SUMARIO: 1. José Pablo Ramela (1850-1909) – 2. José Pablo Ramela y Rocha – 3. Su vida y su familia – 4 –Ramón Ramela (1837-1916) – 5. Su vida en Rocha – 6. Su familia
1. José Pablo Ramela (1850-1909)
Esta es la breve historia de dos hermanos que si bien no nacieron en Rocha, las siempre particulares circunstancias de la vida los acercaron a estas tierras y terminaron constituyéndose en importantes figuras de su progreso y engrandecimiento.
José Pablo Ramela Laca fue un maragato nacido a mediados del siglo pasado que vivió la mayor parte de su vida en la ciudad de Rocha donde tuvo una muy destacada trayectoria. Nació en la entonces Villa de San José de Mayo el 25 de enero de 1850, según acta inserta en el libro 9 a fs. 59 del archivo de la Catedral de San José.
Era hijo de José Ramela y María Laca, él inmigrante italiano nacido en Oneglia, provincia de Liguria y llegado al Uruguay con Garibaldi en 1837 y ella proveniente de una familia de Montevideo.
De su estadía en Rocha quedó señal indeleble y al fallecer el 31 de octubre de 1909 el periódico “La Democracia” nos trazaba un breve panegírico de su vida y su obra.
“Cayó el viejo luchador ¡Toca a ´La Democracia´ inaugurar la colección de su XVI año con la lúgubre anotación del fallecimiento de uno de sus mejores amigos y del batallador afanoso e incansable por los progresos de Rocha y su Departamento. ¡José P. Ramela ha muerto! Su organismo que parecía ser de hierro ha cedido al fin, tras cinco meses de rudo sufrimiento en el lecho del dolor. Los vínculos de parentesco político y la amistad íntima que a él nos unía desde 33 años acá (1876), podría inhabilitarnos para rendir tributo a su memoria, si su actuación no hubiera sido tan saliente como reconocida por todos los que en Rocha viven, cualquiera sea su posición social.
Batallador de viriles energías, hombre que no sabía quedarse rezagado en el progreso de las ideas, supo luchar con noble altruismo y abnegación sin límites, desde su juventud, por la causa del bien público, tal como él sabía comprenderla y en todos los instantes de su azarosa existencia.
Nacido en la progresista ciudad de Mayo, se enroló en las filas revolucionarias de 1870 y al finalizar aquella contienda civil en 1872 hallándose por estas alturas, dispuso quedarse en Rocha, donde supo crearse bien pronto estrechas vinculaciones entre lo mejor de la sociedad, formando luego el respetable hogar que hoy deja sumido en un mar de llanto, antes de cumplir 60 años de edad. Todas las iniciativas de progreso para Rocha cuentan con su decidida cooperación y sus alientos tesoneros, cuando no surgieron en él mismo, con el entusiasmo y pericia que eran sus características, posponiendo en todo tiempo sus intereses particulares a los de la colectividad en que vivía.
Con dotes de inteligencia y sentido práctico muy superiores a otros que hemos visto figurar en el campo escabroso de la política, prefirió siempre la llanura empeñado en la consecuencia que debía guardar y guardó hasta su muerte, a los ideales por él sustentados, en la tribuna del pensamiento y hasta con las armas en la mano, en la Revolución Tricolor de 1875.
Ningún halago lo sedujo, ningún ofrecimiento de los que más tarde, se hacían a los que quisieran ir al tradicionalismo, embanderándose en el Constitucionalismo, no importándole quedar poco menos que solo en el medio del desbande general. Tal era la firmeza de sus convicciones jamás torcida, nunca inclinada a la merienda del politiquerismo en auge.
Haciendo sus pininos en el periodismo, lo conocimos en el año 1876, vencida la Revolución Tricolor, pero no el ideal que la inspirara. Estaba bien acompañado al lado del mucho antes que él malogrado Dr. Constancio C. Vigil y tenían ambos por baluarte el periódico “La Ley” o “La Patria”, susceptible de errores pero nunca haciendo de la política el “modus vivendi”, ni sacrificando al precio del éxito los nobles y levantados ideales de su hermoso credo.
Liberal de convicciones, la causa le debe esfuerzo nobilísimo hasta el instante de su muerte y el “Centro Liberal” de Rocha, tendrá que recordarle siempre como su progenitor.
Vivió y murió legándonos ejemplo de convicción y entereza. En el acto del sepelio de sus restos compareció la representación de todo Rocha.” (1)
2. José Pablo Ramela y Rocha
Si bien, como ya lo dijimos, no era nativo de Rocha, su radicación y actuación le generó una intensa relación afectiva con esta tierra. Sus sentimientos por Rocha están plasmados en un artículo de su autoría publicado en la Revista del Centenario de Rocha (1893):
“Si debemos respeto y cariño al pueblo donde nacimos, donde se meció nuestra cuna al arrullo de tiernas canciones maternales y corrieron los años de nuestra infancia y la adolescencia, recibiendo de ellas con la luz de la razón los de la instrucción, donde reposan las veneradas cenizas de nuestros progenitores, el de nuestros primeros lares; no menos lo debemos a aquél donde nos llevaron los azares o los accidentes de la vida, donde, hombres, con la pública estimación, con las consideraciones y el aprecio, encontráramos la mujer que, en virtud a las leyes de la naturaleza, abandonara los suyos para unir su destino al nuestro, siendo la dulce y tierna compañera en la última jornada de la existencia, la buena madre de nuestros hijos, donde fundáramos el hogar propio en que gozáramos felicidad relativa y se crearan las afecciones más caras del alma, y donde, en fin, como fruto de labor honesto, se alcanzase algún bienestar.
Creyendo y sintiendo así, yo, que estoy en ese caso, que sin ser hijo suyo quiero tanto a Rocha como íntima gratitud le debo, que propendiendo en cuanto puedo a su progreso y su engrandecimiento trato de pagar esa deuda, de devolverle algún bien del tanto que en ella he recibido, quiero unir hoy mi voz, siquiera sea con esta débil explosión de sentimiento, a las armonías con que es celebrada en el primer centenario de su fundación.
Recibe pues ¡oh Rocha! la viva y sincera expresión de respeto, cariño y gratitud con que te saludo en esta primera centuria de tu existencia y los fervientísimos deseos que formulo porque, noble y patriota, viril y altiva, progresista y hospitalaria cual eres, como el que más de tus hermanos de la República, seas en el porvenir tan grande y feliz como mereces serlo, como ardientemente lo desea mi alma y como lo desearán tus buenos hijos y todos los que, como yo, agradecidos, bien te quieran.
¡Salve, oh Rocha!” (2)
3. Su vida y su familia
Además de las ya detalladas actividades en defensa de sus ideas tanto en los campos de batalla como en la política desarrolló diversas actividades profesionales y comerciales, dentro de las que se destacan las de procurador, rematador, agente de préstamos, tasador, labrador, industrial, propietario del Hotel “Oriental” y otras.
También tuvo una intensa actividad periodística, al poco tiempo de llegar a Rocha fue administrador del diario “La Ley” (1876) de Constancio C. Vigil, fue el fundador de “La Libertad” (1881), un bi-semanario político, literario y noticioso, luego junto al Dr. Carlos Sáenz de Zumarán de “La Patria” (1887-1889) y finalmente una nueva versión del diario “La Ley” (1890 y 1894) donde contó en el final de ese período con la colaboración de Ramón Cerdeiras en su regreso a Rocha a quien luego apoyó en el lanzamiento de su propio emprendimiento periodístico, “La Democracia” (1894-1927).
Fue además Secretario de la Comisión de Segregación Departamental elegida por el pueblo el 14 de mayo de 1879 para lograr la segregación del departamento de Rocha. La integraban vecinos tan respetables como destacados, que constituyéndose en Comisión procuraban obtener que la Asamblea General resolviera la creación del departamento de Rocha siendo presidida por Máximo Amorín y Brum. Lo lograron finalmente en julio de 1881, veinte años después de haberse presentado por el diputado por Maldonado Juan Francisco Pagola (1861) el primer proyecto de ley planteando la segregación de Rocha del departamento de Maldonado
4. La familia de José P. Ramela
Era hermano de Ramón Ramela – sobre quién escribiremos a continuación – y estaba casado con Margarita Acosta, con quien tuvo diez hijos: Carlos María Ramela (casado con Beatriz Lizarraga, administrador del diario “La Democracia”), Margarita Ramela de Bajez, Sara Ramela de Peyre, Ramiro Ramela, María Ramela de Patiño, Alcides Ramela, Lydia Ramela de Baranzano, Agosto Ramela (padre de Margarita Ramela de Castro de Vaz y Víctor Ramela de Castro), Lía Ramela y Javier Ramela.
5. Ramón Ramela (1837-1916)
Hijo de la bella San José, con una extensa vida militar en las revoluciones de la época, estaba vinculado a Rocha por lazos de familia y aquí vino a vivir con alguno de sus hijos luego de quedar viudo en los años 80 del siglo XIX.
Febrero Fernández en su biografía de los líderes del Partido Nacional en Rocha, titulado “Páginas de Civismo”, (1919), citaba:
“Fue una de las figuras descollantes de nuestro militarismo partidario del pasado.
Aunque de ilustre abolengo en los anales militares de nuestro país, supo adquirir personalidad propia en más de treinta años de sacrificios.
Cabeza de augusta calva de patriota pensador, decía Pancho Bicudo hablando de él, y su hermosa barba que en el momento del rudo conflicto se agitaba sin descanso y que tenía mucho de parecido con la varonil barba del ilustrado cuanto valiente y malogrado Juan Pedro Salvañach, a quien lo hiciera destacar desde lejos en la doble y encarnizada batalla del Sauce.
Ramela empezó sus servicios de militar en el 62, en el batallón de Guardias Nacionales llamado “De Maragatos”, que mandaba Gerónimo de Amilibia mereciendo se le nombrase Cabo, siendo ascendido el 21 de abril del 63 a Sargento primero de la primera compañía, hasta que, obtuvo el 28 de mayo el grado de Sub-Teniente pasando al Escuadrón 1º., mandado por el Coronel Cipriano Cames, que formaba parte de la División San José confiada al Coronel Rafael Rodríguez; tomando brillante participación en la sorpresiva derrota de Don Esteban donde el ejército del Brigadier General Servando Gómez, deshizo los de los coroneles colorados Enrique y Gregorio Castro, siendo herido de gravedad en un brazo el Sub Teniente Ramela quién, al día siguiente después de recibir el merecido ascenso de Teniente 1º , fue trasladado a San José, donde se le asistió algún tiempo.
Ingresó luego en su calidad de Teniente al Escuadrón de Caballería que organizó el decidido Comandante Marcos Pérez, marchando en él a incorporarse al ejército que comandaba el Brigadier General Lucas Moreno, Ramela fue destinado a la vanguardia que mandaba el coronel Bernardino Olid, hallándose pues, nuestro biografiado en el combate de Las Piedras contra las fuerzas colorado-brasileñas- mitristas del General Flores.
Después, el escuadrón de Marcos Pérez donde servía Ramela, se fusionó con la división maragata que comandaba el Coronel Cames, la que incorporóse al ejército que obedecía a órdenes del Brigadier General Juan Sáa, quien debía proteger la gloriosa guarnición de Paysandú, mandada por el Brigadier General Leandro Gómez, sitiada por mar y tierra por el ejército colorado-brasileño de Flores, Tamandaré, Goyo Suárez y Mena Barreto. Pero al llegar Sáa al paso de Yapeyú del Rio Negro recibió orden de volver lo andado, y, llegando a Montevideo se procedió al desmonte de algunos escuadrones y formación de un escuadrón de infantería que debía comandar el Coronel Rafael Rodríguez. Ramela, que fuera uno de los oficiales fundadores de aquel cuerpo, se le dispensó el grado de capitán de la primera compañía.
Después del triunfo de las fuerzas brasileño-coloradas, triunfo definitivo de la inocua Triple Alianza, Ramela se retiró del servicio militar dedicándose al trabajo como lo hiciera siempre.
Cuando la guerra del 70, conocida con el nombre del guerrero que la encabezó, Ramela fué el primer caudillo nacionalista que en el Departamento de San José, acudió al llamado de guerra de Timoteo Aparicio. Después de organizar un escuadrón de maragatos, se dirigió al Rosario, departamento de Colonia, asumiendo el mando de comandante militar.
Había transcurrido apenas un mes y medio cuando empezó a divulgarse la noticia que el célebre guerrero Emeterio Pereira se había levantado también en armas. Ramela se pone en marcha al frente de sus fuerzas en dirección al nuevo campamento, poniéndose pronto a órdenes del distinguido jefe y, se le comisionó para proteger el desembarco del valiente Pedro Ferrer que venía de la Argentina.
Luego Pereira ofreció su contingente de 900 hombres al veterano Anacleto Medina que llegaba a ofrecer su concurso a la revolución. Reunidas el 19 de Agosto del 70 en los Cerros de Ojosmín, ambas fuerzas de Pereira y Medina, formaban 1400 hombres, que se pusieron en marcha a tomar la ciudad de Mercedes.
Distinguiose Ramela en el ataque y rendición de la fuerza gubernista que ocupaba la plaza, por lo que, recibió Ramela nuevo ascenso.
Después de este primer triunfo de la campaña del 70 y, de la acción de Severino, fueron encargados Ferrer y Ramela de proteger el desembarco de Salvañach que llegaba al país por el pueblo de Dolores, departamento de Soriano.
Desempeñada su misión y hallándose acampado en Espinosa, departamento de la Colonia, recibieron chasque de Aparicio ordenando al primero, que enviase 100 hombres a prestar auxilio si fuera necesario, a Benjamín Villasboas que debía entrar por la barra del Rosario con infantería y municiones, operación que fue confiada a Ramela.
Incorporado luego al ejército de la revolución asistió a la acción del Corralito, al sitio de Montevideo, al combate de la Unión, a la persecución y acorralamiento de Goyo Suárez en La Sierra, al reñido encuentro del Sauce y la terrible batalla de Manantiales.
Disuelta la División en que servía, fue a prestar sus servicios en la del valiente Coronel Ignacio Mena que formaba parte de la vanguardia que obedecía a órdenes de Ángel Muníz. Se encontró en el combate de Chafalote con las fuerzas del General Enrique Castro, que en número de 900 pelearon con 200 nuestros cayendo en el encuentro el Coronel Mena, primero entre valientes. Ramela siguió en nuestra División perseguida desde Rocha hasta Cerro Largo y desde Cerro largo hasta Durazno donde se unió al ejército donde convirtióse entonces a los perseguidores en perseguidos, corridas que hemos descrito hablando del militar rochense Elías Silva.
Ocupando Remigio Castellanos la Jefatura política de San José como correspondía por cláusulas firmadas en convenio de paz de 1872, distinguió a Ramela haciéndole cargo de la 1ª sección policial de aquel departamento. Cuando el 75 dejó el cuidado policial de la sección, con Castellanos que dejaba el del departamento, obligados por los sucesos de la época. Luego, cuando fue nombrado Jefe Político en el pueblo maragato Antonio González Roca, aceptó Ramela la comisaría de la 8ª sección pasando a la 3ª más tarde.
Su vida en Rocha
Pasados algunos años vino a Rocha donde lo encontró la revolución del 96-97 encabezada por el patriota inmortal Aparicio Saravia. Formó con unos compañeros quedados cuando partieron los otros al mando del caudillo nuestro Miguel A. Pereira, selecto pelotón de bravos que lanzaron a la revolución intentando llegar al ejército por tierra brasileña, batidos antes de pasar la frontera del Chuy, por la división del Cnel. Manuel Carbajal pero, no sin antes quemar hasta el último cartucho sobre la misma línea divisoria.
Salvando peligros, burlando la persecución, nuestros hombres salvados todos en el desigual encuentro, llegaron a Santa Victoria donde Ramela reorganizó sus fuerzas aumentadas con la incorporación de otros compañeros emigrados, llegaron a Río Grande donde fueron en ferrocarril a Bagé, donde Abelardo Márquez a falta de caballos proporcionó carretas para llevar los recados, mientras los revolucionarios nuestros se resignaban a marchar a pie hasta el Hospital de Sangre de Cuchilla Seca.
Perdida la oportunidad de incorporarse a Saravia que estaba por el Sur, unióse Ramela a Gualberto Zabaleta, Antonio Mena y Mariano Saravia que tenían allí sus escuadrones, disponiéndose a lanzarse al campo de lucha con los hombres llegados y los que diera de curados ya el médico del Hospital, doctor José Luis Baena, pero en esta disposición los encontró la orden de Saravia trasmitida por intermedio de Márquez que siguieran a Rivera a depositar sus armas hecha ya la paz.
Ligero hemos señalado los sacrificios que le dieran personalidad propia al valiente ciudadano maragato que enorgullecía al nacionalismo rochense de contarlo entre sus filas de avanzados. (3)
Alejo Umpiérrez en su ensayo sobre Juan Amorín en la Revista Histórica Rochense Nº 1 nos detalla algunas de las acciones en que participó Ramón Ramela en su campaña en Rocha en la Revolución de 1897. Cita las acciones que junto a Agustín Rodriguez “ El Limeño” llevaron adelante para capturar una caballada en las cercanías de donde pocos días después acontecería el combate de “El Maturrango”, otras en las cercanías de Rocha dirigiendo grupos combatientes relativamente pequeños y mal armados con Marcelo González y Agustín Rodríguez y el 8 de mayo al mando de diversas partidas nacionalistas junto a Marcelo González y Timoteo Pereira ingresando a la ciudad de Rocha cuyas autoridades habían abandonado la misma.
Una vez finalizada la Revolución se transformó en un referente partidario de la zona junto a Enrique Yarza, Agustín Rodríguez, Juan Amorín y Miguel Antonio Pereira.
6. Su familia
De su casamiento en San José con Felicia Florencio nacieron once hijos: Leopoldo (1867), Ramón (1868), Felicia Ramela Florencio de Sosa (1869-1938), Wenceslao (1870), Alfredo (1871), Gregorio (1873), Elvira Ramela Florencio de Larroca (1874-1941), Laura Ramela Florencio de Cerdeiras (1875-1947), Conrado (casado con Marta N. de Ramela), Margarita (¿? -1903) y Florencio.
De su segundo matrimonio en Rocha con Ángela de Castro Gimeno nació un solo hijo, Ramón Prudencio Ramela de Castro (1894-1966), casado con María Carmen Fernández Sierra.
(1) La Democracia, 3 de noviembre de 1909 Año XIV No. 4214
(2) Revista Centenario de Rocha, Número Único 24/XII/1892
(3) Febrero Fernández – Páginas de Civismo (Rocha, 1919).
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