucedido en varios alzamientos armados en oportunidades anteriores, durante gran parte del año 1904, la Junta Económica de Rocha permaneció acéfala.
Tiempos de luchas civiles, de revoluciones, en que toda la autoridad del departamento, (en todos sucedía lo mismo), recaía en las figuras del Jefe Político y del Comandante Militar.
La Municipalidad, desde lo administrativo, atendía los servicios básicos para la población, sobresaliendo la figura del Secretario al frente de un grupo defuncionarios.
Frente a problemas de financiamiento que no tenían solución a nivel local, el Secretario del momento, Don Cirilo Poisò, no tuvo más remedio que acudir al Ministro de Gobierno, Dr. Claudio Williman, (hoy del Interior), del gobierno de José Batlle y Ordóñez.
Veamos esta curiosa circunstancia histórica provocada por la negativa de algunos vecinos a pagar sus impuestos.
“Rocha, agosto 4 de 1904
Exmo. Señor Ministro de Gobierno
Dr. Don Claudio Williman
Con fecha 30 de junio del año pasado, la Junta resolvió que cuando algún contribuyente al Impuesto de Alumbrado Público dejara de pagar tres papeletas o más, fueran estas pasadas a la Policía para que ella procediese a efectuar el cobro de acuerdo con disposiciones vigentes en la materia.
Cumpliendo esa disposición Municipal, esta Secretaría remitió a la Jefatura, las papeletas que buenamente no han sido posibles cobrar, y esa repartición consiguió que fueran abonadas en una mínima parte, y devolvió las demás diciendo que los contribuyentes manifestaban imposibilidad de pagar, alegando diversas causas para ello.
Me parece que los deudores morosos, nada tenían que alegar ante la Policía, pero habiendo fracasado este recurso extremo, la Secretaría cree agotados los medios a su alcance para conseguir el pago del susodicho impuesto, y en tal circunstancia, se encuentra en el caso de consultar a V.E. sobre el procedimiento a seguir, y solicitar la autorización necesaria para ponerlo en práctica.
Debo advertir a V.E. que se han tenido toda clase de consideraciones con los señores contribuyentes y que muchos de ellos parecen haberse puesto de acuerdo para no satisfacer el impuesto, porque dan al cobrador la misma excusa: que no pagan porque es tiempo de guerra.
Sin embargo el Servicio se hace lo mismo que en tiempo de paz, y aún con algún recargo extraordinario, y que hay que pagar al Contratista sin diferencia alguna, cosa clara que esos señores contribuyentes no quieren entender.
Mientras tanto ha descendido el producto mensual del impuesto, ocasionando el desequilibrio consiguiente en esa rama de la Administración Municipal.
No es sin contrariedad que esta Secretaría tiene que ocupar la atención del Sr. Ministro con un asunto insignificante en sí, pero que tiene alguna importancia para esta Oficina, no solo del punto de vista pecuniario, sino porque es conveniente impedir que sea burlada la acción de la Junta en la recaudación de las rentas de que dispone.
Dios guarde a V.E.
Cirilo Poisò Secretario
6. A modo de fin
El 14 de diciembre de 1909 se inauguraría la red eléctrica de iluminación pública en Rocha – lo que será motivo de un próximo artículo – y así se cerraba definitivamente la época de los faroleros, lo que durante largas décadas habían brindado el servicio de darnos luz por las noches con todas las limitaciones tecnológicas que por entonces existían.
Hemos querido con este artículo que recoge breves pantallazos hacer una aproximación y por sobre todo un homenaje a quién fuera el último farolero de Rocha, don Francisco Paciello Latrucello.
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