Minas, Mayo 12 de 1904
Señora Petrona S. de Gallo
Mi queridísima esposa:
Como verás te escribo de la ciudad de Minas,hoy entramos sin disparar un solo tiro pues los gubernistas al aproximarse los revolucionarios abandonaron la Ciudad. El júbilo aquí es inmenso, la gente está loca. Esta noche hay una velada en el teatro en honor al Ejército revolucionario.
Por el camino hasta aquí ha sido muy bien, hemos tirado algunos tiros pero nada de importancia pues siempre los colorados han disparado, no parece que fueran orientales.
Discúlpame mi vieja que no me halla despedido de otro modo temía que me faltaran fuerzas para irme. He sufrido mucho y sufro por haberte dejado a tí y esas hijas pedazos de mi alma, pero antes que todo eso está mi deber y mi honor de hombre y partidario. (negritas nuestras)
Si me he ido no (es) por falta de cariño a tí, ni a nuestras hijas y esto debe consolarte.
No sé si esta llegará a tus manos pero creo que sí, que por un amigo de aquí que me ha prometido mandártela.
Diles a los Pérez que Ernesto está bueno, lo mismo de los Demartini y demás compañeros, a María mándale a decir lo mismo.
Muchos recuerdos a los muchachos y las muchachas lo mismo que a tus padres, a Marieta y a Julia muchos besos.
A tí mi vieja nada tengo que decirte, eres mi único pensamiento, si de noche después de una gran marcha me recuerdo es para pensar en tí, eres mi mujercita querida y a nuestras hijas todos los días repíteles mi nombre para que no se olviden.
Disculpa las faltas que pueda tener.
Adiós
Ernesto.